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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/03/2025 02:35
El resumen del partido mágico de Maradona ante Brasil en el Mundial 90 Para las nuevas generaciones, el Argentina-Brasil que les dejó una huella indeleble es el de la final de la Copa América en el Maracaná de 2021, el que rompió la sequía de 28 años sin títulos, el que reivindicó a Messi en albiceleste y vio a Di María romper la pared. Para los fanáticos a los que las canas empezaron a colonizar su cabellera, fue el de los octavos de final del Mundial de Italia 90. El de la genialidad de Maradona con el tobillo hecho una bola de bowling, la gambeta de Caniggia más hijo del viento que nunca, el del arco de Goycochea cascoteado y el mito del “bidón de Branco” que le inyectó folclore. El encuentro del 24 de junio de 1990 fue una de las hazañas más recordadas por los hinchas de la Albiceleste. La forma en que habían llegado los equipos al choque de eliminación directa en el estadio de Los Alpes en Turín era una muestra de las realidades opuestas que habían vivido los protagonistas en la fase inicial del torneo. Argentina había clasificado como mejor tercero luego de perder con Camerún, derrotar a la Unión Soviética y empatar con Rumania. Brasil, en cambio, había demostrado su jerarquía al consolidarse como líder de su zona con puntaje ideal tras vencer a Suecia, Costa Rica y Escocia. A pesar de contar con figuras de la talla de Careca, Muller, Valdo, Alemao y Dunga, el conjunto dirigido por Sebastiao Lazaroni nunca pudo quebrar la resistencia del campeón del mundo, que supo aguantar el embate y aprovechar, a nueve minutos del final, el chispazo de su líder y la definición del delantero surgido de River y que luego briló en Boca. En este caso, el candidato abdicó ante el guerrero herido, pero no vencido. Y quedó en la historia como uno de los golpes más grandes en la historia del clásico sudamericano. Dicho quedó: Argentina sufrió enormemente en la primera parte. Brasil pegó tres tiros en los palos, generó 12 chances de gol. “En el primer tiempo prácticamente nos cascotearon rigurosamente, sobre todo por los costados”, evoca Roberto Mariani, ayudante de campo de Carlos Bilardo, en diálogo con Infobae. Lo imaginado en el pizarrón por el Doctor y su cuerpo técnico no logró reflejarse en el césped. “Se planteó como un partido difícil, pero consagratorio como lo fue. El partido era tremendo, con Brasil, que cuando se inspira, se pone dificilísimo. Trató de estructurarse un juego, no defensivo, pero cauteloso, con el equipo en 45 metros para contragolpear, porque tenía jugadores para hacerlo, con la velocidad de Caniggia y la inteligencia y la capacidad técnica que tenía Diego, sumado a lo que el resto aportaba”, explica. Esa superioridad, además de crisparle los nervios, alumbró a la más ingeniosa charla técnica del Narigón en la historia. Sobre todo, por su escueto contenido. Ricardo Giusti supo ilustrarla. “El tipo se quedó callado durante 14 minutos… Cuando nos empezamos a levantar nos dice: ‘acuérdense que los de amarillo son los contrarios’. Eso solo nos dijo”. Caniggia ya superó a Taffarel y Argentina celebra la hazaña ¿No hay un ápice de exageración? ¿No es parte de un relato para alimentar la fábula? “Totalmente real. No lo dijo con bronca, pero sí firmemente para que lo entendieran y que salieran a jugar con el espíritu con el que jugaron el segundo tiempo, con esa calidad humana y futbolística”, confirma Mariani. Maradona y una de las páginas más gloriosas de su leyenda “A una semana del partido inaugural contra Camerún en Milán, uno de los sparrings le metió un planchazo y le arrancó la uña del dedo gordo del pie izquierdo. El doctor (Antonio) Dal Monte le colocó una fibra de carbono para que pudiera defenderse del roce. Además, antes de cada partido era infiltrado. Después, un tremendo foul contra el tobillo izquierdo lo dejó inflamado de una manera brutal. Justo ese tobillo que había padecido tanto con la lesión que le había producido años atrás Andoni Goicoetxea. Era como si a un gran pianista le hubieran dado un martillazo en la muñeca”, detalló minuciosamente Fernando Signorini, preparador físico personal de Diego Maradona, el estado físico del Diez para tamaño desafío. “Diego no podía pisar por cómo tenía el tobillo y la uña. ¡Tuvieron que hacerle una uña de repuesto! Le llevaban seis, siete pares de