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  • Barcelona se rebeló contra el turismo masivo, pero ahora teme que se reduzca demasiado

    » La Capital

    Fecha: 24/03/2025 00:06

    El gobierno de la capital catalana quiere cambiar "la percepción de que esta ciudad no quieren turistas" El disparo de una pistola de agua resonó alrededor del mundo. En el verano de 2024, después de años de soportar las presiones del turismo excesivo, los ciudadanos de Barcelona intensificaron sus protestas, con miles de personas que se reunían para gritar “turistas, váyanse a casa”. Un pequeño grupo con pistolas de agua de juguete llegó los titulares al rociar a los visitantes que estaban sentados en cafeterías al aire libre. Una travesura, aparentemente inofensiva, tal vez. Sin embargo, cuando las imágenes del incidente se difundieron por todo el mundo, la potencia de esas armas de juguete no tardó en hacerse evidente. Las viejas tensiones de la ciudad sobre su transformación en un parque de atracciones turístico estallaron con hostilidades públicas. El ataque sorpresa con agua, criticado por algunos altos funcionarios de turismo, también fue un episodio emblemático para una situación que se desarrolla en muchos otros destinos, desde Ámsterdam a Bali, donde los residentes locales deben luchar por no ser desplazados de sus propios hogares por una industria del turismo global que crece y se expande cada año, lo que se conoce como gentrificación . Asimismo, al igual que en muchos de estos lugares, Barcelona enfrenta otro problema: el turismo masivo puede ser perjudicial para la ciudad, pero también es vital para su existencia, ya que genera empleos e ingresos. El turismo representa actualmente el 14 por ciento de la economía de la ciudad y genera 150.000 empleos, dijo el director del Consorcio de Turismo de Barcelona, Mateu Hernández. Es un equilibrio del que los funcionarios de turismo de la ciudad son muy conscientes, ante la inminente llegada de multitudes de turistas este verano. A pesar de que se están llevando a cabo medidas destinadas a proteger a los residentes locales, las autoridades temen que muchos turistas no se sientan bienvenidos. “Hay una percepción de que Barcelona no quiere turistas. Nos preocupa la imagen de turismo excesivo de Barcelona”, dijo Hernández. Las autoridades están trabajando para cambiar esa percepción antes de que llegue el verano boreal. La Rambla y el Gótico, invadidos por turistas Las multitudes que recorren lugares como La Rambla y el barrio Gótico son el epicentro de los reclamos de los barceloneses. Jordi Valls, un funcionario de turismo de Barcelona señaló que en la zona de la Basílica de la Sagrada Familia viven 50.000 residentes, pero en verano otros 50.000 turistas pueden pasear por sus calles diariamente. “Todos son bienvenidos. Pero hay un límite”, dijo Valls. El turismo no siempre fue un problema en Barcelona. Durante años, la capital de Cataluña recibió un flujo constante pero sostenible de visitantes que llegaban para disfrutar la hermosa arquitectura y el estilo de vida mediterráneo. Luego llegaron los Juegos Olímpicos de Verano de Barcelona 1992 con sus mejoras urbanas. En 2004, esta ciudad de 1,5 millones de residentes recibió 4,5 millones de turistas. Para 2019, justo antes de la pandemia de Covid, 16,1 millones de turistas pasaron la noche en Barcelona, según cifras oficiales. Esos números en constante crecimiento mostraron el primer mínimo retroceso en 2024 (una baja de 100.000 turistas anuales), pero encendieron las alarmas. Controlar la oferta Valls opina que “la única posibilidad es controlar la oferta”. Hay un proyecto que busca duplicar el impuesto turístico a 15 euros por turista por noche en Barcelona, mientras que la Sagrada Familia solamente venden entradas por adelantado en internet, y el Parque Güell aumentó la tarifa de 10 euros a a 18. Pero Barcelona también debe lidiar contra sus propias contradicciones. En el puerto se inauguró en febrero la séptima terminal de cruceros, aunque el objetivo es reducir las terminales a cinco. Y el aeropuerto Barcelona-El Prat está “en un nivel de saturación”, según afirmó Mateu Hernández, por lo que se considera la posibilidad de expandirlo. La Rambla siempre está repleta de turistas. Por el momento, la solución que encontraron es reducir los dos carriles de tráfico vehicular a solo uno por lado, y así ensanchar la parte peatonal para permitir que más visitantes puedan pasear por esta zona. Justamente, la zona que concentra la mayor cantidad de reclamos de los pobladores por el sobreturismo.

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