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» Infodia
Fecha: 25/03/2025 12:41
El hallazgo surgió de una revisión casi obsesiva en Marte. Diez años después de que el rover Curiosity horadara una roca del tamaño de una caja de zapatos en un rincón polvoriento del cráter Gale, una científica francesa volvió sobre los datos con una sospecha: allí había algo que antes no habían visto. Y lo encontró. No una, sino tres moléculas orgánicas de cadena larga, fragmentos químicos que en la Tierra suelen ser sinónimo de vida. Halló los llamados decano, undecano, dodecano, que son nombres de laboratorio para compuestos que combinan átomos de carbono e hidrógeno en secuencias lineales de diez, once y doce unidades. Su origen exacto sigue sin respuesta, pero su presencia en una roca marciana sacude la hipótesis de que la química orgánica en el planeta rojo haya sido, como mucho, rudimentaria. “Nuestro estudio demuestra que, incluso hoy, al analizar muestras de Marte, podríamos detectar rastros químicos de vida pasada, si es que alguna vez existió en Marte”, dijo Caroline Freissinet, autora principal del estudio, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias. Las moléculas estaban ocultas en la muestra Cumberland, extraída por el rover en 2013 en una región apodada Bahía Yellowknife. El sitio, una planicie sedimentaria que hace 3700 millones de años fue fondo de lago, ya había entregado otros indicios tentadores: azufre, metano, nitratos y minerales arcillosos. En 2015, el equipo científico de la NASA reportó indicios preliminares de orgánicos de cadena larga, pero el análisis no pudo descartar la posibilidad de contaminación. El hallazgo quedó archivado. Hasta que Freissinet volvió. Utilizó un gemelo terrestre del SAM (Sample Analysis at Mars), el minilaboratorio a bordo de Curiosity, y reanalizó los gases producidos al hornear la muestra marciana. Entre ellos, encontró tres picos químicos que hasta entonces habían pasado desapercibidos. Con más experimentación, confirmó que correspondían a alcanos, las formas más simples de compuestos derivados de ácidos grasos. “Esto es realmente buscar una aguja en un pajar”, dijo Daniel Glavin, astrobiólogo del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. “No hay duda. Tenemos tres agujas”, agregó. Fuente Infobae
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