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» Diario Cordoba
Fecha: 29/03/2025 00:32
Si Pekín fuera unos grandes almacenes, sería esta la gran semana de Europa. Representantes estatales, comunitarios y empresariales han pasado por la capital para limar asperezas con China y apretar las filas en el frente contra Donald Trump, artífice de un acercamiento entre Bruselas y Pekín tras años de incomprensiones y reproches. La temperatura la fijó días atrás Ursula von der Leyen, jefa de la Comisión Europea y terco martillo pilón contra China, con unas declaraciones inverosímiles meses atrás: "Debemos interactuar de manera constructiva con China para encontrar soluciones que beneficien a ambos". Han estado en Pekín esta semana de marzo inusualmente fría los jefes de la diplomacia portuguesa, Paulo Rangel, y francesa, Jean-Noël Barrot, además del comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, y la plana mayor de la industria automovilística alemana. A Sefcovic, recién aterrizado de Washington, le comunicó el viceprimer ministro, He Lifeng, que China está dispuesta a trabajar con la UE para "resistir el unilateralismo y proteccionismo y proteger el sistema multilateral del comercio". No se conoce la respuesta de Sefcovic por el apagón informativo ordenado por la UE pero es improbable que estuviera en desacuerdo. El esloveno llegó a China con el pliego de quejas acostumbrado del empresariado europeo: las barreras de acceso al mercado, la falta de igualdad de condiciones y la ausencia de reciprocidad en las oportunidades de contratación. Integra ya la liturgia que China escuche con atención, prometa enmendarse y todo siga igual. También es costumbre que pida Bruselas una relación comercial más equilibrada sin que la balanza se iguale. Eran roces ya consolidados y asumidos que no impidieron la firma de un tratado de inversiones años atrás. Coches eléctricos y brandy La guerra en Ucrania arruinó la sintonía y paralizó aquel tratado. Juzga Bruselas que Pekín está alineada con Moscú por más que proclame su equidistancia. El conflicto dio más peso a la corriente atlantista frente a la que apuesta por la autonomía y las tensiones se contagiaron al comercio. La UE aprobó aranceles a los coches eléctricos porque, a su juicio, la sobreproducción china inunda de productos imbatiblemente baratos su mercado. Para Pekín es simplemente exportación, lo que Occidente ha hecho durante siglos, y contraatacó gravando el brandy y abriendo una investigación sobre lácteos y el porcino que podría castigar a España. La irrupción de Trump podría desencallar el conflicto porque Bruselas y Pekín ya tienen suficiente lidiando con una guerra comercial. "China sigue confiando en Europa. Las dos partes tienen la capacidad y la sabiduría para resolver adecuadamente los problemas a través de consultas", dijo Wang Yi, jefe de la diplomacia china, días atrás. La prensa oficial animaba estos días a Bruselas a tomar una "elección racional" en sus alianzas geopolíticas cuando Estados Unidos se ha revelado como un peligro para el comercio y la estabilidad. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, seguirá la romería europea en Pekín, donde se le espera el 11 de abril.
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