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Valle María » Vallemarianoticias
Fecha: 30/03/2025 19:45
De la noche a la mañana, Marcos Díaz desapareció del entorno de sus amigos y compañeros del Paraná Rowing Club. Había llegado 2020 y la pandemia: estaban todos en aislamiento, pero, levantadas las restricciones, pasaban los meses y nadie supo más nada del rugbier. Cuando este sábado a la mañana se conoció la noticia de su captura en un campo en el Departamento Diamante, tras cuatro años prófugo, muchos se acordaron de él. Y, en particular, de su estrecho vínculo con los dirigentes del tradicional club de Paraná, los hermanos Claudio y Marcelo Tórtul, y Daniel Carbonell, procesados por las coimas de Securitas en Enersa. Algunos empezaron a atar cabos sueltos y a entender algunas cosas. A veces, aquellas historias criminales y de corrupción que parecen aisladas, el dinero se encarga de juntarlas, de darles un sentido. Díaz (nacido en Lincoln, provincia de Buenos Aires) fue detenido en un camino rural cerca de Strobel. Se hacía llamar “Rafa Lewis” y llevaba una vida bastante solitaria en relación a sus vecinos, pero cada tanto salía, viajaba a Rosario y regresaba. Es una vivienda amplia, en un terreno de importantes dimensiones, con piscina y parquizado. No necesitaba mucho más y así permanecía oculto. Pero el fiscal de la PROCUNAR (Procuración de Narcotráfico) de Rosario, Matías Scilabra, y el personal de la División Antidrogas de la Policía Federal de Rosario, finalmente lo encontraron y arrestaron. Este lunes será indagado por su rol en la banda narco del peruano Julio Rodríguez Granthon, proveedor de Los Monos. El rol que le endilgan a Díaz es el de una especie de valijero: era el nexo entre la financiera del extitular de Terminal Puerto Rosario, Gustavo Shanahan, y los búnkeres de droga que el peruano manejaba en Villa Banana y otros barrios de Rosario. Viajaba de Rosario a Buenos Aires asiduamente, llegaba con los dólares frescos y los cambiaba en esa cueva. Tenía todo tipo de clientes y a los que sabía que eran narcos, les cobraba un poco más elevado por los billetes estadounidense. Se trata de una investigación importante porque se consideró a Shanahan y Díaz como parte de la organización criminal de Rodríguez Granthon: sin ellos, el negocio del narcotráfico no podía funcionar. El caso está narrado y explicado en el libro “Rosario“, de Germán de los Santos y Hernán Lascano. El rugby parecía ser un ámbito donde Díaz hacía buenas relaciones para su negocio. Cuando Shanahan (que hoy está preso) declaró en la Justicia, dijo que lo conocía de ese ambiente, porque antes jugaba en el Club Atlético Plaza Jewell de Rosario. En 2015 Díaz fichó para Rowing, se mudó a Paraná y jugó en el primer esquipo durante cinco años. No tardó mucho tiempo en hacer buenas migas con sus directivos, los Tórtul y Carbonell, con cuya hija mantuvo un noviazgo. Vivía en el barrio Hernandarias (lindero al barrio médico, una zona residencial de la zona de la Toma Vieja) junto a otro rugbier, hijo de un conocido exjugador y actual dirigente, muy cercano a Claudio Tórtul. Esta confianza iba más allá del rugby, los amigos, los frecuentes asados y los eventuales amoríos. El rugbier sumó a la capital provincial como otra parada de sus viajes con bolsos llenos de plata: Buenos Aires-Rosario-Paraná, y viceversa. Por aquellos años, los Tórtul y Carbonell no paraban de recaudar dinero por la contratación de su empresa de seguridad Tornell, subsidiaria de Securitas, en el sistema de pago de coimas a funcionarios de Enersa. Pero era todo en pesos que debían luego convertir en dólares. Allí aparecía relevante la amistad con el forward del Rowing, Marcos Díaz. A partir de acá, los vínculos que ahora destapa la detención de Díaz son numerosas. Por ejemplo, la amistad que Díaz cultivó con un exjugador del Rowing y familiar directo de otro de los procesados por la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado: el exgerente de Logística de Enersa, Alejandro Cis. Díaz se encuentra alojado en la Policía Federal de Rosario. Este lunes lo trasladarán al Juzgado Federal para indagarlo. Podrá declarar o abstenerse y seguramente quedará preso, junto a Shanahan, y caminará hacia una eventual condena junto a Rodríguez Granthon, quien espera su momento en el penal de Ezeiza. Si no es el fiscal de esta causa, podría ser Arroyo Salgado quien pida evidencias de este expediente para cruzar información. La exesposa de Alberto Nisman se viene mostrando muy interesada en profundizar en las diferentes líneas que van surgiendo en torno a la causa de las coimas que pagó Securitas en Enersa y otras empresas estatales del país. Y, desde la caída de Edgardo Kueider en Paraguay, está particularmente concentrada en Entre Ríos. En el celular de Claudio Tórtul encontró mensajes con el exsecretario general de la Gobernación durante la gestión de Gustavo Bordet, y de su posible rol en el armado de pliegos para las contrataciones de la empresa de energía de la provincia. Ahora podría buscar entre los contactos al rugbier, a ver qué surge. Análisis
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