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» AgenciaFe
Fecha: 25/03/2025 02:20
Luego de dos jornadas históricas que dieron inicio a la celebración de la décima edición de Lollapalooza Argentina 2025, este domingo miles de fanáticos llegaron al Hipódromo de San Isidro en el Día 3 del festival con la misma energía y entusiasmo que marcaron los días anteriores. El público dejó en claro su emoción y expectativa para vivir el cierre de un fin de semana inolvidable, en un evento que sigue marcando un antes y un después en la manera de disfrutar la música en vivo. Con la ansiedad por el debut de Olivia Rodrigo en suelo argentino, la segunda visita de Rüfüs Dü Sol, el regreso esperado de Tan Biónica, y la presentación de Nathy Peluso, el público se preparó para una jornada que prometía ser el broche de oro de esta edición. Y cumplió. A ellos se sumaron nombres como Benson Boone, Girl in Red, JPEGMAFIA, entre otros, que completaron una grilla diversa y cargada de propuestas que despertó el entusiasmo de todos los presentes en un clásico de la escena musical argentina. Una de las actuaciones más esperadas de la tercera jornada fue Olivia Rodrigo. La cantante estadounidense de 22 años había generado una anticipación febril desde el anuncio de su llegada, y cuando finalmente se apagaron las luces del escenario principal, la espera encontró su recompensa. Para su primer show como parte de Lollapalooza, Olivia Rodrigo eligió un look de cuero rojo (Gustavo Gavotti) Rodrigo irrumpió en escena con un conjunto de dos piezas de cuero rojo y botas negras que resaltaban en medio de una marea de color violeta, teñida por los brillos y luces de los celulares de los fanáticos que la aguardaban desde temprano. Al ritmo frenético de “Obsessed”, su tema de apertura, marcó el pulso rockero de un show que, desde el primer acorde, se propuso romper con cualquier expectativa. Las pantallas gigantes proyectaron imágenes suyas que complementaban el impacto de su look, mientras la banda que la acompañaba tejía una base sonora potente y precisa. Sin miedo a ensuciarse ni a contenerse, la artista estadounidense bajó al nivel del público, saltó, gritó y se entregó a una masa vibrante que coreaba cada línea, cada estribillo como si fueran mantras. Su energía desbordaba el escenario y, por momentos, se fundía con la multitud que no dejaba de moverse, empapada en emoción. Sin ninguna restricción, Olivia arrasó con su primer show en suelo argentino (Gustavo Gavotti) Después del estallido inicial, Rodrigo cambió el tono y el tempo. Tomó el micrófono con suavidad y, bajo un foco que caía directo sobre su rostro, arrancó los primeros acordes de “Vampire”. La balada, que fusiona su esencia romántica con un filo de rock, encontró en el silencio respetuoso de la audiencia el escenario perfecto. Cantó con los ojos brillosos, conteniendo la emoción, mientras una sonrisa abierta le iluminaba la cara al recibir la respuesta encendida del público argentino en su primera visita al país. Al terminar la última estrofa, la artista corrió con pasos largos hacia el borde de la pasarela que se extendía sobre el público. “¿Están acá, Argentina?”, gritó, mientras barría con la mirada los diferentes sectores atestados de gente que agitaba banderas y carteles con su nombre. Minutos más tarde, tras otros temas como “Traitor” y “Bad Idea, Right?”, volvió a tomar la palabra: “Argentina, ¿cómo están? ¿La están pasando bien?”. Las gargantas desgarradas de quienes hacían fuerza contra las vallas fueron la respuesta más elocuente y esto no pasó desapercibida por la cantante, quien expresó: “Nunca he visto tanta gente en mi vida, ¡ustedes cantan muy fuerte!”. Los gritos no cesaron ni cuando la intérprete decidió sentarse con su guitarra eléctrica en brazos para interpretar “Enough for You”, en un gesto de intimidad que contrastó con la potencia del resto de su set. Y, minutos más tarde, aquella sensación de melancolía que dejó ese tema fue acompañado por un cover de “Don’t speak” de la conocida banda No Doubt que lideró Gwen Stefani a finales de la década de 1980. Iluminada con el color violeta que tanto la caracteriza, Olivia dio un performance difícil de olvidar para su público (Gustavo Gavotti) Luego de una hora cargada de adrenalina, coreografías intensas y momentos de intimidad con guitarra y piano, la artista coronó su debut en el evento con una puesta en escena que elevó el espectáculo a otro nivel, literalmente. En uno de los puntos