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  • La pobreza que las cifras no muestran y sube desde 2018: "Se acentúan las privaciones estructurales"

    » Diariopinion

    Fecha: 31/03/2025 23:10

    Cuando los índices de pobreza bajan, tal como informó hoy el INDEC, lo esperable es que la calidad de vida de las personas que viven en situación de vulnerabilidad económica y social mejore. Sin embargo, esto no ocurre y se refleja en el crecimiento sostenido de lo que llaman pobreza multidimensional, según advierte un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la UCA (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA). Ese tipo de pobreza, detalla el estudio, registró un aumentó interanual al pasar del 39,8% en 2023 al 41,6% en el tercer trimestre de 2024. Además, ese porcentaje crece desde 2017, cuando tocó un piso del 26,7%. A diferencia del índice publicado hoy, que mide la pobreza en función de las personas que viven en hogares cuyos ingresos monetarios no alcanzan lo que se presume indispensable para una familia tipo, la pobreza multidimensional contabiliza el porcentaje de personas que vive en hogares que tienen carencias no monetarias que hacen a la calidad de vida, como la imposibilidad de acceder a alimentos, medicamentos, servicios de salud, educación y servicios básicos como agua de red o cloacas, así como la postergación de mejoras en los hogares o al cuidado personal. "Desde mediados del año pasado que empezamos a recortar gastos en la familia. Si antes llenábamos un carrito con alimentos para cubrir el mes, ahora vivimos el día a día", cuenta Eliana Moreno, una joven de 20 años que vive en Sol y Verde, un barrio popular del partido de José C. Paz. Con su testimonio grafica el fenómeno analizado por la UCA: "La mayoría de las personas del barrio, incluyéndome, no comen las cuatro comidas del día, solo llegan a costear una de ellas". Eliana tiene un bebé de 3 meses, estudia psicología en la Universidad Nacional de Pilar y trabaja en un merendero comunitario, donde le pagan 78 mil pesos. Su pareja, Brandon, tiene 20 años, hace changas y trabaja en un taller mecánico. Su sueño es tener uno propio, pero como no puede costear una capacitación, aprende de su jefe y compañeros. Susana es la madre de Eliana y Juan, de 7 años. Vive con el pequeño a unos pasos de la casa de su hija. Las dos casas son construcciones precarias de machimbre levantadas sobre un mismo lote a la vera de las vías del tren San Martín. La mujer, de 36 años, trabaja como empleada doméstica y también hizo recortes: redujo las raciones de cada comida y hace unos meses pausó las terapias de Juan, que tiene un trastorno de la atención e hiperactividad (TDAH). Por su situación económica, también le es imposible costearle su medicamento. Estas familias son un ejemplo de cómo los sectores más vulnerables, en medio de muchas carencias, han retrocedido en su calidad de vida a pesar de las nuevas cifras de la pobreza. Es por eso que los investigadores de la UCA advierten que debería reverse cuál es la metodología con la que se mide la pobreza.

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