botines para que se fuera probando, a ver cuál le quedaba mejor o le hacía doler menos. Yo andaba de acá para allá, para meter mano cuando me lo pidiera. El doctor Madero le dijo: ‘Usted no puede jugar’. ‘¿Cómo no voy a jugar?’, le respondió. ‘Dénme otra inyección, y otra, y otra’, pedía. ¡Ocho pichicatas le dieron en el tobillo! ¡Ocho! Te imaginás lo que fue... Salió con el tobillo dormido”, recordó Miguel Di Lorenzo, el célebre Galíndez, utilero y fisioterapeuta de la Albiceleste. Si el Mundial del 86 fue el de la consagración, el de la metamorfosis en deidad deportiva, la Copa del Mundo de Italia 1990 resultó el Vía Crucis de Maradona. Sin una uña, con el tobillo deformado, se sostuvo en campo como faro para sus compañeros e imán para los rivales, con sacrificio y dolor, mucho dolor. Así y todo, logró guiar a Argentina hasta una nueva final, que perdió ante Alemania por el polémico penal de Sensini a Völler, que Andreas Brehme convirtió incluso ante la versión superman de Goyco. A nueve minutos del epílogo, sin la frescura ni el cambio de ritmo habitual por su físico maltrecho, el Diez se despegó de la marca de Alemao, juntó a dos rivales y filtró la pelota para el pique del Hijo del Viento, que gambeteó al arquero Taffarel para firmar un pedazo de historia. “Pocas veces sentí tanto dolor como en ese Mundial. No sé cómo me aguantó el tobillo. Me acuerdo que me lo rompen con Rumania de un puntinazo. Ese partido, muchos no se acuerdan, pero fue tremendo, nos cagamos a patadas. Porque ellos dieron, pero nosotros también. Me acuerdo de que llegué al vestuario en el entretiempo y no podía pisar. El médico me dijo que no podía salir al segundo tiempo. ¡Era el partido que nos clasificaba o nos dejaba afuera! Ni muerto me lo perdía. Así que me infiltraron en el vestuario y salí a jugar así”, rememoró Pelusa con Infobae en 2020, , poniendo como punto de partida el empate 1-1 contra los rumanos en la fase de grupos (goles de Balint y Pedro Damián Monzón), que le permitió a la Argentina avanzar como mejor tercero a octavos de final. Su presencia ante Brasil sólo se explicó a partir de su amor propio. Y su relato de la jugada del gol no hace más que confirmarlo: “De ahí en más todos los partidos me infiltraban y, en la medida que pasaban los días, peor se me ponía el tobillo. En el partido con Brasil, cuando le doy el pase a Cani, sentí un pinchazo tremendo. Yo me quedé tirado viendo cómo Cani hacía el gol y sentía un dolor infernal. Creo que me levanté de la alegría del gol, pero no sentía el tobillo”. “Varias veces me junté con el doc y me dijo de no seguir jugando, que en el estado en el que estaba no se podía. Pero yo no iba a dejarlos solos a los muchachos. Ellos me demostraban en cada partido que dejaban la vida y como capitán no me iba a bajar. Por eso me infiltraban cada partido, me sacaban jeringas de líquido. Yo sentía como que me agarraban el tobillo con una tenaza y me lo retorcían. Solo no sentía dolor en los 90 minutos, porque lo único que me importaba era dejar todo en la cancha”, confesó. Galíndez y la secuencia del bidón “Casi no me entrené en todo el Mundial por el dolor. No me ataba los cordones, en la concentración andaba en ojotas y las ganas que tenía fueron las que me hicieron llegar hasta el último partido”, describió. “Diego decía que jugaba aunque fuera en muletas. Hoy, los jugadores tienen un golpecito y no quieren jugar. Él era un adalid en ese aspecto”, refrenda Mariani el poder sobrenatural del ídolo para soportar y guiar. Tiempo después, se supo que un detalle del festejo de Caniggia abrió una divertida grieta en la sociedad entre el enganche y el punta, que tiempo después se reunió en Boca. A 30 años de la gesta, el rubio atacante recordó su conquista en sus redes sociales. Y Maradona le respondió fiel a su estilo. “No podés festejarlo así hdp... ¡Yo todavía lo estaría gritando!”, comentó en relación a la relajada celebración de su socio. El bidón de la discordia La dosis de controversia a aquel clásico se lo otorgó el mito del bidón de Branco. El lateral denunció que en aquel encuentro bebió de uno de los recipientes de Argentina y que luego quedó abombado por un largo trecho. Las proyecciones del marcador de punta eran uno de los motivos de preocupación de la Albiceleste. “Branco me dijo en el entretiempo que tomó agua de una botella del masajista argentino y que después no se sentía normal. No tenía cómo