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  • “Señora, las Fuerzas Armadas han asumido el poder político de la Nación y usted queda destituida”

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 24/03/2025 23:55

    “Señora, las Fuerzas Armadas han asumido el poder político de la Nación y usted queda destituida”, le dijo el general José Villareal a Isabel Martínez de Perón, Presidente de la Nación. Terminaba así una gestión de gobierno que había comenzado con muchos problemas, tres años antes. Además, con el fin de ese gobierno se imponía el comienzo de lo que fue la dictadura más violenta y cruel que viviera el país y que se prolongaría por 7 años, 6 meses y 13 días. El almanaque mostraba una fecha: 24 de marzo de 1976. En las primeras horas de esa jornada las radios y los canales de televisión emitían una marcha militar, lo que anticipaba el mensaje oficial: “Se comunica a la población que a partir de la fecha el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta Militar. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento de las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones”. Una vez más, un golpe de Estado provocaba un quiebre a la democracia. El helicóptero que lleva a la presidente María Estela Martínez se retira de la Casa Rosada a las 0:40 horas del 24 de marzo. Debía llevarla a Olivos, pero fue a Aeroparque, donde quedó detenida. ¿Se sabía o se esperaba? En realidad, durante la tarde del 24 de marzo de 1976 se suponía que el quiebre democrático estaba llamando a la puerta. Surgían dos preguntas: ¿se sabía que habría un golpe de Estado? Y la otra, ¿se esperaba el golpe? Ambas preguntas tenían respuestas. La primera es que ante lo que se vivía, mucha gente, con mayor o menor tristeza, suponía que el golpe era inevitable y se produciría, pero había muchos que esperaban el golpe con ansias. No es esto una exageración, ya que el golpe no fue solamente militar, sino que contó con el apoyo de civiles e instituciones. Un vez más, en un país que se dice democrático, buena parte de la ciudadanía aplaudía la ruptura del sistema de gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Nuevamente, la democracia se quebraba por la fuerza. Horas decisivas La tarde del 23 de marzo de 1976 ya podía percibirse que algo estaba por cambiar en el poder. Algunos medios de prensa, en sus ediciones vespertinas, anticipaban con títulos tamaño “catástrofe” que el golpe era un hecho. La Casa Rosada, en tanto, no emitía opinión alguna. No había reacción oficial. En esa caótica jornada, representantes de distintos partidos políticos se reunían en una convocatoria multipartidaria para emitir un comunicado que, finalmente, fue sólo una formalidad. Al mismo tiempo, Casildo Herrera, titular de la CGT, viajaba a Uruguay, país en el que expresó ante la prensa: “Yo me borré”. Esto era una clara evidencia que parte del sindicalismo argentino no apoyaba a la Presidente, aunque otra sí lo hacía. Este era el caso de las 62 Organizaciones que lideraba Lorenzo Miguel, pero no fue suficiente. Minutos antes de la 1 de la mañana del miércoles 24 de marzo, María Estela Martínez de Perón subía al helicóptero que, en teoría, la trasladaría a la Quinta de Olivos. La presidente no lo sabía, pero la orden que tenían los pilotos era otra. El destino era la zona militar del Aeroparque. El final se había consumado. Ricardo Balbín conversa con la prensa tras la reunión multipartidaria de la mañana del 23 de marzo. Se emitió un documento, pero ya era tarde. “Usted queda destituída” María Estela Martínez fue llevada al despacho del hombre de la Fuerza Aérea a cargo de ese sector del Aeroparque, Antonio José Crosetto. Según indicara el matutino La Nación en una entrega realizada hace algo más de una década, se indicaba que en el lugar esperaban a la señora de Perón el general José Villarreal, el contraalmirante Pedro Santamaría y el brigadier Basilio Lami Dozo. El encargado de hablar fue el representante del Ejército: “Señora, las Fuerzas Armadas han asumido el poder político de la Nación y usted queda destituida”, le dijo Villarreal. Comenzaba así el denominado Proceso de Reorganización Nacional, lo que sería una etapa nefasta de la historia argentina, que se extendió hasta el retorno de la democracia con la asunción del presidente Raúl Alfonsín, el 10 de diciembre de 1983. El quiebre de la democracia significó el fin del estado de derecho, desatándose desde el Estado la represión a las organizaciones terroristas con métodos ilegales y la desaparición de miles de personas. Entre los delitos de lesa humanidad perpetrados por los uniformados se incluye también el robo y la apropiación de bebés nacidos en cautiverio de mujeres que luego eran desaparecidas. Una vez más, el quiebre del sistema democrático dio lugar a algo que fue mucho peor que lo que había. Seguramente es necesario recordar las palabras que Oscar Alende, fundador del Partido Intransigente, expresara el 23 de marzo de 1976: “Cada vez que los militares toman el poder en la Argentina no solucionan ningún problema y agravan los existentes”.

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