más altos de su show, la cantante apareció sobre una tarima que la alzó hacia el cielo, mientras las luces seguían cada movimiento. Fue el prólogo perfecto para una interpretación visceral de “Deja vu”, que llevó a Rodrigo a correr de punta a punta del escenario, animando a su público a redoblar los coros. La respuesta fue inmediata: miles de voces entonaron la última estrofa, justo antes de que las luces se apagaran por completo. Minutos después, una fila de llamas emergió desde el borde del escenario, devolviéndole al show el pulso rockero que había marcado su inicio. Entonces sonó “Brutal”, acompañada por el riff contundente de sus guitarristas, que la escoltaron hasta el extremo de la pasarela. Desde allí, Olivia miró a su gente: una multitud de celulares iluminando la noche como un firmamento artificial que seguía el ritmo de cada cuerda. En un performance que combinó un tono rockero con canciones de desamor, Olivia se llevó los gritos y aplausos de sus fanáticos (Gustavo Gavotti) Y aunque le bajó la intensidad durante apenas unos segundos, el descanso fue mínimo. Sin demora, recuperó el vértigo con “All-American Bitch”, un tema que la mostró desbordada de energía, corriendo de un lado a otro mientras mantenía el control absoluto del escenario. El himno de furia pop se fundió enseguida con el grito de guerra que significó “Good 4 U”, uno de sus clásicos más esperados. Las vallas temblaron cuando los primeros acordes reventaron los parlantes. Para el cierre definitivo, Rodrigo tomó un micrófono rojo y, bajo una lluvia de luces violetas, el color que se convirtió en el sello emocional de su legión de fans, arrancó con “Get Him Back!”. Fue el último estallido de una noche que dejó a todos sin aliento. Sobre el final, mientras su baterista ejecutaba un solo que encendió la ovación del público, Olivia Rodrigo tomó los palillos y los lanzó hacia la multitud. Y de esa manera, terminó su primera vez en Argentina: elevada por la energía de miles y sellada en la memoria de quienes la esperaron durante horas, con el cielo teñido de violeta. La noche mágica de Tan Biónica en Lollapalooza Argentina 2025 Con un kimono negro con detalles plateados, el líder de Tan Biónica salió al encuentro con sus fanáticos (Gustavo Gavotti) Horas antes, la noche había avanzado sobre el Hipódromo de San Isidro y, tras una espera que pareció infinita, el Samsung Stage se oscureció de golpe. Un latido grave marcó el compás en el aire y, entonces, las luces comenzaron a rasgar la oscuridad. Finalmente, Tan Biónica volvía a reunirse con sus fanáticos y el reencuentro no fue de otra manera que en medio de un estallido. La banda, liderada por Chano Charpentier, apareció en escena envuelta en un juego de luces que parpadeaban al ritmo de los primeros acordes. Ataviados con kimonos negros de brillos plateados, los músicos se movieron como figuras extraídas de una fábula futurista. La multitud, que ya no contenía la emoción, acompañó con los brazos en alto y las voces encendidas el inicio de un show que trajo de vuelta un repertorio que había marcado a una generación. El primer golpe llegó con “Ella”, seguida por la melancolía vibrante de “Beautiful” y la euforia inevitable de “Loca”. Las canciones se sucedieron como capítulos de una historia en común, donde cada verso fue coreado con una intensidad que cruzó lágrimas y sonrisas. Los hermanos Charpentier, Bambi y Chano, entonaron algunos de sus éxitos de su discografía (Gustavo Gavotti) En un momento de respiro, el escenario quedó en manos de un DJ que preparó al público con un set breve, apenas unos minutos de transición, antes de que Chano reapareciera con una guitarra acústica. Fue un instante en el que el vértigo se transformó en calma; la electricidad del show dio paso a una atmósfera íntima, casi confesional. Más allá de su rol de frontman, se hizo espacio para sentarse al piano, acariciar las teclas y arrancar algunos acordes que sellaron el clima de intimidad en medio del torbellino. También tomó la guitarra, dándole un espacio a su audiencia para deleitarse con algunos temas a capela. Pero la noche aún guardaba una sorpresa. Cuando muchos creyeron que ya nada podría superar ese instante, apareció Nicki Nicole. Su figura recorrió el escenario como un relámpago. Con un gorro peludo estilo esquimal, bermudas negras y una camiseta deportiva negra y blanca, como si hubiera venido de otro mundo a sumarse al rito biónico. Y, una vez más, la multitud se desbordó cuando