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» Diario Cordoba
Fecha: 28/03/2025 05:37
Vale. La publicación del odioso libro debe ser permitida porque de lo contrario se vería limitado el derecho a la libertad de expresión del autor. Eso ya lo hemos escuchado en boca de tertulianos omniscientes. Eso ya lo hemos leído en graves alegatos de columnistas acostumbrados a pontificar sobre el riesgo tóxico que comporta la práctica de la censura para la salud de una sociedad verdaderamente democrática. En esa línea se ha insistido (de manera falaz a mi modesto juicio) en la comparación con A sangre fría, la magistral obra en la que Truman Capote reconstruyó el asesinato de la familia Clutter. Kansas, década de los sesenta, dos exconvictos con poco o nada que perder, disparos de escopeta en mitad de la noche. También ha circulado la machacona y superficial referencia a El impostor, obra de Emmanuel Carrère, la escalofriante historia de un tipo que decide acabar con los suyos (su mujer, sus hijos, sus padres) para no tener que confesarles la verdad: que no era un prestigioso médico de la OMS, que en realidad era un mentiroso patológico y un estafador sin escrúpulos. «¿Qué hubiera pasado si los creadores de estas obras no hubieran podido expresarse libremente?», preguntan airados los defensores de la publicación del libro de Luisgé Martín sobre los inconcebibles crímenes de Bretón. Y puede que en el fondo lleven razón. Tal vez lo suyo sea que la obra editada por Anagrama esté al alcance de cualquiera en la mesa de efímeras novedades «literarias». Ahora bien, es lamentable la justificación con ínfulas intelectuales: es que no lo entendéis, es que estáis haciendo una interpretación meramente referencial en busca de morbo y esto es alta literatura, es que se trata de asomarse y de asomarnos al abismo, es que se trata de penetrar en el laberinto psicológico de alguien que personifica la mismísima esencia de la depravación moral, es que... Perfecto, pero es lamentable que Luisgé Martín no haya dedicado ni siquiera una ínfima parte de su valioso tiempo a comunicarse con Ruth Ortiz para explicarle su propósito. Es lamentable que Luisgé Martín haya puesto su ego autoral por encima del dolor agudizado de una mujer brutalmente herida. Y es lamentable que no haya reparado (o sí) en que su elección narrativa de foco exclusivo sobre Bretón concede a un sujeto de perfil tan narcisista como violento otra oportunidad de lastimar a la víctima. Y uno se pregunta cómo va a ser capaz Luisgé Martín de comprender el odio de un psicópata si por lo visto no entiende algo tan sencillo y natural como el amor de una madre. * Profesor
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