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  • Mazón y Abascal, la UTE que amenaza a Feijóo

    » Diario Cordoba

    Fecha: 23/03/2025 14:16

    El portavoz de Vox, José María Llanos, pasa por delante de Mazón ¿Quién manda en el PP? Hasta hace unos días se podía decir con un margen de error aceptable que era Alberto Núñez Feijóo. Esa percepción sólo se veía empañada por la falta de resolución al “problema valenciano”, el desgaste reputacional que el PP está sufriendo por la permanencia de Carlos Mazón en la presidencia de la Generalitat tras la catástrofe que el 29 de octubre acabó con la vida de más de doscientas personas. Pero, pese a sus indecisiones, Feijóo aún podía jugar hasta esta semana con los tiempos mientras Mazón contaba cada día como uno menos para su liquidación. El pacto con Vox anunciado el lunes por Mazón ha reventado ese marco. Mazón es el que ahora sale de la cueva y Feijóo el que se ve sobrepasado por los acontecimientos, como se pudo comprobar en la sesión de control del Congreso celebrada este miércoles, donde el giro hacia el discurso populista en inmigración y cambio climático impuesto de facto por el jefe del Consell a su partido fue argumento recurrente en las intervenciones de los principales grupos parlamentarios sin que el PP fuera capaz de aclarar su posición. Mazón es el que ahora sale de la cueva y Feijóo el que se ve sobrepasado por los acontecimientos Pero la alianza entre Mazón y Santiago Abascal es mucho más que un compromiso para sacar adelante unos presupuestos o incluso estabilizar la legislatura en la Comunitat Valenciana. Lo que Mazón busca conseguir no es supervivencia, sino futuro. Feijóo ha estado desde el día de la DANA lanzándole admoniciones. Que fue un ingenuo al no pedir la emergencia nacional. Que estuvo “noqueado”. Que su gobierno no estuvo a la altura en aquella fatídica jornada. Que su continuidad depende de la reconstrucción. O que de lo que a la postre depende es de las investigaciones en curso. El líder nacional del PP demostraba con esa retórica no acompañada de decisiones no ser capaz de hallar una fórmula para que un Mazón al que él mismo daba por amortizado con sus andanadas renunciara al cargo. Pero también dejaba implícitamente claro que Mazón no sería de nuevo, en ningún caso, el candidato del PP en las próximas elecciones, fueran estas cuando fueran. La respuesta de Mazón a todo eso no ha podido ser más contundente: coaligarse con Abascal no sólo para aguantar hasta el final de esta legislatura, sino para repetir como cartel del PP en la próxima. ¿No fue también Feijóo el que dijo hace unas semanas que el PP no quería perder la Comunitat Valenciana? Pues suponiendo que logre mantenerse como partido más votado cuando se llame a las urnas, lo que está por ver, en la presidencia de la Generalitat sólo podrá continuar con los apoyos que le preste Vox. Y Vox ha dejado patente que quiere a un Mazón débil y no a un PP redivivo, no sólo para seguir creciendo a costa de los populares, sino para consolidarse después como alternativa en las urnas a la que, como mínimo, el PP tenga que tratar de tú a tú. Vox ha dejado patente que quiere a un Mazón débil y no a un PP redivivo, no sólo para seguir creciendo a costa de los populares, sino para consolidarse después como alternativa en las urnas a la que, como mínimo, el PP tenga que tratar de tú a tú. Eso es lo que de verdad han negociado Mazón y Abascal: un crédito que a Mazón le permita salvar la suspensión de pagos y renovar como gerente y a Abascal le proporcione réditos por encima de lo que hasta aquí le daba el mercado. Los intereses los paga la sociedad valenciana pero el avalista es el PP, que se arriesga al desahucio. Es Vox quien sostiene al PP en la Generalitat. Pero no son ni el PP ni Feijóo los interlocutores de Vox, sino Mazón, que se coloca así en una posición más aventajada. Dicho de otra manera. Con esta jugada gana Sánchez, que ve ratificado su discurso de