ella y Chano comenzaron a cantar “Boquitas pintadas”, mientras caminaban el escenario mientras sus voces se entrelazaban, fundiendo generaciones y estilos en un solo abrazo. Además de deleitar con su voz, Chano dio rienda a su show al tocar el piano (Gustavo Gavotti) Minutos más tarde, una lluvia de confeti plateado que caía como una nevada luminosa sobre el Hipódromo de San Isidro. El artista de 43 años volvió a tomar el micrófono con esa mezcla de entrega y nostalgia que lo había acompañado toda la noche. De esa manera, las primeras notas de “Ciudad mágica” sonaron y, de inmediato, la multitud volvió a estallar en un grito que pareció quebrar el cielo. Airbag también fue una estrella inesperada en el performance de la agrupación. Al ritmo de “Arruinarse”, la banda conformada por los hermanos Sardelli tocó la fibra sensible de las personas que se reunieron para degustar de su música. Como broche de oro, Tan Biónica cerró su paso por Lollapalooza Argentina 2025 al ritmo de “La melodía de Dios”. La canción, que desde sus primeros acordes caló hondo en el alma de sus seguidores, desató una oleada de emoción y nostalgia que atravesó generaciones. Mientras la banda interpretaba los versos finales, Chano, junto a sus compañeros, caminó por la pasarela que se extendía hacia el público. Saludaron con los brazos en alto, sonriendo, abrazándose entre ellos como quien sabe que acaba de cerrar un capítulo importante. Entonces, sin previo aviso, una lluvia de fuegos artificiales iluminó el cielo detrás del escenario. Los estallidos de colores cortaron la oscuridad y tiñeron el aire de destellos dorados y plateados. La tercera jornada de Lollapalooza abrió con Estratosfera, el proyecto de Laura Ferreira (Prensa Lollapalooza) La tercera jornada del mega festival abrió sus puertas con Laura Ferreira, conocida por su trabajo en los grupos Nenagenix y Saramalacara, presentó su proyecto solista Estratósfera en el Flow Stage. Sin banda y a solas con su teclado, Ferreira se mostró en el escenario con un tutú blanco, una imagen que contrastaba con la intensidad de su propuesta musical. Durante su presentación, la artista repasó los temas de su único álbum lanzado en 2023, llevando al público por un viaje sonoro en el que las melodías suaves y las letras profundas se mezclaron de manera sutil. Entre los temas que interpretó, destacó su reciente sencillo B.S.A.S. (Si alguna vez te sentís sola de noche), donde la artista demostró su capacidad para conectar emocionalmente con la audiencia. Laura Feirreira comenzó la tercera jornada con un performance lleno de energía y homenajes a bandas como Sumo (Prensa Lollapalooza) Sin embargo, la sorpresa de su set fueron los covers que incluyó en su actuación. Primero, interpretó “Mañana en el Abasto” de Sumo, que resonó en el público como un homenaje a la escena del rock argentino de los 80. Además, también incluyó un tema de Taichu, otra de sus referentes musicales, haciendo una conexión entre generaciones y estilos que no dejó indiferente a los presentes. A las tres de la tarde exactas, cuando el aire tibio del predio comenzaba a llenarse de ansiedad y murmullos, Francisco Victoria subió al Samsung Stage y todo se transformó en un grito unánime. El músico chileno, con una camiseta negra simple y pantalones verdes que apenas rompían el minimalismo de su atuendo, tomó el micrófono y saludó con calidez: “¡Buenas tardes, Argentina!”. Con anteojos oscuros, Francisco se presentó en las primeras horas del mega festival (Prensa Lollapalooza) El cantante chileno junto a Gattas, con quien colaboró en 2019 (Prensa Lollapalooza) La escena cobró aún más fuerza cuando comenzaron a sonar los primeros acordes de “Querida, ven”, una de sus canciones más celebradas, lanzada en 2019 junto a Juliana Gattas. Los fanáticos ya intuían lo que estaba por suceder. Entonces, Gattas emergió en escena, vestida con un conjunto marrón —pantalón y saco a juego— y unos anteojos negros que ocultaban una sonrisa que se adivinaba amplia. Cantaron juntos, con las voces entrelazadas en un dueto que desató una oleada de gritos y aplausos. Cada mirada compartida, cada gesto, era una celebración de la complicidad que ambos músicos habían construido desde aquella colaboración. La química en el escenario fue inmediata y el público lo vivió como un reencuentro largamente esperado. Cuando la canción terminó, el abrazo entre los dos quedó suspendido unos segundos más de lo habitual, mientras desde abajo