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  • El gigante que impone respeto

    » Elterritorio

    Fecha: 23/03/2025 06:13

    El Paraná es testigo de hazañas y tragedias a lo largo de la historia. Especialistas como los ingenieros Andrés Ayala y Juan Borus advierten que su comportamiento cambió debido a la variabilidad climática y la acción humana domingo 23 de marzo de 2025 | 6:05hs. El Paraná es desde tiempos inmemoriales un desafío para los nadadores y navegantes que se aventuraron en sus aguas. Conocido por sus fuertes corrientes, su caudal impredecible y sus bancos de arena ocultos, el río fue testigo de innumerables gestas deportivas y también de tragedias que marcaron su historia. Sin embargo, en las últimas décadas, el impacto del cambio climático transformó su fisonomía y su comportamiento, generando nuevos desafíos y peligros que hoy son parte del análisis necesario para el regreso de las competencias de aguas abiertas. Si bien el Paraná siempre fue un río de respeto, los cambios sufridos en su estructura han hecho que ciertos sectores sean aún más peligrosos que antes. La presencia de remolinos, sumideros y estructuras sumergidas aumentan los riesgos, especialmente para aquellos que no están familiarizados con la zona. A esto se suman las fluctuaciones en el nivel del agua, que pueden hacer que una misma zona parezca segura en un momento y riesgosa poco después. Si bien los avances en tecnología, seguridad y organización permiten prever mejor los riesgos, la realidad es que el Paraná sigue siendo un desafío complejo. Hoy los peligros son diferentes, pero no necesariamente menores. La clave está en la concientización, la prevención y el desarrollo de estrategias que permitan el regreso seguro de las competencias de aguas abiertas en sus aguas. El futuro del Paraná como escenario deportivo dependerá de cómo se gestione la seguridad y la adaptación a sus nuevas condiciones. Comprender su historia, sus transformaciones y sus desafíos es fundamental para seguir escribiendo nuevas páginas en la relación entre el hombre y este río imponente. Especialistas recomiendan evaluar constantemente el estado del río y contar con equipos de seguridad. Foto: Joaquín Galiano La variabilidad climática, con períodos prolongados de sequía seguidos de lluvias intensas, afectó la estabilidad del río y sus niveles. Estos cambios representan riesgos tanto para la navegación como para actividades recreativas y deportivas, especialmente en disciplinas de aguas abiertas que dependen de la previsibilidad del curso fluvial. Uno de los puntos clave señalados por los especialistas e ingenieros Ayala y Borus es que la represa de Yacyretá, si bien cumple un papel en la generación de energía y en la administración del caudal, no es determinante en la regulación del río Paraná. Las fluctuaciones extremas se deben mayormente a fenómenos climáticos globales, como el fenómeno de El Niño y su impacto en las precipitaciones en la región. Esta dinámica natural, combinada con la intervención humana, plantea desafíos en la planificación y seguridad de quienes utilizan el río. La concientización sobre los cambios en el Paraná no solo implica atender sus riesgos, sino también comprender su evolución en el marco del cambio climático y la acción humana sobre el ecosistema. Impacto Yacyreta El impacto de la represa de Yacyretá en el río Paraná es motivo de análisis en diversos aspectos, desde la modificación del caudal hasta su influencia en el ecosistema y las actividades recreativas. Según el ingeniero civil y docente de Geotecnia, Hidrología y Obras Hidráulicas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Misiones, Andrés Ayala, el caudal del río no ha aumentado a partir de la apertura de la represa. "No aumentó el caudal desde que se abrió la represa, porque en realidad la represa está aguas abajo". Ayala explicó que el caudal del Paraná depende del régimen de lluvias en su cuenca, que abarca aproximadamente 900.000 kilómetros cuadrados dentro de la cuenca del Plata. "Si llueve mucho, aumenta el caudal, si llueve menos, disminuye. Cuando no llueve hay un caudal muy bajo, y así funciona la cuenca", señaló. En relación con el impacto ambiental, Ayala destacó que "el hombre modifica todo" y que las represas generan cambios en el ecosistema. "En el caso de Yacyretá, lo que hizo fue generar un embalse", explicó, mencionando que la creación de