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Parana » Paginajudicial
Fecha: 24/03/2025 16:43
A cuarenta y nueve años del último golpe cívico-militar, el movimiento de derechos humanos se moviliza para denunciar el negacionismo del Gobierno nacional. En esta columna, la abogada Lucía Tejera propone reforzar la memoria y plantea que “pensar y construir memoria es ponernos en discusión, entendiéndonos múltiples, discutiendo desde nuestras identidades, la política, y sobre todo conformando porvenires”. Ana Lucía Tejera (*) Se viene otro 24 de marzo, un día en el que el pueblo argentino refuerza la idea y la construcción de un movimiento de derechos humanos que se ha conformado como una dimensión ética. Un movimiento que se constituyó por el compromiso de sujetos y actores sociales para ponerle un límite al poder desaparecedor del Estado. No es pavada. Hablar de la dictadura nos remite a uno de sus crímenes más atroces: la desaparición de cuerpos. Sabemos que esas desapariciones no fueron al azar, hubo un plan que tenía un objetivo eminentemente político. Quienes desaparecieron y fueron apresados, y sus cuerpos deshumanizados, eran militantes políticos. Acá y en toda Latinoamérica: la doctrina de la seguridad nacional y la construcción del enemigo interno. Institucionalizaron la desaparición de personas y los centros clandestinos de detención, esparciendo el terror a través de sus muros para que prevalezca en la sociedad el individualismo y el sentido de que aquel cuerpo ultrajado algo había hecho, haciendo pedazos cualquier atisbo de solidaridad como parte del entramado social. La derecha, escuché decir a un pensador latinoamericano, tiene siempre las mismas recetas. Hoy, parte del plan del ultracapitalismo es atomizarnos, meternos en un sistema en donde dediquemos nuestra vida a sobrevivir, y así desaparecer los cuerpos de la escena pública. Y güai con quienes lo intenten, que serán sometidos a una represión cruelmente protocolizada y televisada. Pensar y construir memoria es ponernos en discusión, entendiéndonos múltiples, discutiendo desde nuestras identidades, la política, y sobre todo conformando porvenires: qué queremos ser, hacia dónde queremos ir y qué bagaje cultural cargamos. Por eso insistimos en la construcción de la memoria como estímulo para la reacción y la movilización política. Insistimos con el encuentro de los cuerpos, ¡claro que sí! Porque nos quieren aislados a través de la sobreinformación digital, dejando solo lugar para el desahogo virtual y pasivo: ser seres solitarios y de un contenido político efímero. Pero somos parte de un pueblo que no cesa de buscar a los desaparecidos, a los hoy, hombres y mujeres que desconocen su verdadera historia, que juzga a los genocidas. ¡Un país que le da entidad a la ausencia! Que le da entidad al sujeto negado, y que por eso contiene a sujetos y actores sociales que se encuentran para ponerle un límite al poder desaparecedor del Estado. No es pavada. Y somos un montón. Sigo hecha un lío, y el contexto no ayuda, pero sulfura. ¡Nos vemos en la plaza! (*) Abogada. Querellante en representación de sobrevivientes y familiares de víctimas de la dictadura en Entre Ríos. Este artículo se publicó originalmente en Mal.ar.
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