llovían teléfonos y manos en alto. Acompañada de su séquito de bailarinas, Chita bailó al ritmo de sus temas (Jaime Olivos) Un rato después, en el Flow Stage, Chita apareció ante su público acompañada por un grupo de bailarinas que se mantuvieron a su lado en todo momento. Para esta ocasión, lució un top sin tiras, bordado en tonos que brillaban bajo las luces, junto con un short negro ajustado, medias altas y tacos que marcaban el ritmo de su andar seguro. La escenografía mínima daba espacio para que su figura y la de sus bailarinas dominaran el escenario con movimientos precisos, coreografiados al detalle. Las canciones se sucedieron como un torrente controlado; cada tema era una pieza de un set pensado al milímetro. Su voz, por momentos íntima y por otros vibrante, llenó el aire mientras las luces acompañaban el crescendo del show. En diálogo exclusivo con Teleshow, comentó tras su performance: “Estuve hace más o menos dos semanas preparándolo. Me puse muy contenta por la gran cantidad de gente que había”. Todavía con las emociones a flor de piel, la joven cuyo verdadero nombre es Francisca Gil, confesó con quién le gustaría trabajar en un futuro: “¿Puedo soñar? Me encantaría con Tate McRae. Amo a Tatiana”. Mientras tanto, BB Asul había tomado el mismo Samsung Stage donde antes había brillado Victoria. Frente a unas quinientas personas expectantes, se presentó con un look inspirado en Vivienne Westwood flanqueada únicamente por su banda: tecladista, baterista y un guitarrista que alternaba en el bajo. La propuesta era directa y honesta. “¡La escucho a Chita desde acá!” exclamó en un momento, arrancando sonrisas entre quienes la escuchaban atentos. "Me puse muy contenta por la gran cantidad de gente que había", aseguró Chita a este medio (Jaime Olivos) Por su parte, charló en exclusiva con este medio y comentó cómo fue su preparación para este evento de gran magnitud. “Lo venía preparando como una loca, lo dimos todo. Estuvimos ahí ensayando un montón, armando los outfits, haciendo de todo. Me sentía muy nerviosa, pero por suerte estaban mis amigos que siempre me hacen sentir bien. Sobreviví”, aseguró la cantante. Al referirse a la gran multitud de gente que se encontraba pegada a la valla a su espera, comentó a este medio: “Eran muy lindos. Se pegaron allá, me dan ternura. Los amo, se sabían todos los temas y no lo podía creer”. Girl in Red pisó por primera vez el país y deleitó a sus fanáticos (Jaime Olivos) Faltaban pocos minutos para las seis de la tarde cuando una ovación rugió desde el fondo del campo y avanzó como un oleaje incontenible hacia el escenario. Girl in Red, la artista noruega que había logrado ponerle banda sonora a los amores no correspondidos y las confesiones íntimas de una generación entera, salió a escena para dar su primer show en suelo argentino, desde el Flow Stage, con la naturalidad de quien sabe que no necesita más que su música y su energía para conquistar. Con unos pantalones deportivos anchos y un sweater azul que caía con soltura sobre sus hombros, la artista se soltó alte el público argentino. El look era relajado y contrastaba con el estruendo de bienvenida que la recibió. Nathy Peluso se robó el foco de atención al caer la noche en el Hipódromo (Gustavo Gavotti) Mientras los primeros acordes de “We Fell in Love in October” flotaban en el aire, fue inevitable: la marea de voces jóvenes, emocionadas, se elevó para cantar cada estrofa como si fuera un himno personal. Ella sonreía, caminaba el escenario de punta a punta con su guitarra en mano, miraba al público como quien se encuentra con una vieja amiga tras años de distancia. “Solo quiero decir que gracias por estar conmigo. Ustedes son el mejor público que tuve de lejos en Sudamérica. Argentina, lograron derrotar a Chile y a México”, dijo en inglés, emocionada por el gran recibimiento que tuvo en su primer Lollapalooza en el país. Al caer el sol sobre el Hipódromo de San Isidro, las luces del escenario principal se encendieron de golpe, como un latido que marca el inicio de algo inevitable. Y entonces apareció ella: Nathy Peluso. La multitud contuvo el aliento un segundo antes de explotar en un rugido. A casi un año del lanzamiento de su último álbum, Grasa, publicado en mayo de 2024, la artista oriunda de Luján regresaba a casa como una emperatriz del pop mestizo, del rap visceral, del tango aggiornado al siglo XXI. Y lo hizo no solo con una bandera donde estaba plasmado el título de su último