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Parana » Ahora
Fecha: 22/03/2025 18:46
“Qué te trajo por acá”, el ciclo de AHORA TV con extranjeros eligieron a Paraná para vivir, presenta a la cubana Dairet Torrez Torres. Tiene 34 años y hace seis vive en la capital entrerriana, donde estudió y se recibió de Técnica en Turismo por la Universidad Autónoma de Entre Ríos. Hoy reparte su vida entre el trabajo en una agencia de viajes, muchas actividades en una iglesia evangélica y paseos por sus lugares preferidos de una ciudad donde, asegura, hace más calor que en su Caribe natal. Dairet nació y vivió hasta sus 27 años en San Miguel del Padrón, un municipio metropolitano de La Habana de unos 150.000 habitantes. Hija única por parte de madre y con un hermano que hoy tiene 23 años de parte de padre, creció en una casa con mucho tiempo compartido con tíos, tías y una numerosa “primada”. Su madre es técnica en Química Orgánica y su padre un todoterreno del quehacer cultural: “realizador de sonido, escritor y humorista”, lo define ella. Su papá vivió un tiempo en Paraná, donde trabajó de estatua viviente en la Peatonal. Fue su principal nexo con la ciudad, Él hizo contactos y gestiones durante su estadía que ayudaron a Dairet a venir a Argentina. Su padre había tramitado el documento de nacionalidad en Uruguay y cruzaba para trabajar en Argentina como turista, con permiso de residencia por tres meses. Anduvo en Olavarría y Paraná. Al hablar de su infancia habanera, Dairet recuerda “un barrio movido y fiestero”. Jugaba con sus primos, con quienes convivía en la casa de sus abuelos, y pasaba mucho tiempo en la escuela, donde le gustaba ir y en especial estudiar matemáticas. El mejor lugar para pasar el tiempo libre era el Malecón, la rambla de Habana Vieja. Con su familia o amigas se tomaban la “guagua” (colectivo) y en una hora bajaban frente al mar Caribe. “Era sentarse en el Malecón, caminar por el muro, andar con mis amigas, ir a la heladería Coppelia, sacarse fotos. Pasa el tiempo y no te das cuenta, hasta que volvés a tu casa a la noche”, reseña hoy desde su vida entrerriana. De la ciencia a los viajes Al terminar la escuela, primero estudió Microbiología. Llegó hasta tercer año y no pudo seguir. Es que el estricto sistema universitario cubano admitía pruebas de ingreso hasta los 25 años, “sin repetición y sin arrastrar materias”, explica. Con esa edad cumplida, este fue uno de los motivos para venirse, aunque no quería abandonar Cuba. “Dios permitió que se abrieran las puertas. Salir de mi país es complicado”, observa. Según el relato de Dairet, para dejar el país caribeño hay que contar con visa estudiantil o laboral. Ella, por ejemplo, tiene amigas y amigos con becas del Conicet argentino radicados en Mendoza, Buenos Aires y Córdoba. Con su padre viajando por el Río de la Plata, la joven cubana tenía posibilidades de viajar al Uruguay, Buenos Aires o Paraná. “Lo primero que averigué es si acá nevaba”, cuenta hoy con humor. “Oré y sentía que era Paraná. No tenía contactos y tenía que estar sola, pero sentí que era acá”, rememora. Quería y necesitaba estudiar. Inició contactos en la UADER, la universidad entrerriana le envió una carta de recomendación que ella presentó al Consulado y empezó un ciclo de trámites y burocracia que a unos cuatro meses después concluyó con su vuelo hacia el sur del continente. Llegó el 24 de marzo de 2018 a las 11 de la noche al aeropuerto Ezeiza, donde la impactó el frío de un incipiente otoño argentino. Estuvo unos días en Olavarría y luego viajó a la capital de Entre Ríos. Lo primero que hizo cuando llegó fue ir a conocer la UADER y recorrer la Peatonal, museos, el Teatro y la Costanera. Quedó encantada con el río. Alquiló dos años en una pensión en calle Urquiza, donde convivía con senegaleses y vecinos locales. “Trabajaba de mañana y estudiaba de noche. Iba