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» Misionesparatodos
Fecha: 20/03/2025 14:22
El PRO se desmorona y no hay red que lo sostenga. La crisis no es solo nacional, en Misiones el derrumbe es total: renuncias, traiciones y un liderazgo fantasma que no da señales de vida. Natalia Dorper, excandidata a vicegobernadora en 2023, pateó el tablero y dejó el partido, denunciando que es un “espacio cerrado” donde la cúpula no representa a nadie. El partido que alguna vez fue la gran apuesta de la centroderecha argentina hoy parece condenado a la irrelevancia. Mientras la nueva derecha libertaria avanza con paso firme, el PRO se debate entre sobrevivir como un apéndice de La Libertad Avanza, también golpeado, o hundirse en su propio laberinto de internas y egos. El liderazgo de Mauricio Macri está más difuso que nunca y sus intentos por sostener el partido parecen más un manotazo de ahogado que una estrategia real. En Misiones, la fractura es evidente. En enero, dirigentes como Alfredo Schiavoni intentaron darle un poco de vida al partido con una carta abierta exigiéndole a Martín Goerling y a Enrique Loreiro que acuerden con los libertarios. Dos meses después, el silencio sigue siendo la única respuesta. Mientras tanto, el éxodo continúa y cada vez quedan menos soldados en el campamento amarillo. La falta de conducción es evidente, y lo que antes era una estructura con peso en la oposición provincial hoy parece una cáscara vacía sin rumbo claro. Dorper fue tajante al irse: “No se puede seguir en un espacio cerrado, sin diálogo ni consenso”. Y no es la única que lo piensa. A nivel nacional, figuras como Cristian Ritondo ya saltaron del barco, dejando al PRO con más bajas que un ejército en retirada. El partido que supo gobernar el país entre 2015 y 2019 hoy ni siquiera puede resolver sus propias internas. El desgaste no es solo en Misiones. En Buenos Aires, Córdoba y otras provincias, el PRO enfrenta el mismo dilema: someterse a un liderazgo libertario o intentar una reconstrucción sin figuras fuertes ni una estrategia clara. La UCR tampoco está en mejor posición, lo que deja a Juntos por el Cambio en estado terminal. Con cada renuncia, cada golpe de timón sin destino y cada traición interna, el PRO parece más cerca de su final. La pregunta ya no es si el partido se va a recuperar, sino si le queda algún futuro.
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