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  • Viviana Paletta o cuando “no hay atajo en la noche cuántica”

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 30/03/2025 02:50

    Por Rodrigo Galarza El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía. Poética Siento la poesía como la posibilidad de un paréntesis, la oportunidad de hacer pie en el imparable discurrir de las palabras, de las vivencias, de la historia; tantear la experiencia y arrojar algo de luz sobre lo vivido, ordenar el pensamiento. Muchos motivos me llevan a escribir: la ira, el escándalo, la belleza, la denuncia, la lucha por ampliar el campo de operaciones de la ética y de la estética. Apuesto por la imaginación contra los mercaderes del hambre y de la usura, contra lo que se silencia, contra el olvido y cualquier tipo de totalitarismo. Para tender la mano al otro, a lo Otro. Siento la poesía como una de las formas de la iluminación, la revelación y la esperanza. Viviana Paletta MUESTRARIO MÍNIMO Mediterráneo, los restos ¿Por qué diferenciamos entre unos y otros? Chamseddine Marzoug Arde el frío profundo. La quemazón abisal, dentellada de lobo. Proliferan los cuerpos esparcidos mortajas que flotan insomnes en su extenso basural: un solo cuerpo subordinado. Decenas cientos miles que soñaban atravesando las dunas caminantes exhaustos del orbe hambrientos sedientos y ahora descalabrados por la infatigable rompiente meridional. Y por la Medusa Europa que petrifica al mirar al fiscalizar al enumerar desde las altas torres vigías: marcial, hierática, voraz. Huérfanos vertidos en el damero sin pulsión del bosque marino. Todo es orificio en un cuerpo residual: el agua lo traspasa, el capital abreva, la historia, la política. Ni fetiche ni mercancía. No son turistas ni ciudadanas. Flotan sin trasiego en el abismo amniótico de los océanos. Boquean las algas. No hay gentilicio. El mar no asila, amontona. Morada negra de las muchedumbres: sin sandalias, sin chaleco, apretando una carta que se deshilacha y se pierde. Duermen entre barcazas varadas los saqueados; la tierra se desembaraza del excedente. Toda el agua es frontera para argonautas sin estrella. No hay flores ni nombre ni fecha: el madero transido de oleaje se torna ceniza sin arder al fogón. Quedan restos en las orillas de bajamar: alfabeto salobre sobre el cieno anudado de algas y tendones, hueso y carne. Versos desorbitados y por siempre extranjeros. La profunda ajenidad de la tumba ahogada; la escombrera tenue de agua sobre agua sin santidad ni cántaro ni cántico: un desgarro mudo que nos grita. Solo vive la muerte entre los restos. [para Chamseddine Marzoug, pescador, que entierra a los muertos sin nombre en la playa de Zarzis] De un cielo a otro Una gota de sangre cae de un cielo a otro, deslumbrante. Victor Serge, Manos 1 Como una grieta fumea la mirada. Baraja su astilla clavada de luz. No hay nadie en las arterias. Los aviones laminan el cielo del Jarama seco, trigueño, traslúcido. Hay tanto resol que no se puede tragar. El frío está lleno de animales. Sangre seca en vasijas sin barro con la promesa de un lago quieto de un ancho fruto. 2 Nadie alcanza el anzuelo en la orilla. Peces agrietados de frío y superficie. Gemas salobres embarradas que flaquean en los cauces sin recodos de la meseta. El esqueleto permanece de pie en el enjambre de los alisios con plumas de sol en el pelo tornasoladas invisibles. 3 Astillados vocablos gritería muda. Un aljibe hundido: atribulada raíz sin tallo, nada verdea (ningún brote). Millones de seres semejantes a enramadas secas que no hacen sombra bajo su pie. Piedras mis padres piedras mi casa piedras la tumba para esta extensión de huesos y su soniquete de tinaja y su reguero de pólvora. 4 Uno es otro irremediablemente a un lado y al otro del cielo. Llamaradas hermanas vienen a abrevar en la noche del nopal. Todos interiores los mares de este pedrusco terrestre. Cuatrocientos millones lo cruzarán a dentelladas de sueñera y olvido. No se sale ileso de la travesía demorada el alma el hambre inclinada cumplido el tiempo. 5 Soplamos escamas de peces andinos. Flamean un instante en el aire. Un cuenco de ruido abriga el costillar. Se rumia el paisaje de memoria errónea. Cortejo de migrantes sin exequias para encender una vida con otra con pétalos de cal. El frío está lleno de animales. No hay atajo en la noche cuántica.

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