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Parana » Asdigitalnews
Fecha: 28/03/2025 05:05
Después de años de perfeccionar su estilo con una fuerte impronta jazzística y académica, Reichembach sintió la necesidad de volver a las raíces. Se permitió conectar con la música que lo había marcado en su adolescencia, como Jimi Hendrix, Deep Purple y Led Zeppelin. "Decidí, por fin, hacer lo que realmente quería, lo que siempre me gustó, lo que siempre escuché", explica. Pero, lejos de un simple homenaje, su búsqueda no es la de un imitador, sino la de alguien que reinterpreta esas influencias desde su propio lenguaje, fusionando el rock con el jazz, el blues y otros géneros que exploró a lo largo de su carrera. Su nuevo disco es una declaración de principios. No es casualidad que haya elegido su propio nombre para bautizarlo: es una forma de reconectar con su esencia. "Recordé al chico de 15 o 16 años que escuchaba a Jimi Hendrix y pensaba: 'Yo quiero hacer esto'", dice. En aquel entonces, pasaba horas con la guitarra en las manos, obsesionado con encontrar una identidad propia. Años después, el camino de la música lo llevó a formarse en Brasil, donde la estructura académica lo alejó parcialmente del rock y lo acercó a la música clásica, el jazz y el blues. Más allá del virtuosismo y las influencias musicales que lo marcaron, en este álbum hay un mensaje más profundo. Para Reichembach, el arte es una forma de sacudir conciencias, de invitar a otros a mirar la realidad desde otro ángulo. "Creo que el ser humano tiene que dejar algo en este mundo, más allá de solo tener un trabajo y vivir -dice-. Y siento que mucha gente no hace eso. Con mi arte, intento, indirectamente o directamente, hacerte despertar, que empieces a ver el mundo desde otro lugar, que entiendas que hay algo más allá de lo que ves o sientes. No te estoy diciendo qué hacer, solo quiero que sepas que hay algo más". Dentro de esa exploración, hay una influencia que sobresale y que se filtra en varias de sus letras: la civilización Tartaria. Para él, se trata de un enigma fascinante, un conocimiento que, de alguna manera, fue ocultado. "Eran muy avanzados, tanto espiritualmente como en términos de tecnología -cuenta-. Por ejemplo, hace más de 100 años, ya existían autos que flotaban, algo impensado hoy en día. También tenían acceso a energía libre, sin necesidad de servicios. Y, sin embargo, hoy ya no existe eso. ¿Por qué será? Es una gran pregunta". Su acercamiento a estos temas no fue casual. Reichembach siempre sintió la necesidad de ir más allá de lo que le ofrecían las explicaciones convencionales. "Todo comenzó con mi búsqueda espiritual -dice-. Al no encontrar información accesible, empecé a investigar por mi cuenta. Mucho de esto está muy oculto, pero con el tiempo, y al conectarme con personas que investigan estos temas, pude llegar a esa información". Sin embargo, ahora siente que todo ese recorrido desemboca en este punto, donde vuelve a abrazar sus primeras pasiones sin renunciar a todo lo aprendido. "Ese chico era muy idealista, soñador -recuerda-. Se levantaba todos los días con la idea de conseguir algo, de ir a buscar sus sueños". Hoy, con la madurez que dan los años, siente que su búsqueda no cambió tanto. La diferencia es que ahora ya no necesita demostrar nada: solo hacer la música que realmente lo representa. Desde chico, Maycown Reichembach sintió que su manera de ver el mundo era distinta. No mejor ni peor, simplemente diferente. Siempre tuvo una sensibilidad especial hacia lo que va más allá de lo tangible, una inquietud espiritual que, con el tiempo, encontró su manera de expresarse a través de la música. Su nuevo disco es, en parte, el resultado de esa búsqueda. "Siempre quise hablar de eso, transmitir algo relacionado con esa visión del mundo -explica-. Es algo que tengo adentro y que quería compartir". Para él, la música es una forma de canalizar todo ese conocimiento, de poner en palabras y sonidos una visión del mundo que no suele encontrarse en la superficie. Su nuevo disco no solo es un homenaje a sus raíces musicales, sino también un puente hacia esa otra realidad que siempre permaneció latente.
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