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  • Con relatos inéditos, un documental recorre la huella que dejó Pappo en el mundo del blues de los Estados Unidos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 06/04/2025 02:56

    Teaser del documental "Algo ha cambiado", dirigido por Sergio "Chapete" Bonacci Lapalma Gilby Clarke, el mítico exguitarrista de los Guns’n’Roses, se sienta delante de la mesa de billar de un bar de carretera en California. Tiene el pelo largo, bigotes, muñequeras de cuero, tatuajes en los brazos. Le habla a la cámara: “Quise hablar con ustedes cuando me enteré que esto era sobre Pappo. Era muy especial para mi, me influenció como persona, músico y artista. Me entristecí cuando me enteré de su muerte. Fue importante para mí. Y me interesa que su nombre quede en lo alto”. La escena, en blanco y negro, pertenece al documental “Something has changed” (“Algo ha cambiado”), sobre un doble recorrido: por un lado, narra el deseo del legendario tecladista de blues Melvin “Deacon” Jones por regresar a la Argentina (algo que su muerte en 2017 truncó); por otro, y como un torrente que se desborda, para los argentinos será la huella que dejó el paso de Norberto “Pappo” Napolitano por los circuitos más profundos del blues en los Estados Unidos al final de la década del ‘80 y los ‘90, su importancia como piedra angular del llamado “blues en español”, el disco en vivo que grabó en Los Angeles con Deacon Jones y por qué fue aceptado en la Blue’s Mafia, que no muchos blancos integran y tenía como referente máximo a B.B. King. A lo largo de los 130 minutos del documental, desfilarán referentes locales del blues como Botafogo, el fallecido manager de Pappo, Peter Deantoni, lugares emblemáticos de ese estilo como El Samovar de Rasputín en La Boca y su dueño “Napo”, y numerosos músicos estadounidenses que conocieron, admiraron y tocaron con El Carpo. Sergio "Chapete" Bonacci Lapalma, director del documental Something has changed La película se estrenará en el marco del BAFICI el martes 8 de abril a las 18.35 en la sala 1 de Cinépolis (Av. Córdoba 2135), y el viernes 11 y el domingo 13 de abril a las 20.50 en la sala 1 CineArte Cacodelphia (Av. Presidente Roque Sáenz Peña 1150). El director del film, Sergio “Chapete” Bonacci Lapalma, también tiene un particular devenir. Nació en Pasadena, California, el 17 de septiembre de 1990. Su padre es ítalo argentino y su mamá mexicana. Ambos se conocieron en la década del ‘80, cuando su papá vendía seguros para autos en la colonia latina de la ciudad californiana. “Había hasta un video en VHS donde aparecía en plan Better call Saul diciendo ‘ayudamos al latino’, todo en español”, cuenta en un bar notable de Barracas, mientras espera que la película se estrene en el BAFICI. Flaco, con un look prolijamente descuidado, guarda el perfecto phisique du rol de un hipster. Cuando él tenía cinco años y su hermano tres, sus padres se radicaron en la Argentina. Más precisamente en la ciudad de Santa Fe, donde el papá era oriundo.“Mi mamá quería otro estilo de vida. No nos quiso criar en los Estados Unidos, algo que le voy a agradecer el resto de mi vida. Si hubiese tenido una crianza norteamericana, no sería lo que soy”, asegura. Los primeros años no fueron fáciles para Chapete. “Vine odiando a la Argentina y amando a los Estados Unidos. Quería McDonald’s, quería Disney, esas cosas de la cultura capitalista a la que estás tan expuesto. Uno se deja llevar por la inocencia. Y vine acá y descubrí, con el tiempo, que hay otros valores en Argentina”. Los explica: “Ellos tienen una moneda estable y sus valores son más pragmáticos. Los nuestros no tienen que ver con el dinero, porque la economía no es estable. Tenemos otro tipo de conexión con la gente, y cuando ellos vienen acá no lo pueden creer. Es algo impagable, algo que le voy a agradecer a mi vieja para siempre”. Los horarios que la película se exhibirá en BAFICI Una vez aquí, dejó Santa Fe para inscribirse como alumno pupilo en el Saint George’s de Quilmes y afianzar su inglés. Allí tuvo su primer contacto con el rock nacional: “De chico me gustaba la música clásica y después, en el colegio, había una academia de música y los profesores que eran argentinos me hicieron escuchar rock nacional”. Cuando egresó, ya tenía una clara inclinación por el arte. Se anotó en Cievyc, de San Telmo, la escuela de cine de Aldo Paparella que cerró en 2022, poco antes del fallecimiento del director. “La idea del inglés era para estudiar afuera, pero Campanella acababa de ganar el Oscar y era la época