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» Diario Cordoba
Fecha: 20/03/2025 11:45
Carlo Ancelotti, head coach of Real Madrid, looks on during the Spanish league, LaLiga EA Sports, football match played between Villarreal CF and Real Madrid CF at La Ceramica stadium on March 15, 2025, in Villarreal, Spain. / Irina R. Hipolito / AFP7 / Europa Press Carlo Ancelotti recordaba días atrás que en los últimos tres años el Madrid nunca había estado en marzo con el triplete clásico (Liga, Champions y Copa) tan a tiro. Un reto jamás conseguido por el Real y solo logrado por ocho equipos europeos. Un ilusionante presente, pero en el club blanco prevalece el vinagre. Hasta el técnico italiano, por lo general dicharachero y juicioso en sus comparecencias, parece haber inoculado ese virus propagado desde la presidencia y que contagia a todas las instancias. Los árbitros, la Federación, La Liga, la UEFA, “France Football”… Todos los departamentos están en la diana madridista. Lo mismo se da plantón a la revista francesa tras un berrinche por el Balón de Oro frustrado a Vinicius que se amenaza a la patronal con no presentarse a un partido si los muchachos de Carletto no han descansado 72 horas como mínimo. Un caso nada excepcional. Tal es el estado de convulsión interna que la grave advertencia no llega del alto mando de la institución, sino de un empleado-entrenador alineado sin tapujos con la línea oficial marcada por Florentino Pérez. A lo Mourinho, el Madrid contra todo y contra todos. Salvo contra el Barça. Paradojas de la vida, su único aliado en el sueño de una Superliga que nada aliviaría el sofocante calendario actual. Como no lo hará, sino todo lo contrario, el desorbitado Mundial de Clubes que se ha sacado de la chistera la FIFA. El preparador italiano arremetió hace meses contra el torneo. Un traspié. El Real, como tantos otros, no desdeña un nuevo botín. Tema zanjado para Ancelotti. Además, la FIFA es un aliado conveniente por su azote a la UEFA, entidad endiablada para la casa blanca -al menos hasta el eterno penalti de Julián Álvarez-. No hay equipo que no se sienta maltratado por algún arbitraje o por los diabólicos encajes del calendario. Sobre este último punto, que le pregunten al Athletic, la Real o el Betis, con la lengua fuera al disputar los jueves competición europea. Pero ninguno de sus entrenadores ha dado un ultimátum como el del madridista. No es su papel. Son las dirigencias las que deben paliar el asunto en la medida de lo posible. Por ejemplo, programando una demoscopia en los vestuarios para testar si técnicos y jugadores se rebajarían los emolumentos en caso de despejarse el calendario. A menos partidos, menos pasta. No se conocen voces afirmativas al respecto. El fabuloso negocio requiere de una oferta cada vez mayor, aunque sature incluso a los aficionados. En España, el Madrid, como el Barça y el Atlético, cuenta con una plantilla superlativa para afrontar muchísimo mejor que nadie la maratoniana temporada. Su margen de maniobra es mucho mayor que el de la Real Sociedad, por ejemplo, que se ha visto en tanga para enhebrar algunas alineaciones. Su técnico, Imanol Alguacil, también es proclive a los lamentos por la saciedad de encuentros. Es lo que tiene no haberse dejado ir en la Copa o en la Liga Europa. Su obligación, como así ha sido, era intentar avanzar en todos los caminos, por más que luego lo pague en la Liga española. Las agobiantes apreturas del repertorio futbolístico fuerzan a los entrenadores a un minucioso cálculo para administrar esfuerzos. Un excel al dedillo de los minutos de cada cual, máxime cuando hoy se contemplan los cinco cambios, la mitad de los jugadores de campo. A eso deben dedicarse Ancelotti y sus colegas mientras los jerarcas debaten en las nomenclaturas futboleras y los jugadores sopesan con sus insaciables agentes una quimérica rebaja salarial. No se vislumbra otra salida que pueda dar un respiro.
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