disco, sino también enfundada en un atuendo que no dejaba dudas de su poder escénico: una campera de cuero negro con detalles de piel que dejó atrás rápidamente, medias de red que atrapaban la luz como si fueran hilos de plata, y un short ajustado que revelaba la fuerza y el control absoluto sobre su cuerpo. Con un look sensual, Nathy Peluso y sus bailarines se robaron la atención del público (Gustavo Gavotti) Con una bandera con el nombre de su último álbum, Peluso arrasó en el escenario (Prensa Lollapalooza) La primera base retumbó como un trueno. “Corleone”, un tema que se convirtió en el himno con el que eligió abrir la noche. El beat marcial arrastró al público en un movimiento unísono: miles de brazos alzados, palmas que seguían el ritmo, voces que recitaban sus versos con una furia de manada. Ella caminaba el escenario, al ritmo de la música y el movimiento de las masas. No dejó un solo centímetro sin pisar. Se agachaba, saltaba, giraba con la precisión de quien controla la física del espectáculo. La noche no le dio un respiro a nadie. Mientras el cielo de San Isidro se teñía de un azul profundo y las luces del predio marcaban el pulso frenético de la tercera jornada del festival, el Flow Stage se encendió para recibir a Benson Boone. El joven artista estadounidense, de apenas 22 años, surgido del torbellino viral de TikTok, hizo su ingreso con un despliegue que dejó sin aliento a más de uno. Benson Boone sobre el escenario de Lollapalooza Argentina 2025 (Jaime Olivos) Para su debut en el país, Boone lució un traje de dos piezas color celeste, con detalles en blanco y un imponente Sol de Mayo bordado en la espalda. La referencia a la bandera argentina fue imposible de ignorar. Pero no fue solo la vestimenta lo que encendió la euforia. El intérprete de “In the stars”, un tema que dedicó a su abuela y tiño de emoción su show, apareció en medio del escenario lanzando una serie de piruetas acrobáticas que arrancaron gritos de asombro, acompañado con las primeras estrofas de “Sorry, I’m here for someone else”. Con esa energía desbordante, el estadounidense abrió su show nocturno, marcando el inicio de una seguidilla de temas que hicieron vibrar a las miles de almas que lo aguardaban. Además, en un momento del inicio de su presentación, Boone sorprendió aún más cuando se sumó al grito que partía desde el corazón del público: “Olé, olé, olé, Argentina”. Sin dudarlo, tomó el micrófono y coreó junto a la multitud, provocando una marea de saltos y gritos que flameaban al compás del canto, en especial luego de que Benson, decidido, se acercó a una de las vallas que lo separaban de su público para reunirse con ellos. Emocionado, regresó a su lugar y continuó dando un performance difícil de olvidar al ritmo de otros de sus éxitos, “Forever and a day”, que lo hizo moverse a lo largo del escenario. El Sol de Mayo, el detalle del look de Benson que no pasó desapercibido por la audiencia (Jaime Olivos) Luego de pasar una hora en la que hizo un recorrido por los temas que escribió a lo largo de su carrera, le llegó la hora de cerrar su performance. A puro ritmo, gritos y baile con el tema que lo catapultó a la fama “Beautiful Things”. En medio de un solo de guitarra volvió a bajar del escenario y saludo a los fans y, minutos antes de dejar el show, le lanzó al público la campera que llevaba puesta. El cierre de una jornada histórica en Lollapalooza Argentina 2025 estuvo en manos de Rüfüs Du Sol, quienes transformaron el Samsung Stage en un templo de luces y sonido hipnótico. Cuando las agujas del reloj pasaron a la medianoche, los primeros acordes de “Lately” rompieron la calma relativa, marcando el inicio de un set que invitó a sumergirse en un viaje sensorial. El trío australiano, integrado por Tyrone Lindqvist, Jon George y James Hunt, construyó un escenario de pulsos electrónicos y melodías envolventes, mientras las luces intermitentes y los destellos láser pintaban figuras sobre el cielo del Hipódromo de San Isidro. La banda llevó a los miles de fanáticos a una catarsis colectiva, donde el cuerpo no pedía descanso y la música se volvía el único lenguaje posible. Así, entre beats profundos y voces etéreas, el grupo le puso ritmo al final de un domingo cargado de emociones, regalándole al público un cierre a pura danza. Una despedida sin palabras, hecha de sonidos y movimientos, que dejó al festival flotando en un estado de trance perfecto.
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