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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/03/2025 02:47
Las esculturas inflables de Marta Minujín, expuestas hasta el 31 de marzo, son la gran atracción del Design Art District de Miami en estos momentos De buen humor, con dos televisores encendidos en su habitación de hotel -uno sintonizado en CNN, el otro en un canal local- y preparando su equipaje para el vuelo de vuelta a Buenos Aires, Marta Minujín dialogó con Infobae Cultura sobre Dreamscape, la puesta en escena pública de dos de sus célebres, gigantescas esculturas inflables que deslumbran en Jungle Plaza, el principal espacio para eventos al aire libre del Design District de Miami, uno de los barrios más vibrantes de la ciudad. Dreamscape es la primera intervención pública de Marta Minujín allí, en el estado de Florida. La instalación incluye dos esculturas inflables monumentales: Escultura de los Deseos, una estructura blanda de nueve metros con brazos entrelazados que conforman un portal iluminado, y Golosina Emocional, un laberinto sensorial cuya disposición busca provocar desorientación y sorpresa en miles de visitantes diarios. “Me encantó. Hay un entusiasmo fantástico y muy buena energía. Este distrito me encanta, es un oasis”, dijo la mujer argentina asociada a la palabra vanguardia desde los creativos y locos años 60 del siglo XX. Ambas obras, envueltas en sonidos de cantos de aves y superficies fluorescentes, invitan al público a susurrar sus deseos dentro de sus formas móviles. Remiten a las esculturas de colchones que Minujín desarrolló en los años sesenta, caracterizadas por su propuesta inmersiva y lúdica. El proyecto, concebido por Silvana Ovsejevich y Andrea Tamaroff -con el apoyo de Fundación Ama Amoedo, Craig Robins y Clarice O. Tavares- permanecerá para la apreciación pública hasta el lunes 31 de marzo. "La gente siempre va atrás de la vanguardia", dice Marta Minujín —Viviste en París y Nueva York ¿Qué encontraste en Miami que te haya gustado especialmente? No era una ciudad asociada al arte hasta hace unas décadas atrás... — Ahora con la feria se puso de arte. Hacía muchísimo que no venía, 13, 14 años... Ojo, acá donde estoy no sé si es Miami o es un oasis en Miami, no fui a ver downtown. Sí visité el Pérez Art Museum y la colección de Craig Robins. Muy buenos lugares los dos. Tengo una obra mía del 74 el Pérez Art Museum, estuve encantada de verla. Mirá, yo considero que el centro de arte del mundo es Nueva York. Antes yo vivía en París y dejó de serlo. Porque París era realmente el centro del arte del mundo, con el impresionismo, el cubismo... Pero no fue el pop art de la década del 60. A partir de ahí el arte es Nueva York y se ha multiplicado muchísimo. Después empezaron a competirle las ferias de arte del mundo: las ferias llevan multimillonarios, turistas, llevan gente que quiere comprar cualquier cosa, como que agarran todo (risas). El problema que tienen las ferias es que después se vuelven muy comerciales y distraen de la verdadera búsqueda de nuevos conceptos en el arte de la vanguardia. La gente siempre va atrás de la vanguardia. Marta Minujín en París, en los años 60, cuando "si quería hablar por teléfono con mis padres me gastaba toda la beca", cuenta hoy —En ese sentido, siempre estás asociada a la palabra “vanguardia”... —Me considero una persona que se renueva siempre. Siempre estoy haciendo cosas diferentes. Hago los monumentos caídos y la gente los consume, como el Big Ben y el Partenón de libros que tumbé en Buenos Aires. También en Documenta-Kassel, la Torre de Pisa que la acuesto con botellas de agua mineral. El lobo marino de alfajores de Mar del Plata. Hice muchísimos. Hago cuadros, esculturas inflables, esculturas de bronce, happenings y performances. Hago de todo. Y ahora tengo retrospectivas en varios lugares del mundo. Pero acá en Miami me gustó hacer esto de las esculturas inflables porque me pareció que correspondía un poco con el concepto de Miami: algo muy actual y muy contemporáneo que de golpe se infló. —Este año también el Museo Reina Sofía