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Concepcion del Uruguay » Miercoles Digital
Fecha: 30/03/2025 18:45
Todavía envuelto en la incertidumbre en cuanto a las condicionalidades que impondrá la nueva operación y su previsible mayor costo económico y social, el nuevo endeudamiento solicitado por el Gobierno al Fondo Monetario Internacional (FMI) rondaría los 20.000 millones de dólares. Por CARLOS HELLER (*) La vocera del organismo, Julie Kozack, aclaró que, como siempre ocurre, «los desembolsos vendrán en tramos a lo largo de la vida del programa», cuyos detalles son materia aún de conversación. El ministro de Economía, Luis Caputo, pretende minimizar el impacto que tendrán las exigencias del FMI. «No es lo mismo que en los otros casos» –afirmó–, ya que el ajuste fiscal y monetario (habitual en los programas del organismo) «nosotros ya lo hemos hecho (…) y no nos vamos a mover nunca de nuestro equilibrio fiscal». Un razonamiento difícil de compartir, toda vez que los costos financieros crecen a medida que un país toma más fondos prestados. En números redondos, un préstamo de 20.000 millones de dólares supondría, a una tasa de interés del 6%, unos 1.200 millones más de intereses al año. Con lo cual, para mantener el equilibrio fiscal se deberán llevar a cabo renovados cortes de los gastos estatales. Pagos Los mayores intereses impactan a su vez en el frente de las divisas. Los datos del Balance Cambiario indican que los pagos al organismo entre 2018 y 2024 por ese concepto alcanzaron los 11.991 millones de dólares. Es decir, la tercera parte del capital adeudado al FMI. Salta así a la vista que el préstamo de 2018, tomado por el expresidente Mauricio Macri, resultó ser una pésima operación para nuestro país y, a la vez, una excelente fuente de recursos para el organismo. El «respaldo» demandado por el Gobierno al FMI pareciera vincularse a la construcción de una caja en dólares que evitaría modificaciones importantes en el tipo de cambio, requisito para evitar un salto inflacionario, mientras los inversores especulativos allegan divisas en modo pasajero para seguir con el carry trade. Un esquema que se utilizó largamente con la «tablita» de José Alfredo Martínez de Hoz a fines de los años 70 del siglo pasado, con la convertibilidad en los 90 y con Macri hace pocos años. Como se recordará, esas experiencias garantizaron un tipo de cambio preestablecido que permitió obtener ganancias seguras en dólares a partir de una tasa de interés en pesos más alta. El problema es que los especuladores, cuando la viabilidad de esta operatoria empieza a ser puesta en duda, recogen sus ganancias y corren a comprar dólares, presionando las reservas del Banco Central. La realidad es que los problemas del sector externo no se pueden solucionar con herramientas financieras, tomando más deuda. Los contratiempos cambiarios son producto de problemas económicos, en particular de la dificultad del país para generar divisas genuinas. A ello se le suman las políticas que posibilitan la fuga de dólares al exterior. Durante 2024, se dejaron de percibir 19.500 millones de dólares por la aplicación del llamado dólar «blend», por el cual el 20% de las exportaciones se liquida tomando el valor del dólar «contado con liquidación» y no ingresa a las reservas internacionales. Una cifra cercana al préstamo que acaba de anunciar el ministro de Economía. La cuestión cambiaria se resuelve si se logra impulsar una economía que genere ingresos como para poder algún día repagar la deuda. Primero, hay que forjar nueva riqueza, crear valor produciendo, investigando, innovando. En lugar de abrir la economía para que entren productos importados que destruyen la industria argentina, hay que proteger la producción nacional y crear las condiciones para poder exportar valor agregado. Lo que se constata, hoy por hoy, es el deterioro que viene registrando la balanza comercial, producto de las políticas de apreciación cambiaria y apertura de las importaciones, que se traducen en tensiones para las reservas monetarias y pérdidas de puestos de trabajo. En definitiva, no hay buena noticia alguna en que el directorio del FMI apruebe un nuevo préstamo, y cuanto mayor sea el monto, peor para el país. No solo por los intereses a pagar, sino porque en el futuro será cada vez será más difícil deshacerse de la presencia del FMI, de sus políticas y de la deuda acumulada. Desde luego, existe otro escenario posible: la construcción de un sendero de desarrollo económico y social soberano, alejado de recetas regresivas y con una distribución del ingreso más justa y equitativa. Para lo cual lo verdaderamente urgente pasa por ponerle un freno, mediante el voto ciudadano, a las políticas neoliberales (hoy en versión libertaria) que pretenden eternizarse. (*) Presidente del Credicoop. Artículo publicado en la Revista Acción. Foto: NA Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectores Sumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. Deja tu comentario comentarios
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