reservas naturales compensatorias fue una medida clave para mitigar los efectos negativos de la inundación de aproximadamente 900 kilómetros cuadrados. Además, el especialista aclaró la diferencia entre las represas de pasada, como Yacyretá, y las de acumulación. "Las presas de pasada funcionan con el mismo caudal que entra y sale del embalse, sin variaciones de nivel significativas. En cambio, las de acumulación retienen agua y regulan su salida según la demanda energética". Desde un punto de vista económico y urbanístico, Ayala destacó los beneficios de la represa. "Yacyretá generó un desarrollo regional importante, no solo en energía, sino también en infraestructura costera, recreación y navegación comercial". En ese sentido, mencionó la rehabilitación de las riberas y la creación de costaneras en Posadas, Encarnación, Garupá y Candelaria, que impulsaron el comercio y el turismo. En cuanto a la seguridad en actividades acuáticas, Ayala recomendó precaución al utilizar el río para deportes como el canotaje, la natación y la vela, debido a la velocidad reducida del agua y la presencia de elementos sumergidos. "El río tiene una velocidad menor, lo que facilita la navegación, pero para toda actividad hay que tomar las precauciones necesarias siempre y considerar las características del lecho y los objetos que pudieron quedar sumergidos tras la formación del embalse", advirtió. Por otra parte, el ingeniero Juan Borus, responsable del pronóstico hidrológico del Instituto Nacional del Agua, brindó detalles sobre los cambios en el río Paraná tras la construcción de la represa y la influencia de la variabilidad climática en su caudal. Según Borus, Yacyretá es una central hidroeléctrica de pasada sin capacidad de regulación significativa. Esto significa que el caudal de agua que ingresa a la represa es prácticamente el mismo que egresa, salvo en situaciones excepcionales como la crecida de junio de 2014, cuando se produjo una leve atenuación debido a un manejo especial del embalse. Sin embargo, este tipo de regulaciones no son prácticas recurrentes ni sostenibles en el tiempo. Uno de los puntos clave señalados por el especialista es que los mayores cambios en el comportamiento del río Paraná están relacionados con la variabilidad climática. En los últimos 30 años, el clima ha mostrado una dinámica más errática, con períodos de crecidas y bajantes más pronunciados y frecuentes. Esto llevó a una disminución en los días con caudales medios y un aumento en los extremos, tanto de caudales bajos como altos. La alta cuenca del Paraná en Brasil se encuentra dividida en dos zonas, una mitad norte, altamente regulada por embalses, y una mitad sur, con una respuesta hidrológica más rápida y sin regulación significativa. Esta última es afectada por el avance de la frontera agrícola, lo que fue alterando la capacidad de absorción y escurrimiento del agua. Además, Borus destacó el papel del río Iguazú en los momentos de caudal máximo, ya que su cuenca, aunque pequeña en comparación con la del Paraná, genera variaciones abruptas y contribuye significativamente a los eventos de crecida. “En términos de pronósticos hidrológicos, el margen de predicción se redujo notablemente. En los años 90, era posible hacer proyecciones climáticas de tres meses con un alto grado de certeza. En la actualidad, debido a la alta variabilidad del clima, los pronósticos fiables apenas alcanzan un mes, con muchas incertidumbres incluso dentro del mismo período”, indicó Borus . En conclusión para los especialistas, el comportamiento actual del río Paraná se encuentra más influenciado por la variabilidad climática que por la regulación de embalses como Yacyretá. Los patrones de lluvias y sequías cambiaron drásticamente, dificultando la predicción y aumentando la frecuencia de eventos extremos, lo que impacta tanto en el ambiente como en actividades económicas y deportivas relacionadas con el río. El río históricamente fue esencial para las comunidades ribereñas, no solo como fuente de recursos, sino también como escenario para el deporte y la recreación. Por eso, es fundamental que quienes practican actividades en el Paraná lo hagan con responsabilidad, respetando las medidas de seguridad y las zonas habilitadas. Solo así se podrá seguir disfrutando del río sin poner en peligro la integridad de las personas. Compartí esta nota:

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