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  • Ricardo “El Loco” Firpo Los tuercas locos

    Gualeguay » Debate Pregon

    Fecha: 23/03/2025 13:00

    R. “El loco” Firpo: -Comencé a salir en los corsos en el año 1968, con este mismo vehículo (lo tiene intacto en su taller). Se desfilaba por la calle San Antonio. Arrancábamos donde estaba la farmacia “La Estrella” (actualmente la esquina del CEM), seguíamos hasta la Plaza Constitución y volvíamos por la misma calle. Siempre me acompañaron el Tano Vallenari y Darío Etulian. En la chata Crevrolet 2025, íbamos unos doce o trece, con un acoplado y todos los días cambiábamos el cuadro; no era todos los días la misma escena como las comparsas. Por ejemplo, sacábamos una bañadera e íbamos todos bañándonos. También alguna vez hicimos boxeo; instalamos un ring sobre el acoplado y recuerdo que pasó que los boxeadores se pegaron en serio y terminaron peleados cuando llegamos al final. Además, hacíamos asados –de cordero, por ejemplo-, tortas fritas, que repartíamos al público. Teníamos un equipo de oxígeno al que le echábamos talco, apuntábamos a alguien del público y quedaba entero blanco de talco. Ricardo Firpo -Arrancamos con la chata sola y luego llegué a poner tres acoplados y un arado de rejas detrás, todo con la chatita Crevrolet. En un acoplado, íbamos haciendo asado; en otro, “operábamos” a alguien; acostábamos a un viejo amigo, quien tenía colocado un “gotero” y, a cada rato, me hacía señas para que le abriera el grifo, pues lo que recibía era vino; yo se lo cerraba porque se iba a “mamar”, si no. Habíamos colocado mondongo, tripa gorda, chinchulín sobre el “paciente”; así, con una roldana, hacíamos subir todo eso que estaba previamente enganchado. Después, había que bañarlo cuando volvíamos, porque si lo entregábamos así, su esposa nos mataba. Al arado lo manejaba Cacho Surraco, un mecánico amigo; a esos arados, si lo “apretabas” un poco se iba de acá para allá, así que también la gente también tenía que hacerse a un lado u otro, de aquí para allá. Desfilé por calle San Antonio, con las comparsas “Macumba” y “Si-Si”; también por San Antonio Norte, por Avenida Centenario, en el Parque. Alcanzamos a entrar dos o tres veces en el Corsódromo, pero como las comparsas ya no viajan, ya no hay lugar, tiempo disponible. Recuerdo algo más: no sabíamos qué presentar; eran como las cinco de la tarde. Había un árbol de lilas en la esquina del taller, era grande; se me ocurrió una idea y dije: “Che, ¿y si sacamos ese árbol y lo ponemos en el medio del acoplado?”. Nos pusimos a trabajar todos, lo sacamos y lo pusimos en el medio; era grande en serio. Del árbol colgamos escupideras, de todo… Cuando entramos, el árbol era tan grande que volteamos todo, todo… Una vez, a la Cochería Grasso le pedimos diez cajones de muertos; los pusimos cruzados, con un muchacho dentro de cada cajón; los muchachos iban levantando la tapa durante el recorrido. A los cajones los hicimos pedazos, no eran muy buenos, pero de tanto alzar y cerrar las tapas… Era la “Muerte del Carnaval”. También hacíamos fuego sobre los acoplados: iba Nolo Denaday, quien llevaba el acordeón y tocaba junto con otro acordeonista; bailábamos sobre el acoplado. Otra cosa que hicimos fue instalar una hamaca y sí, nos hamacábamos y la gente tenía que moverse porque la hamaca se le iba encima. En cuanto al fuego y los asados, arrancábamos con fuego desde acá, con una fragua y teníamos las brasas para hacer los asados durante el recorrido, sobre algún acoplado. Nos divertimos mucho. Todo el mundo esperaba para ver qué iban a sacar “Los Tuercas Locos” en cada noche. Eran menos los días de corsos en esos años: arrancaba un sábado, luego el domingo, lunes y martes; después sábado y domingo, nada más. En esa época, el corso terminaba a las doce, porque había que ir al baile; ahora, terminan a las cuatro de la mañana Siempre, siempre usamos la chatita Crevrolet. Lo único que se necesitaba era que tuviera nafta y batería cargada, nada más. Nunca le desarmé motor, nada de nada… Es una Crevrolet 1925; este año cumplió 100 años. Le hice una fiestita; le traje otras chatitas, otros autitos… Una vez que entramos en el Corsódromo, hicimos mil tortas fritas. Usamos una olla de mil litros; ahí freíamos, en el momento, sacábamos y tirábamos al público. ¡Todos se levantaban! Pero, cuando llegábamos casi al final, la gente tiraba la nieve artificial, cosas dentro de la olla… Pero, antes de eso, como todos querían, les tirábamos las tortas fritas, pero estaban medio crudas y nos las arrojaban de vuelta. Ahora no nos dejan entrar, pero parece que el año que viene, según nos dijo Dorita (Dora Bogdan, la intendente), vamos a volver a participar. Una pasada nomás, no precisamos mucho. Tengo todo y gente que se presta. “Mirá que yo voy”, me dicen…” Graciela Saavedra

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