a la pensión sólo a bañarme, comer y dormir”, resume. Su primer trabajo fue en una verdulería de calle 3 de Febrero, donde estuvo durante cerca de un año. Luego tuvo varios trabajos de media jornada, ya que priorizaba su estudio. Contó, a su vez, con una beca de UADER los primeros dos años de la carrera. Respecto de la carrera elegida, la muchacha cubana confiesa: “Después de mi experiencia con la ciencia, quería irme a algo contrario. Me atrajeron la naturaleza, la aventura, el trato con las personas. Las motivas a que vean el destino de distintas maneras y viajar para conocer lugares, pero también para hacer amistades y volver cambiado”. Le tocó cursar la carrera en tiempos del Covid-19 y la finalizó en 2024, con una tesis sobre el programa PreViaje como política turística para afrontar la crisis del sector durante la pandemia. Actualmente, con diploma profesional, trabaja en una agencia de viajes del Centro Cívico de Paraná. La caribeña en Paraná Al hablar del desarraigo, Dairet subraya que en acá le falta el mar, que extraña a su familia y amistades y que en Cuba se hace fiesta por todo. También reconoce que le costaron las fiestas y cumpleaños sin su familia. “Choca, pero agradezco que mis hermanos de la iglesia no te dejan pasarlo sola. Estoy con mi familia argentina”, valora. Es la comunidad de la iglesia Ministerio Profético a las Naciones, con templo en Rondeau y Brown. Allí la joven cubana trabaja con niños y no falta a las reuniones de sábados y domingos. “Ahí estoy completa. Mi refugio y sostén es Dios. En la iglesia cada día me fortalezco y crezco”, dice de su devoción. Y admite que encuentra muy religiosos a paranaenses y entrerrianos. “Veo muchos santos y muchos Gauchito Gil”, describe. Dairet destaca que si tiene que recomendar paseos por la capital entrerriana empieza por la Costanera. También tiene, como pasatiempos, caminar por la ciudad, leer, tejer y hacer algunas artesanías. “El frío me mata, apenas sopla un vientito lo sufro”, confiesa. Describe que el invierno en Cuba es como el otoño paranaense, con jornadas de 13 o 14 grados. “Ni siquiera se usan camperas rompevientos”, compara. Y sorprende al indicar que el verano entrerriano le resulta “más caluroso que en Cuba”, donde las sensaciones térmicas no pasan “los 30 y pico grados”, frente a los más de 40º que puede regalar el estío en el Litoral argentino. Al preguntarle por las costumbres cubanas que mantiene, resalta el café, aunque redujo su consumo, que en Cuba se cuenta de a litros. “Tomo dos tazas al día, estoy bien, tranqui. El de acá es más suave. Cuando llegué lo sentía aguado y me chocó. Allá se toma en tacitas pequeñas, pura cafeína y ‘pum pa’rriba’. Pero me adapté”, aclara. Y acota, además que fue incorporando el mate. “Comprobé la teoría de que una vez probado el amargo no volvés al dulce”, se jacta. También le gusta cocinar recetas cubanas: arroz congrí (con porotos), pollo a la criolla, frijoles, yuca con mojo, palta y tortilla agridulce de bananas. Pero extraña frutas tropicales que acá ni siquiera existen: el mamey, la chirimoya o la guanabana. ¿Sus comidas argentinas favoritas? Menciona el asado, el pescado, las empanadas, el chipá (“es una adicción”), los fideos y ñoquis con salsa y el locro, que degusta cada vez que cumple años: nació un 25 de mayo. Para el final, Dairet Torrez Torres se reconoce como argentina. “No me siento migrante”, dice. Y, aunque planifica volver a visitar a su familia en La Habana cuando pueda, quiere traer a su mamá a Paraná. Es que la extrañeza en la Argentina no le ha pesado demasiado. “Pensé que me iba a costar más pero no fue tanto. Acá tienen costumbres similares y los paranaenses me trataron siempre bien. Son amigables, cariñosos y sociales. Llevo seis años aquí y siguen diciéndome ‘bienvenida a Paraná’”, agradece.
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