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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 20/03/2025 10:31
La reducción de los cantos de las ballenas refleja la disminución de presas marinas vinculada al cambio climático (AP Foto/Matias Delacroix) En las aguas de la Bahía de Monterey, en California, las majestuosas ballenas jorobadas se encuentran en el centro de un fenómeno alarmante. Las vocalizaciones que estas criaturas emiten, esenciales para su comunicación, navegación y reproducción, comenzaron a disminuir. Este cambio, aparentemente sencillo, es en realidad un reflejo directo de los efectos devastadores del cambio climático en los ecosistemas oceánicos. Un estudio reciente reveló que la reducción de las vocalizaciones de las ballenas podría ser una de las primeras señales de alerta sobre la grave alteración que están sufriendo los océanos. El canto de las ballenas, un comportamiento que ha fascinado a científicos y observadores por generaciones, se convirtió en un barómetro del cambio climático. A medida que las condiciones en sus hábitats se deterioran, las ballenas parecen menos dispuestas a emitir estos sonidos, que en circunstancias normales desempeñan un papel crucial en su interacción social y su búsqueda de alimento. Un estudio en la Bahía de Monterey El Santuario Marino Nacional de la Bahía de Monterey, en la costa central de California, es un lugar clave para diversas especies de ballenas, incluidas las ballenas azules, las ballenas de aleta y las ballenas jorobadas. Durante años, estos gigantes marinos migraron a esta zona rica en alimento, particularmente en krill, anchoas y sardinas. Sin embargo, una ola de calor marina, vinculada al cambio climático, alteró profundamente la disponibilidad de estas presas, lo que ha provocado una disminución en la cantidad de cantos de ballenas. Un estudio en la Bahía de Monterey analiza cómo las olas de calor afectan la comunicación de las ballenas (REUTERS) El análisis de los cantos de las ballenas, realizado por científicos del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey (MBARI), abarcó el período comprendido entre 2015 y 2021. Este periodo incluyó una ola de calor marina que duró varios años y afectó gravemente a las poblaciones de presas de las ballenas. Los resultados del estudio, recientemente publicados en la revista PLOS One, indican que las ballenas vocalizaron menos cuando las condiciones eran peores y, a medida que las temperaturas del océano disminuían, sus cantos aumentaban. Los cánticos como indicadores del ecosistema Las vocalizaciones de las ballenas no son solo sonidos complejos y bellos. En realidad, estas emisiones son esenciales para la vida de estos mamíferos marinos, desempeñando un papel clave en la reproducción, la búsqueda de alimento y la comunicación social. Según John Ryan, oceanógrafo biológico del MBARI y uno de los autores del estudio, las ballenas actúan como “centinelas del ecosistema”, ya que sus comportamientos y vocalizaciones reflejan los cambios que ocurren en su entorno. "Todas las ballenas exhibieron los niveles más bajos de canto cuando las condiciones eran las peores“, explicó Ryan a Bloomberg, confirmando que su silencio puede ser interpretado como una señal de que los cambios en el medio ambiente están afectando su capacidad para interactuar y sobrevivir en su hábitat natural. El impacto de la ola de calor marina La ola de calor marina, provocada en parte por el aumento de las temperaturas globales, afectó de manera directa a las poblaciones de krill en la región. Este diminuto crustáceo es la base de la dieta de las ballenas azules y otras especies de cetáceos. La disminución de esta fuente de alimento forzó a las ballenas a migrar a otras áreas en busca de presas más abundantes, un fenómeno reflejado en sus canticos. La disminución de presas como el krill afecta directamente el comportamiento migratorio de las ballenas (EFE/Iván Franco) Según Vanessa ZoBell, investigadora del Laboratorio de Acústica de Ballenas en la Universidad de California en San Diego, los datos obtenidos del estudio también podrían ayudar a predecir si las ballenas abandonan sus zonas de alimentación debido a condiciones oceánicas adversas. “Si las ballenas buscan refugio en una nueva zona con más presas disponibles, debemos identificarlo para poder proteger esos refugios”, destacó ZoBell a Bloomberg. La tecnología al servicio de la ciencia El proceso de análisis de las vocalizaciones no fue sencillo. Los investigadores utilizaron micrófonos submarinos para grabar los cantos y luego emplearon herramientas de aprendizaje automático desarrolladas por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y Google. Esta tecnología permitió identificar y analizar los cantos de las ballenas jorobadas, incluso entre el ruido ambiental de los océanos, facilitando la correlación entre las vocalizaciones y la presencia o ausencia de presas en la zona. Este uso de la tecnología avanzó significativamente la comprensión de los patrones de comportamiento de las ballenas, proporcionando una nueva forma de estudiar y monitorear la salud de los ecosistemas marinos. El estudio también subraya el papel crucial de las ballenas en el ciclo del carbono marino. Aunque son afectadas por el cambio climático, las ballenas ayudan a mitigar sus efectos al secuestrar CO2 en sus cuerpos gigantescos. Las ballenas contribuyen a la absorción del CO2 en los océanos, mitigando parcialmente el calentamiento global (EFE/José Jácome) Sus excrementos promueven el crecimiento de organismos marinos que absorben carbono, contribuyendo a la reducción de CO2 en el océano y la atmósfera. Como el océano absorbe un tercio de las emisiones de CO2, cualquier alteración en el comportamiento de las ballenas, como la disminución de sus vocalizaciones, puede impactar la salud de los océanos y el cambio climático global. En última instancia, este estudio resalta cómo la biodiversidad marina está siendo seriamente amenazada por los efectos del cambio climático y la necesidad urgente de tomar medidas para proteger estos ecosistemas. Las ballenas, en su rol como centinelas del océano, continúan siendo indicadores clave de la salud de los mares y de la capacidad del planeta para adaptarse a los desafíos ambientales globales.
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