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Parana » Ahora
Fecha: 27/03/2025 23:28
Hay una niña que renace Después de volver a cortar las flores del primer jardín, de entender que mi hija de cuatro años repite (sin haberlo visto nunca) todo lo que ya hicimos cuando fuimos niñas con mi hermana, como la continuidad del vuelo de los pájaros, que recogen del cielo la pista que marcaron antes otras aves, anido en el cuerpo la sensación del mareo. Asomo del precipicio en este tiempo circular de pétalos que se preparan en cuencos viejos, ollitas ajadas, revueltas con ramas breves y secas. Mmm qué rica esta sopa, y qué bien este pastel todo decorado, ¿te gusta, mamá? Las lenguas enrolladas de mariposa sobre la piel, las alas en el lomo de una perra blanca que mamá acaricia, le trae restos de comida, grita o canta junto a los teros que parecen entenderla. En qué idioma nos habló esta mujer que mantiene fina la vista contra el paisaje, que nos dice cuenténme qué les gusta, qué les duele, qué cosas lindas le pasaron estos días en los que no nos vimos pero aún así estuvimos juntas, como si pegara entre nosotras piedras, como si manejara el calentador contra los metales y les diera forma una y otra vez. La soldadura entre nosotras, mujeres que sabemos los pasos de las nubes, que tenemos una columna vertebral que nos acarrea como vagones de un tren interminable. Descarrilo mientras vomito al volver a mi casa, al dejar nacer a la nena que vivió en esa falda, prendida a las polleras tableadas. Cruzamos la calle de la mano, mi hermana ríe, porque es posible sostener una casa en las muelas y partirla para que solo haya fragancia de romero, alivio de pájaros, espuma de la ropa lavada con los puños que alguna vez sentimos que nos quitaban el aire.
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