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» Diario Cordoba
Fecha: 07/04/2025 16:24
Como madre de una niña y de un niño, confieso que siempre me ha preocupado más el devenir de mi hija que el de mi hijo. Soy consciente que mi hija va a enfrentarse a muchos más problemas que mi hijo por el hecho de ser mujer: el acoso callejero, la violencia física y sexual, y, más adelante en su vida, el techo de cristal, la desigualdad salarial, la conciliación laboral, etc., problemas que, por desgracia, se agravan cuanto más complicadas las circunstancias sociales y económicas. Según datos de Naciones Unidas (ONU Mujeres), 736 millones de mujeres han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja y de violencia sexual fuera de la pareja al menos una vez en su vida. En 2023, 51.100 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares. Las adolescentes corren un riesgo mayor de sufrir violencia de pareja con respecto a mujeres adultas. Al llegar a los 19 años, casi una de cada cuatro adolescentes que ha estado en una relación ya ha sufrido abuso físico, sexual o psicológico por parte de su pareja. Quince millones de adolescentes mujeres de entre 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas. Las adolescentes son el grupo con mayor riesgo de verse obligadas a mantener relaciones sexuales por parte de su marido, pareja o novio actual o anterior. De acuerdo con datos obtenidos en 30 países, tan solo un uno por ciento de estas mujeres solicitó ayuda profesional. Una de cada diez mujeres de la Unión Europea ha sufrido ciberacoso desde los 15 años, lo que incluye haber recibido correo o mensajes no deseados, sexualmente explícitos u ofensivos, así como contactos inapropiados y ofensivos en las redes sociales. Por último, al menos 230 millones de mujeres y niñas de 15 a 49 años han sido sometidas a la mutilación genital femenina. La serie Adolescencia hace que nos cuestionemos muchas cosas. En primer lugar, pone en tela de juicio el concepto mismo de masculinidad, lo que la sociedad asocia al hombre, a lo masculino, y la presión que sienten muchos niños que no se identifican con lo que de siempre asociamos a la masculinidad: la fuerza física, la potencia sexual, el poder, la superioridad, determinadas aficiones, etcétera. Actitudes que a menudo la sociedad refuerza con expresiones como «los chicos no lloran», «eso son cosas de chicas», o asumir que a los niños han de necesariamente atraerle el fútbol, el boxeo y las motos. La realidad de los institutos es aterradora, el creciente abuso y la consecuente infelicidad que puede pasar desapercibida para profesorado y familias. Todo aquello que se nos escapa porque se corona de forma silenciosa a través de las redes sociales, como una inaccesible y turbadora realidad paralela. En España las cifras relativas al suicidio entre niños y adolescentes no deja de crecer. En 2024, se cifran en 174 las muertes por suicidio de jóvenes entre 15 y 29 años. Como constata la Asociación Española de Pediatría, la prevención del suicidio es aún más complicada en la infancia, por las características propias de la etapa. En la mayoría de los casos, no hay síntomas o un diagnóstico previo de enfermedad mental que dé la voz de alarma. Las experiencias adversas en la infancia, como el acoso escolar, el ciberbullying o el maltrato, entre otras, son, sin duda, detonantes de los comportamientos de autodestrucción y de violencia hacia el resto. Para afrontar este enorme problema es esencial una respuesta conjunta e integral. En la serie, a Jamie se le cuestiona también sobre su relación con el otro sexo, cómo percibe él a las mujeres y cómo se relaciona con éstas. Y, en este sentido, se hace igualmente imprescindible una respuesta integral que sea eje esencial de la educación y la formación como personas y cuidadanos/ciudadanas del mundo. Mujeres y hombres han de caminar a la par y trabajar codo con codo. La igualdad, fundamento del feminismo, es un asunto que nos concierne a todas y todos. De la semilla que hoy pongamos en ese camino se establecerán las relaciones del mañana. *Profesora de la Universidad de Valencia
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