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Concordia » El Heraldo
Fecha: 22/03/2025 02:54
Estos impuestos son considerados, desde una perspectiva económica y de eficiencia fiscal, los peores del sistema tributario argentino, debido a su regresividad, su efecto de cascada impositiva, su complejidad administrativa, los altos niveles de evasión que generan y su contribución a la expansión de la economía informal. La idea apunta a simplificar el sistema fiscal, pero sin embargo su implementación enfrenta desafíos significativos, especialmente en un país federal como Argentina, donde las provincias y municipios dependen en gran medida de sus recursos fiscales. Esta nota analiza las ventajas y desventajas de la propuesta, su viabilidad en el contexto actual y los mecanismos necesarios para construir consensos y garantizar la autonomía de los gobiernos subnacionales. La idea del “Súper IVA” no es nueva, pero su aplicación en Argentina plantea interrogantes sobre su viabilidad real. El país tiene una larga historia de tensiones entre el gobierno nacional y las provincias, derivadas de un sistema de coparticipación que concentra el 80% de la recaudación en manos del Estado nacional, dejando a las provincias y municipios con recursos insuficientes para promover su desarrollo económico. En este escenario, sin lugar a dudas la propuesta de un impuesto único podría simplificar el sistema tributario, reducir la evasión y mejorar la eficiencia recaudatoria. Sin embargo, también podría aumentar la centralización y dependencia de las provincias y municipios con el gobierno nacional, lo que generaría resistencias políticas y riesgos de desfinanciamiento. Para las provincias, el “Súper IVA” ofrecería la ventaja de simplificar su sistema tributario, eliminando la necesidad de administrar impuestos como Ingresos Brutos, que son complejos y costosos de gestionar. Además, un sistema de coparticipación bien diseñado podría garantizar transferencias más estables y predecibles, lo que facilitaría la planificación presupuestaria a largo plazo. Sin embargo, también existe el riesgo de que las provincias pierdan autonomía fiscal, ya que dependerían completamente de las transferencias del gobierno nacional. Esto podría generar tensiones políticas y dificultades para financiar servicios públicos esenciales. Para los municipios, la reforma también tendría ventajas y desventajas. Por un lado, simplificaría la administración de tasas municipales, reduciendo la carga administrativa y los costos asociados. Por otro lado, los municipios dependerían completamente de las transferencias de la Nación y las provincias, lo que podría limitar su capacidad para responder a las necesidades locales. En un contexto de recesión económica, donde muchos municipios ya enfrentan dificultades financieras, este riesgo es particularmente preocupante. En cuanto al gobierno nacional, el “Súper IVA” ofrecería la ventaja de aumentar la eficiencia recaudatoria y reducir los costos administrativos asociados con la gestión de múltiples impuestos. Sin embargo, también enfrentaría el desafío de construir consensos políticos en un contexto de inestabilidad y falta de mayorías legislativas. La reforma requeriría un amplio acuerdo con las provincias y municipios, lo que podría ser difícil de alcanzar en un escenario político polarizado. La viabilidad de la reforma depende, en gran medida, de la capacidad del gobierno nacional para construir consensos y garantizar que las provincias y municipios no se vean perjudicados. Esto implica establecer mecanismos de distribución automática y transparente, que aseguren que los recursos se distribuyan de manera equitativa y predecible. Además, es crucial corregir las asimetrías regionales que caracterizan al sistema federal argentino. Las provincias y municipios más pobres dependen en mayor medida de las transferencias del gobierno nacional, por lo que cualquier reforma tributaria debe incluir mecanismos para garantizar que estas jurisdicciones no se vean perjudicadas. Esto podría lograrse mediante la creación de fondos de desarrollo regional y la implementación de transferencias diferenciadas, que prioricen a las regiones con menor capacidad económica. Sin embargo, la pregunta central es si esta iniciativa es realmente viable en el contexto actual de Argentina. El país enfrenta una profunda recesión económica, con altos niveles de inflación, desempleo y pobreza. En este escenario, cualquier reforma estructural, como el “Súper IVA”, enfrentaría resistencias significativas, tanto por parte de los actores políticos como de la sociedad en general. Además, la falta de mayorías legislativas del gobierno actual complica aún más la posibilidad de construir consensos políticos amplios. En otros países federales, como Brasil, se han implementado sistemas tributarios unificados con relativo éxito, aunque requirieron un alto grado de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno. En Argentina, la clave para alcanzar un consenso político podría radicar en ofrecer garantías concretas a las provincias y municipios. Esto incluiría la creación de fondos compensatorios y la participación activa de los gobiernos subnacionales en la gestión del impuesto único, junto con la inclusión de cláusulas de no afectación. Estas cláusulas asegurarían que las provincias y municipios reciban, como mínimo, el mismo nivel de recursos que obtenían antes de la reforma, con ajustes anuales que contemplen variables como la inflación o el crecimiento económico. Además, para facilitar la transición y minimizar los impactos negativos, sería fundamental implementar la reforma de manera gradual, permitiendo que las provincias y municipios se adapten progresivamente al nuevo sistema y asegurando una distribución equitativa de los recursos en cada etapa del proceso. Con un diseño cuidadoso y un enfoque colaborativo, el “Súper IVA” podría ser una herramienta poderosa para mejorar el sistema tributario argentino y promover el desarrollo económico en todas las regiones del país. Su éxito dependerá de la voluntad política de todos los actores involucrados para superar las diferencias y trabajar en pos de un objetivo común. En lo personal, considero que la idea del “Súper IVA” es buena en teoría, pero su implementación en Argentina, si bien no es imposible, es muy dificultosa. La idiosincrasia argentina, marcada por un sistema político arcaico, conservador y poco innovador, junto con una cultura de especulación y cortoplacismo, complica enormemente la posibilidad de llevar adelante reformas estructurales. En los últimos 40 años, Argentina ha postergado una y otra vez las reformas necesarias para modernizar su economía y su sistema fiscal. Mientras prevalezca la cultura de la especulación y el cortoplacismo, será muy difícil que una reforma de esta envergadura se concrete. Sin embargo, si algún día se logran superar estas barreras, el “Súper IVA” podría ser un paso clave hacia un sistema tributario más justo, eficiente y federal.
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