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  • Esta tortuga en peligro de extinción ha sido madre primeriza a los 97 años, pudiendo convertirse en un símbolo de esperanza para su especie

    » El Ciudadano

    Fecha: 07/04/2025 21:23

    Por Christian Pérez, redactor especializado en divulgación científica e histórica www.muyinteresante.com En un rincón tranquilo del Zoo de Filadelfia, una historia que parecía imposible ha cobrado vida. Una hembra de tortuga gigante de Galápagos, de casi un siglo de edad, ha sido madre por primera vez. Su proeza, lejos de ser un simple hecho curioso, marca un hito histórico en la conservación de una de las especies más emblemáticas y amenazadas del planeta. La protagonista, apodada “Mommy”, no solo es la residente más antigua del zoológico —lleva allí desde 1932—, sino que ahora se ha convertido en la madre primeriza más longeva de su especie conocida en todo el mundo. A sus aproximadamente 97 años, ha dado a luz a cuatro crías de tortuga de la subespecie Chelonoidis niger porteri, originaria del suroeste de la isla Santa Cruz, en las Galápagos. Su pareja, Abrazzo, otro veterano de 96 años, también ha contribuido a esta hazaña genética sin precedentes. Una nueva esperanza para una especie al borde del abismo En estado salvaje, apenas sobreviven unas 3.400 tortugas de esta subespecie, y hasta ahora, solo había 44 ejemplares bajo cuidado humano en todos los zoológicos de Estados Unidos. Cada nuevo nacimiento cuenta. Pero este no es cualquier nacimiento: es el comienzo de una nueva línea genética, una oportunidad valiosa para enriquecer el limitado acervo genético de estas criaturas gigantes, cuya historia está profundamente entrelazada con la evolución y la exploración humana. La reproducción de estas tortugas en cautividad ha sido siempre una tarea difícil. Las condiciones deben ser perfectas: temperatura, humedad, iluminación… incluso la compatibilidad emocional entre los individuos. Mommy y Abrazzo necesitaron tiempo para entenderse. Él, después de décadas sin contacto con hembras, parecía haber olvidado las claves del cortejo. Ella, por su parte, llevaba casi un siglo sin reproducirse. Sin embargo, tras varios intentos fallidos, algo cambió en 2024. Mommy puso una nueva tanda de huevos —16 en total— y esta vez, cuatro de ellos eclosionaron con éxito. Tecnología, ciencia y paciencia: claves del milagro Nada fue dejado al azar. Los cuidadores recogieron los huevos y los incubaron artificialmente. Utilizaron distintas temperaturas para determinar el sexo de las crías: temperaturas más bajas para machos, más altas para hembras. Todas las nacidas hasta ahora son hembras, pequeñas como huevos de gallina, pero ya muestran signos de vitalidad y crecimiento. Aún hay huevos por eclosionar, por lo que el zoo mantiene viva la esperanza de que haya más nacimientos en las próximas semanas. Las tortugas permanecerán al resguardo del público durante sus primeros meses de vida, bajo vigilancia constante. Se alimentan bien, ganan peso y parecen desarrollarse con normalidad. Su presentación oficial ante el público será el 23 de abril, coincidiendo con el aniversario número 93 de la llegada de Mommy al zoo. Un legado que trasciende generaciones Este nacimiento es más que una rareza zoológica. Es un símbolo del esfuerzo humano por reparar los daños del pasado. Durante los siglos XVIII y XIX, las tortugas de Galápagos fueron cazadas masivamente por marineros, balleneros y piratas. Su carne se conservaba bien a bordo, y su grasa se utilizaba para lámparas. De las 14 o 15 subespecies originales, varias desaparecieron. La historia de “Solitario George”, el último representante de la subespecie de la isla Pinta, muerto en 2012, aún resuena como una advertencia sobre las consecuencias de la negligencia humana. Hoy, instituciones como el Zoo de Filadelfia participan activamente en programas internacionales para asegurar la supervivencia de estas especies. Estos programas no solo promueven la reproducción en cautividad, sino también la protección de los hábitats naturales, donde las amenazas continúan. Invasores como ratas, cerdos, perros y hormigas atacan huevos y crías; cabras y vacas destruyen su entorno; y el cambio climático altera sus ciclos vitales. ¿Un futuro de gigantes? Las tortugas gigantes de Galápagos pueden vivir más de 150 años. Algunas estimaciones incluso apuntan a los 200. Mommy y Abrazzo podrían seguir siendo padres en los próximos años, y sus hijas podrían vivir hasta bien entrado el siglo XXII. ¿Qué mundo heredarán estas crías? ¿Podrán algún día caminar por las laderas volcánicas de su isla ancestral, como lo hicieron sus antepasados hace millones de años? La historia de estas tortugas es también una historia sobre nosotros: sobre lo que decidimos salvar, sobre cómo reparamos errores históricos, y sobre el valor de la paciencia, la ciencia y el compromiso. En un mundo acelerado, donde lo efímero domina, el lento pero firme avance de una tortuga centenaria nos recuerda que algunos logros requieren décadas, incluso siglos. Y que nunca es tarde para hacer historia. Referencias

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