verificar la situación. Pidió un médico, lo examinó y estaba bien para continuar. Argentina no tenía necesidad de jugarnos sucio”, acusó, entre otros, Sebastiao Lazaroni, DT de aquel Scratch. “Galíndez, el masajista de Argentina, me dio algo para tomar. Y esto es una cosa que va a quedar en la historia del fútbol, porque yo tuve problemas serios. No sé qué preparación tenía aquel agua, porque después de que bebí comencé a quedar tonto”, acusó directamente Branco. Todo aquel vodevil había quedado en un segundo plano hasta que el propio Maradona, en una entrevista en 2004, soltó: “El único que no llegaba era Branco. En la barrera me miraba y me decía: ‘Diego, vos tenés la culpa’. Cuando algunos fueron a tomar agua, casi la toma Olarticoechea. Yo le dije: ‘¡¡Noooo, Vascooo!! ¡De ese nooo!’. En cambio a Valdo le decía: ‘Andá, Valdito, tomá que hace un calor bárbaro’. Y después vino Branco y se la tomó toda... Luego Branco tiraba los tiros libres y se caía Alguien picó Rohypnol y se pudrió todo...”. El abrazo del plantel tras la conquista del Hijo del Viento (Reuters) Sin embargo, Galíndez siempre negó la artimaña. Incluso, horas después de aquella nota de Pelusa, brindó una improvisada conferencia de prensa en el hotel donde concentraba con San Lorenzo en Mar del Plata mientras trabajaba en la pretemporada para desmentir el paso de comedia de Diego que lo volvió a poner en el ojo de la tormenta. “El bidón me tiene podrido”, le dijo a Infobae hace cinco años. “Gané 24 títulos. Salí campeón del mundo con Boca, con River, con la Selección. Y me siguen hablando del bidón”, se fastidió. “Nada que ver, era agua y nada más, tomó Carlitos Giusti también, ¿a él que le pasó? Nada. Yo lo hablé con él. Me dijo: ‘Usted me ha envenenado’. Y yo le respondí que era mentira, que era agua, que nunca había tomado un agua más limpita que esa. Diego dijo lo que dijo en broma”, enfatizó. “Siempre ocurren y se dicen cosas en los grandes clásicos, ellos venían embalados, fue un golpe de gracia y les debe haber dado mucha bronca. Los brasileños se abrazaban y lloraban a lágrima partida, fue impresionante. Cuando terminó el partido, Diego se abrazó con Alemao, con Careca... Y ellos dos supieron aceptar la derrota”, le dio un cierre Mariani a una polémica perenne, casi tanto como aquel hito en la historia de los Mundiales. El fútbolista “más temido” que se quedó en el banco “Al que respetaba... (Carlos) Mozer era un asesino. Era malo, malo de verdad, eh. El día que jugamos en Italia (octavos de final del Mundial 90, Argentina-Brasil), cuando vimos que estaba Mozer en el banco, dijimos ‘qué alegría’. Era un criminal, unos tapones así, el de los tapones más altos que vi. La boca con blanco acá (se tocó la comisura de los labios). Parecía a los perros, que los tenés así (atados) y después los soltás y salen como locos. Así era el guacho. Diego (Maradona) también me decía ese día: ‘Está Mozer en el banco’. Diego, que no le tenía miedo a nadie. Pero nos teníamos respeto”, contó Oscar Ruggeri hace unos meses. En efecto, Carlos Mozer, aquel virtuoso y áspero zaguero del Flamengo, Benfica y Olympique de Marsella, era una garantía y un hombre que infundía temor en aquel seleccionado. Y un motivo de preocupación, tanto por su firmeza y vehemencia como por la salida limpia y anticipación que ofrecía desde el fondo. Bilardo, incluso, llegó a decir en la intimidad que hubiera encajado perfectamente en el fútbol argentino. Pero Lazaroni lo postergó. Estuvo sentado en el banco de suplentes la tarde de la eliminación ante Argentina. Desde el sector de relevos, vio la gambeta de Maradona, su asistencia y la definición a máxima velocidad de Claudio Caniggia tras gambetear al arquero Taffarel, sin poder intervenir. Y su ausencia llegó cargada de sospechas. Mozer, señalado por Ruggeri como el futbolista "más temido" de aquel Brasil “Aldair no jugó y, precisamente en el partido contra Argentina, pusieron a alguien que querían mostrar a los empresarios para luego negociar”, denunció en su momento. En aquel épico choque, estuvieron en la alineación titular Ricardo Rocha, Mauro Galvao y Ricardo Gomes, quien resultó expulsado. Esta noche, otros protagonistas de Argentina y Brasil buscarán que el partido exceda lo efímero, que no se transforme en una estadística. Y que se aloje en el corazón de varias generaciones como aquel de Italia 90.
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