de oro para estudiar cine en Argentina. Venía gente de afuera. Siempre digo que debo haber vivido uno de los mejores momentos de la Argentina post democracia”, señala Chapete. En 2016, cuenta, regresó a los Estados Unidos. Allí refundó la ONG que había creado en Argentina, llamada “Make art, not war” (“Haz el arte, no la guerra”), cuyo propósito es ayudar a los artistas que hagan contenido original en Los Angeles y el resto del mundo en artes plásticas, música, cine y televisión. También llevó en su valija la fuerte impronta cultural que había aprendido en nuestro país. Y un plan: continuar un documental sobre Pappo que había comenzado luego de su muerte, sucedida en un accidente de moto sobre la ruta 5, a la altura de Luján, el 24 de febrero de 2005. El origen de la idea hay que rastrearlo hasta el mar austral: “Fui parte del equipo que filmó un documental sobre la Isla de los Estados. Como estaba encerrado en el barco, me llevé un par de libros. El de Sergio Marchi con la biografía de Pappo, y otro llamado Bien al Sur, de Gabriel Grätzer y Martín Sassone sobre el blues en español. Es una enciclopedia”. Sergio Bonacci Lapalma junto al fallecido bluesmen Deacon Jones y su esposa Pam Stovall Hill Al mismo tiempo, un amigo, Lucas Beck, le regaló un disco que es una joya del rock nacional: Pappo Volumen 1. “Yo no lo había escuchado a Pappo. Empecé y me gustó muchísimo” Ese disco comienza con un tema emblemático: “Algo ha cambiado”. Hoy, la película documental se llama así: Something has changed. “Le puse ese nombre también como un homenaje a otros documentales de rock, como Sucio y desprolijo. Volumen 1 tiene esa foto maravillosa en la tapa de Pappo con un niño, mirando hacia el cielo”. Esa imagen icónica fue tomada en una quinta que pertenecía a la vedette Nélida Lobato. Allí ensayaban Los Gatos, por ejemplo. Chapete comenzó a recorrer el largo camino del documental, que le insumió casi 20 años, con el hijo de Pappo, Luciano Napolitano. “En cierta forma, bendijo el trabajo”, explica. Y luego, debió enfrentar a quienes llama “todos estos vikingos”. Es que el ambiente del blues y el rock más visceral se nutre de verdaderos pesados. En Argentina, pero sobre todo en la norteamérica más profunda. “Al principio te sentís intimidado, y después vas agarrando un poco la confianza. Es muy fuerte hacer algo sobre Pappo. Estuvo bueno haber tomado mi tiempo, porque a esta gente que es parte de esta historia, si no los retratás bien mejor que te escondas en el infierno o te vayas a otro lado, ¿no?”, dice Chapete con una sonrisa. A la hora de abordar a estas figuras, tan esquivas con la prensa y los medios, Chapete tenía una estrategia: “Siempre hay que encararlos con mucha humildad”. Otro de los motivos fundamentales fue su conocimiento del inglés: “Era muy fácil comunicarme. Ya hacía 10 años que Pappo había muerto y muchas veces me decían ‘che, qué bueno poder hablar con vos de Pappo, porque no pude hablar de él con nadie’. Era casi como terapéutico para ellos”. El legendario baterista Carmine Appice, que tocó con Pappo en los Estados Unidos En el documental, Fernando Ortíz Márquez, un argentino radicado en California que produjo Caso Cerrado, aunque ese honor también se lo disputa Juanse: “Nos reíamos con Pappo. Fuimos a una jam abierta. Pappo deslumbró a todos y nos invitaron para volver otro día. Había un tipo negro, que tocaba la armónica y le dijo: ‘tenés que ir a un lugar de blues para negros. Esto no es para vos”. Nos invitó a un club llamado Babe & Ricky’s. Ahí es donde se tocaba el blues real”. El barrio donde se ubicaba ese club, ya desaparecido, es el South Central Los Angeles. El más pobre y peligroso de la ciudad. En los ‘90 había dos pandillas, los Bloods y los Crips, que se disputaban el negocio de la droga. Allí, en ese bar, a la dueña la llamaban Mama Laura. Era una mujer obesa, sentada en una silla de ruedas, que siempre tenía puesto un delantal: debajo guardaba el dinero de las entradas y una pistola 45. “Si no tocabas bien, te sacaba a cachetazos”, recuerda Ortíz Márquez. Deantoni, que también estaba presente, continúa “No estábamos en un lugar muy amigable. Todos los músicos eran afroamericanos y muy, muy buenos. Allí fue donde conocimos a Deacon Jones. Jones habla con el cantante, que era Bobby Phillips, y Bobby Phillips presentó a Pappo con muy mala onda: “Aquí hay un guitarrista blanco, que viene de Argentina, muy lejos en el sur, que dice que puede tocar blues. ¿Si tenía miedo? Estábamos temblando…”. En su relato, Deacon Jones dice que apenas comenzaron a tocar un tema de Freddy King, pensó “¿quién es este tipo?”