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  • Pedro Páramo y el calor de Comala

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 23/03/2025 05:10

    Antes que Gabriel García Márquez le haya atribuido a José Arcadio Buendía la fundación de Macondo. Y éste, junto a sus amigos, mujeres e hijos buscaran el mar y se convierta en el escenario de “Cien años de soledad”, “Los funerales de la Mamá Grande”, “La hojarasca”, “La mala hora” y “El coronel no tiene quien le escriba”. Y antes también que el autor haya ambientado a Macondo excesivamente caluroso, de forma tal que no había nada más deseado que el hielo en esas tierras de soles implacables, Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido mundialmente como Juan Rulfo, había insuflado para ubicar su “Pedro Páramo” en Comala, un infierno en la tierra. “El calor es tanto en Comala –dice Rulfo- que, los que allí mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija”. Ciudad del distrito de Colima, México, de casi diez mil habitantes, es el lugar donde sitúa Rulfo el lugar donde regresa Juan Preciado en busca de su padre Pedro Páramo. A la historia de Pedro Páramo, Rulfo la convirtió en libro en 1955, inaugurando la nueva novela latinoamericana, precediendo o –según algunos críticos- conformado el boom que luego instaló en el mundo de las letras a Carlos Fuentes, Julio Cortázar y a los dos Premio Nobel, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. A propósito de ello, Xavi Ayén en su libro “Aquellos años del boom”, dice que “el virus del futuro boom se incuba en el laboratorio mexicano de los años cincuenta y comienzos de los sesenta”. Y referencia a Avel-lís Artíos Gener, más conocido como Tisner, un intelectual español exiliado en México que, entre otras actividades era escenógrafo en el cine de ese país, quien “situaba atinadamente en (Rulfo) la raíz del realismo mágico, al ver su Pedro Páramo (1955) como la obra más importante de la literatura latinoamericana contemporánea, atada de pies y manos al realismo más feroz y, a partir de él, abierta al mundo dominado por la magia y el mito”. En Pedro Páramo, Juan Preciado en cumplimiento de la promesa que había hecho a su madre, en el lecho de muerte de ésta, va en busca de su padre. La figura del padre es un sostén de la trama del libro. Cuando Juan llega a Comala, la sucesión de relatos de los habitantes pobres, desangelados y maltratados por la vida que habitan ese pueblo van conformado una cosmovisión derivando el eje central de la novela al pueblo mismo como un personaje integrado por la conjunción de los habitantes del mismo. En junio de 1923, cuando Rulfo tenía seis años, su padre fue asesinado, hecho que evidentemente tuvo una influencia significativa en su vida. Cuatro años después falleció su madre. Esas circunstancias influyeron en el carácter del futuro escritor. Retornando a Pedro Páramo, de la lectura de la novela surge una especie de espectral convivencia entre personas aparentemente vivas y supuestos aparecidos que interrelacionan. La peculiar y ancestral relación del pueblo mexicano con sus muertos y la devoción que profesan por ellos, se manifiesta en toda la trama. Esa vinculación con la muerte es esencial al sentido que Rulfo le imprime a la historia. A propósito, Rulfo ha afirmado que el personaje central es “un pueblo muerto donde no viven más que ánimas, donde todos los personajes están muertos, y aún quien narra está muerto. Entonces no hay un límite entre el espacio y el tiempo”. Juan Rulfo nació el 16 de mayo de 1917. El lugar del nacimiento ha sido motivo de divergencia. Se atribuye a Apulco, un pequeño poblado donde estaba la hacienda de la familia de su madre o a San Gabriel, donde transcurrió gran parte de su infancia o a Sayula, donde se asentó su nacimiento. Todos lugares del estado de Jalisco al oeste de México. En su infancia y juventud, Rulfo accedió a la biblioteca del sacerdote Irineo Monroy, director del colegio donde cursaba. En esa biblioteca coexistían libros religiosos y algunos otros, más profanos y liberales, que por la función de censor que tenía el cura, los conservaba. Rulfo pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca, interesado, mayoritariamente por los libros de aventuras, en un México que experimentaba incidentes revolucionarios. Después de cursar en la facultad de Filosofía y Letras del Distrito Federal, Rulfo comenzó a trabajar en el archivo de la Secretaría de la Gobernación. Antes de los treinta años había podido publicar algunos cuentos en las revistas “Pan” de Guadalajara y en “América” del Distrito Federal de México. Instalado en la capital del país, trabajó como dependiente de Goodrich Euzkadi, una empresa de neumáticos de capital estadounidense. Algunos de los cuentos que en 1952 se publicaron en “América”. Más tarde se compendiaron en “El llano en llamas y otros cuentos” que se conoció en septiembre de ese año como el número 11 de la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Mexicana. Eso lo instaló en el conocimiento y dejó en claro su estilo audaz y revolucionario en las letras. “Pedro Páramo” había sido anticipado con adelantos que Rulfo publicó en tres revistas: En “Las Letras Patrias”, en la de la “Universidad de México” y en “Dintel”. El libro en sí, se conoció en marzo de 1955, hace setenta años como el número 19 de la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Mexicana. Rulfo, finalmente es conocido mundialmente por la excepcional novela “Pedro Páramo” y los cuentos de “El llano en llamas”. Se ha difundido que no ha escrito otro libro. En realidad, tenía preparado otro trabajo. Era “El gallo de oro”. Pero antes que fuera entregado a la editorial para su publicación, se lo interesó para convertirla en película. Así fue que “El gallo de oro” llegó al cine en 1964 con dirección de Roberto Gavaldón y guion del propio autor, suscripto junto a Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. Otra versión de ese cuento fue “El imperio de la fortuna” de Arturo Ripstein, con un guion en la que también participó Alicia Paz Garciadiego, la esposa del director. Antes, en 1960, Antonio Reynoso dirigió un corto “El despojo” con un cuento de Rulfo. “Pedro Páramo” tuvo una versión en 1967 con la dirección de Carlos Velo, otra en 1977 con la dirección de José Bolaños y recientemente en 2024, Rodrigo Prieto dirigió una nueva versión de la novela, con la interpretación de Manuel García-Rulfo, un actor mexicano que no obstante no es familiar del autor del libro. En otro orden, Rulfo ha desarrollado un profundo interés por la fotografía. De forma tal que ha dejado más de 6.000 negativos en los que ha explorado, tanto como en su literatura, la realidad social y cultural de México, los rostros de los hombres y mujeres de su país en un blanco y negro que no hace más que resaltar los detalles de una historia y una tierra milenariamente sufrida.

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