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» Rafaela Noticias
Fecha: 25/03/2025 18:54
El debate que se viene en Rafaela: quieren que frentistas paguen la repavimentación de calles de concreto asfáltico El intendente Leonardo Viotti anunció, en la apertura de sesiones del Concejo Municipal, el pronto lanzamiento de un plan de 200 cuadras de pavimento urbano. Básicamente el programa incluirá las 160 cuadras sancionada en 2022 y que nunca se llevó adelante; más otras cuadras que se sumarían. Pero además, también se incorporarán varias calles que ya están pavimentadas con concreto asfáltico (conocido popularmente como "hormigón negro" o "pavimento negro"), cuya vida útil es de sólo 10 años, contra los 30 años de vida útil que tiene el hormigón armado. Esas calles fueron pavimentadas a fines de los años '80, y pese a sucesivos trabajos que se hicieron a lo largo de las distintas décadas, hoy presentan un estado de deterioro que no se puede resolver sólo con "parches". El tema a debatir es que el intendente Viotti ya confirmó, en un reciente diálogo con BIEN DESPIERTOS/RAFAELA NOTICIAS, que la repavimentación se cobrará a los frentistas como si fuera una obra nueva, considerando que la vida útil del pavimento pagado a fines de los '80 ya terminó. Si bien el costo será menor que el de una pavimentación nueva -ya están hechos los cordones cunetas y hay una base consolidada, pero también hay que levantar lo que está roto-, cuando las boletas se pongan al cobro el tema va a levantar polémica. Y mucha. Los barrios que tienen calles con este tipo de pavimento son varios: Fátima, Villa Podio, Italia, Villa Dominga, Los Nogales, Guillermo Lehmann, Fasoli y Belgrano tienen la mayor cantidad de cuadras. Algunas calles tienen un estado de deterioro muy grave, que viene de muchos años. De todo hay que conocer la historia. El "pavimento negro": de solución a problema No es la primera vez que se plantea esta cuestión. No hay dudas de que la solución para las roturas de ese tipo de pavimento es el reemplazo por hormigón. La pavimentación de calles con concreto asfáltico fue obra de la última intendencia de Rodolfo Muriel, en la segunda mitad de los años '80. Hubo dos factores que contribuyeron a la decisión de usar ese material: el primero, el tema económico, ya que en un momento de economía en recesión, era un tipo de material más económico que el hormigón, al menos en aquél momento. El segundo punto es que en aquél momento la Municipalidad tenía una relación fluida con un proveedor -que luego derivaría en una investigación judicial que terminó con Muriel procesado y desalojado de la Intendencia por una intervención del gobierno provincial- que justamente tenía una planta de concreto asfáltico instalada en Rafaela. De aquella época data también la cobertura con "pavimento negro" de las calles San Martín y Sarmiento, dentro de un plan que en aquellos años perseguía el objetivo de reemplazar el adoquinado tapándolo con concreto, lo cual fue resistido por conservacionistas del patrimonio urbano. El concreto asfáltico fue una solución que pareció apropiada en aquella coyuntura. Pero tuvo "patas cortas": ya en los '90 surgieron los problemas. Cambió la ecuación económica -la diferencia de costos entre un tipo de materiales y el otro era menor-, se reveló la fragilidad de las carpetas asfálticas colocadas y el proveedor privilegiado ya no estaba en condiciones de ofrecer su producto. Bv. Lehmann, entre Jaime Ferré y Salva: mano ascendente repavimentada; mano descendente, todavía de concreto asfáltico. Hubo algunos planes de repavimentación que se encararon en distintos gobiernos municipales. En algún momento Vialidad Provincial aportó una máquina que permitía el reciclado de las calles rotas y, con el agregado de otros materiales, permitía una repavimentación relativamente económica. Así se repavimentaron San Martín y Sarmiento, y se intervinieron otras calles. En la última gestión de Luis Castellano hubo otro intento de utilizar el sistema, en este caso para un "bacheo intensivo". Así, por ejemplo, se intervino en la mano descendente de Bv. Lehmann, entre Salva y Jaime Ferré. ¿Quién paga? Está fuera de discusión que la vida útil del material original se terminó. Como ya se terminó la vida útil del hormigón de la gran mayoría de las calles del macrocentro de Rafaela, que tienen más de 30 años de antigüedad. Sin embargo, las repavimentaciones históricamente nunca se cobraron. Ni siquiera a las empresas más grandes de la ciudad. Durante la primera gestión de Castellano surgió un clamor popular para restaurar calles del barrio Villa del Parque, como los casos de Santos Vega y Martín Fierro. El frentista principal era la multinacional Mahle, señalada por los vecinos como responsable de las roturas: camiones de la empresa, supuestamente, eran los responsables de las roturas del "pavimento negro". La empresa negó las acusaciones y apuntó que había otras compañías que utilizaban esas arterias. Cuando se decidió la repavimentación y se puso al cobro la "contribución por mejoras", los frentistas se pusieron en pie de guerra: no estaban dispuestos a pagar. Castellano resolvió dar marcha atrás: las calles de ese sector se repavimentaron con hormigón elaborado y el costo lo absorbió el municipio. Posteriormente se encararon otras obras de repavimentación. Con aporte de fondos nacionales, se reemplazó la carpeta de concreto asfáltico en la mano ascendente de Lehmann, entre Salva y Jaime Ferré; y se repavimentó completamente Jaime Ferré, entre Lehmann y Buffa. También un tramo de Perú, entre Lorenzatti y Luis Maggi, fue repavimentado con hormigón. Cuadras del barrio Los Nogales -sobre todo en las bocacalles, o en tramos de Falucho y Vélez Sarsfield- fueron intervenidas de la misma manera. Nadie pagó las repavimentaciones. Hay otro antecedente, muy reciente. El año pasado la Municipalidad repavimentó -se puede hablar de "bacheo", pero la superficie intervenida fue muy importante ciertamente- una parte de calle Ayacucho, y actualmente está trabajando en el reemplazo de paños completos de hormigón en Lisandro de la Torre y Luis Maggi. Las roturas son atribuibles claramente al tránsito pesado intensivo de camiones de Saputo -más de cien que ingresan diariamente a la planta del barrio Fasoli- y en menor medida de Sodecar y otras empresas. Pero sobre todo el caso de Saputo es muy claro: que se sepa, tampoco a la empresa se la sentó en la mesa para pedir algún tipo de compensación y fueron los rafaelinos en su conjunto los que afrontaron el costo de esas reparaciones. Se puede decir, con razón, que la empresa es una fuertísima contribuyente del municipio. Pero a los vecinos que sufren a diario la convivencia con la empresa nadie les quita de la cabeza que alguna contribución extra debió pedírsele a una multinacional a la que mucho le debe interesar conservar las buenas formas en el área urbana donde elabora gran parte de la producción que la ha convertido en la empresa láctea número uno del país. La gran pregunta que se plantea ante el anuncio municipal de la repavimentación con cargo a los frentistas es: ¿cómo reaccionarán los contribuyentes cuando les lleguen las boletas de pago? Sólo se sabrá cuando suceda. Y antes de ello, será tarea del municipio explicar a fondo cuál es la solución propuesta y qué aporte hará el Estado local para disminuir en lo posible el impacto sobre los frentistas.
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