Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Martín Rodríguez, gobernador

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 23/03/2025 07:36

    n El 26 de septiembre lo vota como Gobernador de la provincia más grande del país la Cámara de Representantes de la provincia de Buenos Aires. Lo primero que hace el flamante titular del Poder Ejecutivo bonaerense, es convocar como Ministro de Gobierno al notable Bernardino Rivadavia. Se crearon las Academias de Medicina, Ciencias Físicas y Matemáticas, Jurisprudencia y Música. El mismo Rivadavia procuró reunir a su alrededor un grupo de poetas, como Juan Cruz Varela, Vicente López y Planes y fray Cayetano Rodríguez. La música y el teatro fueron objeto de especial difusión. Entre 1820 y 1821, llegaron a Buenos Aires músicos y cantantes como Virgilio Rabaglio, Esteban Massini, Santiago Massoni o los hermanos Tanni. Las actuaciones tenían lugar en El Parque Argentino o Vauxhall y en el Coliseo o Teatro Argentino. “La Atenas del Plata” - La Buenos Aires ilustrada se convirtió en la “Atenas del Plata”. El viajero estadounidense Henry recorrió Sudamérica y pasó por Buenos Aires. Entre otros testimonios, dejó este: “A las mujeres, en vez de estar encerradas por los celos, se les permite pasear y respirar aire común. Me llamó mucho la atención la multitud de mujeres, yendo y viniendo de las iglesias, y la graciosa elegancia de su porte. Las primeras travesuras de Rosas - el 24 de noviembre de 1820 celebran el Pacto de Benegas los gobernadores de Buenos Aires Martín Rodríguez y el santafesino Estanislao López. Disponía la paz entre ambas provincias y el compromiso de Buenos Aires a concurrir al Congreso Federal de Córdoba. Otro de los puntos establecido en el pacto de Benegas establecía un donativo, en gran parte hecho por Rosas, de miles de cabezas de ganado para restituir la desmejorada economía santafesina. Fue una travesura del futuro dictador, quien finalmente se hizo pagar por el gobierno su generoso gesto demagógico. Nacía así una nueva alianza que se apoyaba en la supuesta flamante amistad entre el gobernador Estanislao López y Juan Manuel de Rosas. Nuestro adepto a la carrera de la tiranía, estaba por entonces a nueve años de dar su gran zarpazo, fue nombrado por el gobernador Dorrego, capitán de milicias, después comandante de escuadrón. Eran sus soldados los obreros de sus estancias, a los que se unían la hez (Grupo de personas que representa lo más despreciable de la sociedad, diccionario Real Academia); de los ladrones y asesinos que vagaban por las campañas. Tenían el cómico nombre de “Colorados del Monte”. Con estas tropas sostuvo al General Martín Rodríguez que había sido electo por la asamblea de diputados gobernador de Buenos Aires, pero debió salir al encuentro de la guarnición de la ciudad para demostrar con la fuerza que tenía derecho de mandar en la metrópoli argentina. Hay quien asegura que Rosas, en ese combate, fue atacado por un fuertísimo dolor de muelas que lo obligó a alejarse una legua del terreno de la lucha, y que se calmó recién cuando supo la victoria de los suyos. “Otra travesura del Brigadier sin batallas”. El gobernador Rodríguez marchó sobre Santa Fe, donde su gobernador Estanislao López, ante la imposibilidad de resistir, entró en tratos y solicitó de las provincias hermanas una ayuda en ganados, de los que aseguraba estaba muy necesitada la región. Rodríguez contestó al gobernador santafesino que haría un llamado a la generosidad de los estancieros de Buenos Aires, pero no deseaba que esto fuera una condición necesaria del tratado de paz, pues parecía que la capital argentina necesitaba comprarlo. A este propósito, surgió una viva discusión entre los dos generales, que parecía amenazar la paz convenida, cuando Rosas, adelantándose entre los dos contendientes, dijo: -Señores gobernadores: “Yo me comprometo a dar cincuenta mil cabezas de ganado a Santa Fe”. Se aceptó la oferta, y Rosas se hizo popular por esta actitud generosa; se enriqueció solicitando