compró una obra tuya. —Cuando viví en Washington, hice arte erótico. Y en Buenos Aires me la cerró la policía... Hice la exposición primero en una galería de Washington y no pasó absolutamente nada, porque era el erotismo tomado de manera congelada, como la comida congelada. ¿Entendés? Frozen Sex. Pero en Buenos Aires todavía se siguen espantando; incluso en Instagram no me dejan reproducirlas. Todavía hay un concepto en el cual ciertos temas no se pueden tocar. Febrero de 2023: Marta Minujín en el Malba, cuando cumplió 80 años y se casó "con la eternidad" —¿Eso significa que el mundo empeora, cómo lo ves? ¿Todo está peor que hace 20, 30 años? —La verdad es que no lo sé... También se ha facilitado mucho la vida. Por ejemplo, con el teléfono celular puedes estar en todas partes del mundo, te enteras de todo en el mundo y es más rápido. Antes, cuando vivía en París, una carta tardaba tres semanas en llegar y para hablar por teléfono con mis padres por poco tenía que pagar con la beca entera. Cuando estaba en Nueva York, todo pasaba dentro de una cabina de teléfono. Bueno, yo inventé una cabina de teléfono... Ahora no existen las cabinas y llevas todo en tu celular. Es un mundo más fácil donde la gente está informada de todo. Donde la gente que no sabe leer ni escribir, igual se mueve. No sé, es un mundo más fácil. Ahora, gente mala y gente buena siempre hay. Siempre va a ser igual. —¿Cómo te llevas con la idea de la inteligencia artificial asociada a la creación de arte? Hoy en día es una tendencia que crece. —No. Me han ofrecido inteligencia artificial para participar en mis obras, pero prefiero la inteligencia humana. Me gusta más. La inteligencia humana ha llegado a ser hacer todo esto que hicimos. Entonces, ahora intentar una inteligencia artificial sería como un fantasma de la misma inteligencia del hombre, porque el hombre la inventó. La inteligencia humana no puede inventar la inteligencia del hombre. Sí te puede ayudar a resolver por el camino de la información. La inteligencia artificial improvisa sobre la información que ya tiene. Pero no crea información ella misma. Los hechos ocurren y en el arte es donde podemos pensar. En el arte hay muy buenos pintores, muy buenos escultores, pero poquísimos artistas. Si vos contases -yo me considero uno de ellos- pero en todo el mundo habrá 100 artistas. Todos los demás son pintores y escultores excelentes, la gente compra sus obras y suben a precios altísimos. Pero son pintores o escultores, no son artistas. Los artistas pueden crear una película, una escultura, un libro, todo. Quienes viven el arte van creando la misma vida. "Hay un entusiasmo fantástico y muy buena energía", dice Marta Minujín sobre la respuesta del público que visita la instalación "Dreamscape" en Miami —En 2023 fue todo un acontecimiento tu cumpleaños 80, tu casamiento con el arte en el Malba ¿Te sentís reconocida aquí en la Argentina como alguien importante en la vida del país? —Y sí, porque soy argentina. Acá me llamaron Messi. Y me presentaron como “Minujín y Messi”. Como que representamos a la Argentina por ser argentinos. A mí me encanta ser argentina, soy made in Argentina. No me quiero mudar a otro país. —Igualmente seguís viajando por el mundo con gran actividad. —Este año tengo como diez viajes... Todo el tiempo. Vuelvo a Buenos Aires, voy al sur y vuelvo New York. —¿Y de dónde sacas la energía para seguir a este ritmo? —La verdad es que no sé, pero me considero que soy como Dalí. Tengo más energía que Picasso. Dalí tenía mucha energía: cuando yo lo conocí, tenía 22 años y él 70 o no sé cuánto. Pero tenía una energía que dejaba paralizados a todos. Cómo se movía en la mesa, lo que hacía, cómo caminaba. —¿Desde dónde me estás hablando? ¿Qué estás haciendo en este momento? —Ahora estoy preparando la valija para regresar a Buenos Aires. Tengo dos aparatos de televisión prendidos. Veo CNN y por el otro lado, el canal de Miami. Y he tomado el desayuno. Y ya voy a tener que cortar. [Fotos: Kris Tamburello/gentileza Meet People Meet Places]
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