las dos Españas y cohesiona el voto de izquierda contra la deriva supuestamente extremista del PP, que ahora aparece más clara. Gana Mazón, que al menos de momento rompe el aislamiento al que estaba sometido con la concurrencia de su propio partido. Sigue siendo presidente regional del PP, pero es Vox, y no el PP, quien intenta resucitarlo como a Lázaro. Y gana Abascal, que impone su programa y su ideario para una España en blanco y negro en una comunidad con identidad propia que es la cuarta del país. Sólo Feijóo pierde. Por eso el lunes, cuando se anunció el acuerdo en la Comunitat Valenciana, en el Palau estaban exultantes y en Génova desconcertados. Tan desconcertados como para que el portavoz del partido dijera una cosa, la “número dos” otra y cada barón la suya, sin una postura común. Si algo ha quedado claro estos días, aunque se diga lo contrario, es que ni el equipo de Feijóo ni los principales líderes territoriales del PP conocían el alcance real de lo que Mazón y Santiago Abascal habían negociado. Con esta jugada gana Sánchez, que ve ratificado su discurso de las dos Españas y cohesiona el voto de izquierda contra la deriva supuestamente extremista del PP, que ahora aparece más clara. Con todo, esa UTE entre Mazón y Abascal, como todas las sociedades pares, tiene demasiados puntos débiles que escapan a su control. Primero, que el PP es un partido que lleva la jerarquía en su adn, para el que el orden es muy importante. Y además, Mazón es unánimemente considerado por el resto de dirigentes populares, incluso aquellos que le tienen aprecio y se compadecen de su “desgracia”, como un elemento tóxico que hay que enterrar mejor pronto que tarde. Así que, si Feijóo es capaz de no arredrarse ante el órdago que le han lanzado desde València, el que lo perderá antes o después será el presidente de la Generalitat. Segundo, que las élites sociales y económicas valencianas no sólo quieren que Mazón se marche cuanto antes, es que tienen preparada la damnatio memoriae para el día siguiente a su salida. Tercero, que la indignación de la sociedad valenciana por la actuación de la Generalitat en la DANA, con independencia de que toda la oposición quiera monopolizarla, es real y no se va a superar en los despachos. “Aquí sólo hay dos salidas: o justicia o venganza”, reflexionaba un relevante empresario escéptico con el futuro de Mazón pese a mantener una buena relación con él. Y cuarto, pero determinante. Y es que cualquier posibilidad de Mazón de mantenerse o repetir no pasa sólo por el apoyo de Vox, sino sobre todo por lo que ocurra con la investigación judicial sobre su actuación. La suya individualmente, pero también la de los altos cargos que él nombró alardeando de que eran “los mejores”, dos de los cuales ya están citados a declarar. Que Mazón, como ha desvelado en estas páginas mi compañera Mercedes Gallego, se esté asesorando por un exdirigente del PP apartado del partido tras ser condenado en el “caso Gürtel”, David Serra, no es una buena noticia para la instrucción judicial, porque significa que no hay una voluntad de colaborar con la justicia sino de aprovechar cualquier resquicio para bloquearla, lo que personalmente puede ser legítimo pero políticamente resulta muy nocivo. Pero que al mismo tiempo esté buscando entre los abogados más cercanos un penalista solvente es también indicador de que la posibilidad de ser imputado, aunque resulte difícil, es algo que el jefe del Consell valora ya muy en serio. Así que a Mazón, el forzado discurso que tuvo que pronunciar el lunes asumiendo en nombre propio y del PP el relato xenófobo, negacionista y antieuropeista de Vox, que no refleja su trayectoria aunque ahora por conveniencia pase a abanderarlo, le sirvió para que Santiago Abascal le expidiera inmediatamente el certificado de buena conducta. Pero para continuar como pretende tendrá que presentar también el de penales. Y ni aun así.

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