dos veces al gobierno de Buenos Aires 45.000 escudos y reuniendo un poco por las buenas y otro poco por las amenazas, más de 1.000 cabezas, de las que tomó la mitad para sí. Magariños asegura que Rosas ganó en este negocio un millón de libras esterlinas (cinco millones de pesos fuertes aproximadamente), sin contar los amigos, la influencia y la popularidad que con esta donación se conquistó en la provincia de Santa Fe, una de las más belicosas de la Confederación. (Alejandro Magariños Cervantes, uruguayo nacido en 1825; “Rosas y su Sistema”. Ilustración de Madrid, julio de 1851). El famoso empréstito - La obra era importante y Buenos Aires y el país no tenían un peso. Recordemos que Argentina fue en tiempos de la colonia y hasta ese tiempo la región más pobre de las posesiones españolas. El único negocio de exportación era el cuero. Ni la carne ni frutos del suelo eran exportables: No había Frigoríficos… no teníamos industrias; éramos realmente pobres. De ahí que para encarar obras trascendentes, se tramitó la contratación de un empréstito. La Ley del 28 de Noviembre de 1922. FUE UNA LEY - la votó toda la Legislatura. Rivadavia jamás puso en práctica una disposición que no haya pasado por el examen riguroso de los representantes del pueblo. Esa ley autorizó en préstamo hasta 5 millones de peso oro y negociar con la Baring Brothers, con la condición de que el Estado recibiera en efectivo el 70% de lo declarado y que el interés no excediera el 6%. Los “falsarios de la historia” han pretendido enlodarlo a Bernardino Rivadavia, quien al igual que Belgrano, San Martín y otros tantos grandes de nuestra patria, cuyo mejor certificado de honradez es haber terminado, todos ellos, casi en la pobreza. Señores, el déficit fiscal de la Argentina arrancó en el mismo 1810. El 80% de los presupuestos siempre fueron deuda pública. ¿De qué?; de las guerras por la independencia, de los enfrentamientos internos y de tantos manejos improvisados como desesperados. Rivadavia en todo - O casi en todo. Gracias a su gestión se fundó la Universidad de Buenos Aires, inaugurada el 12 de agosto de 1821, designando como primer rector al doctor Antonio Sáenz. Tardó varios años en funcionar orgánicamente. Fue la obra educativa más importante del gobierno de Martín Rodríguez. En 1822, por acción oficial o privada, se habilitaron varias instituciones académicas: La Sociedad Literaria, la Sociedad de Ciencias Físicas y Matemáticas, la Sociedad de Jurisprudencia, la Academia de Medicina y dos academias de música y canto. Cinco librerías existentes en Buenos Aires en 1825 vendían toda clase de obras literarias y científicas editadas en Europa. Fiel a su ideario, por un decreto de 1821, derogó antiguas prohibiciones a la introducción de determinados libros sin censura ni trabas de ninguna índole. Durante la época de Rivadavia se contrataron a distinguidas personalidades intelectuales del extranjero, como el matemático mexicano José Lanz, el naturalista francés Amado Bonplan, los físicos y astrónomos italianos Pedro Carta Molino y Octavio Fabricio Mossotti, el publicista e historiador, también italiano Pedro de Angelis, el ingeniero francés Carlos Pellegrini, padre de quien sería posteriormente presidente de los argentinos en 1890. La mayoría de ellos se establecieron a enseñar e investigar en el país. Otras muchas nuevas instituciones fueron creadas durante su ministerio. El Museo Argentino de Ciencias Naturales, el Archivo General, el Registro Oficial, el Departamento Topográfico y Estadístico. Se confeccionaron los primeros planos topográficos y catastrales de la provincia de Buenos Aires. La ciudad de Buenos Aires comenzó a modernizarse. Construyó edificios públicos, ensanchó avenidas, ordenó construir ochavas, mejoró la iluminación de las calles y creó el Cementerio de la Recoleta. Estas modernizaciones que emprendió estaban pensadas principalmente para la ciudad siendo menores las iniciadas en el interior de la provincia.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por