. Deantoni, en cambio, recuerda que comenzó a tocar y no pasó nada. Pero en el segundo tema, Mama Laura empezó a hacer palmas, dos o tres mujeres la siguieron y la gente se volvió loca con Pappo: “Fue un gol. Ya estábamos ahí. Ya éramos negros”. Ortíz Márquez se acuerda que Mama Laura cocinaba muy bien, y que a partir de entonces, “todas las veces que íbamos con Pappo comíamos gratis”. El uso de armas, que en nuestro país se puede antojar ajeno al ambiente musical (con alguna salvedad), no lo es en los Estados Unidos. Abundan las historias. Y Pappo, imbuido de ese espíritu blusero, no fue la excepción. El exGuns’n’Roses Gilby Clarke, tiene su propia anécdota con El Carpo: “el promotor de nuestro concierto (en Buenos Aires) era amigo de Pappo, y nos decía que lo teníamos que conocer, que era el mejor bluesmen del lugar. Iba a organizar una celebración y agregó que a Pappo le gustaban las Harley Davidson, como a mi. ‘Tienen que salir a manejar juntos’. Que buena idea. Y cuando quedamos en vernos, escuché el motor y ahí venía, sin camisa, pero con una pistola 44 entre el pantalón y el cinturón. Y me dijo ‘Gilby, te amo, mirá... Guns’n’Roses’, sacó el arma y empezó a disparar al aire”. Gilby Clark, guitarrista de Guns'n'Roses, cuenta una increíble anécdota con Pappo Gilby Clark no es el único que habló sobre Pappo. Carmine Appice es un legendario baterista. Tocó con Vanilla Fudge, Jeff Beck, Ozzy Osbourne, Rod Stewart, y tantos otros. Appice fue el baterista en cuatro temas el último disco que grabó Pappo en los Estados Unidos, “Volumen 8, Caso Cerrado”, y lo recuerda así: “Escuchándolo hoy, es realmente bueno. Pappo era maravilloso, y funcionó muy bien conmigo y Tim (Bogert, el bajista)”. En el film, Chapete le muestra la edición de la revista Rolling Stone que salió luego de la muerte del guitarrista. El músico se impresiona con las fotos de Pappo joven y dice con asombro: “No sabía que era tan famoso”. Es que los músicos estadounidenses que conocieron a El Carpo no saben de su historia antes de que fuera bendecido por B.B. King. Y Pappo no iba a perder el tiempo en contárselas. Sólo quienes tocaron en nuestro país, como Tony Coleman, el baterista de B.B. King, saben que en los 90, el blues en Argentina vivía su apogeo, llenaba estadios, mientras que el género, en los Estados Unidos, estaba reservado en esa época para locales más pequeños. También aparece Good Time Charlie Bretchel, un blusero que grabó el tema “Rodando con el trueno”, que —según él— los Navy Seals iban escuchando cuando eliminaron a Bin Laden y tocó con Pappo, Deacon Jones y John Lee Hooker, recuerda que al Carpo lo llamaba “la voz de Drácula” y se deshace en elogios: “Íbamos a estar de gira en Canadá, tocando con B.B. King, y Pappo me dijo que le encantaba tocar blues. Y la primera vez que lo vi poner sus dedos en una guitarra, supe que no mentía. Había nacido para tocar blues. Recién después supe que era el mejor blusero de Argentina”. O David “Guitar Shorty” William Kearney, uno de los mejores guitarristas de blues, que refiere a un tema recurrente en los bluseros: el diablo. La relación se remonta al primer gran guitarrista de la historia, Robert Johnson, cuya leyenda señala que firmó un contrato con el diablo y éste le enseñó los trucos. “Guitar Shorty” envía a Bretchel, que asegura que lo persigue el demonio, para que hable con el “Voodoo King”, Melvin “Deacon” Jones. Pappo junto a B.B. King, el legendario guitarrista que allanó su ingreso a la Blue's Mafia, el cerrado círculo de los grandes bluesmen Por supuesto, la presencia de Jones y su esposa Pam Stovall Hill es fundamental a lo largo del film. Pappo les abrió el desconocido mundo del blues en español, nacido en Argentina. Y ellos le abrieron a Pappo las puertas del ambiente profundo del blues, hasta los clubes donde era muy peligroso que los blancos asomaran su nariz. E hicieron lo mismo, años más tarde, con Chapete para su documental. “Conocí a Deacon Jones gracias a Pam. Deacon me hizo prometerle que lo llevaría de vuelta a la Argentina. Quería volver. No llegué a cumplir mi promesa: Deacon falleció. Pero seguí filmando esta aventura, y Pam nunca dejó de apoyarme. Ella siempre me dijo que este film era un proyecto de amor”, dice Chapete. Pam estará presente en el BAFICI. El final es para fanáticos de Pappo que tengan el oído entrenado. Atención: la música de los títulos finales es una absoluta sorpresa… Pero no será aquí donde esa magia se develará.

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