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» Diario Cordoba
Fecha: 20/03/2025 04:33
Ya la tenemos aquí, un año más. Sonríe en nuestra ventana, para que se la abramos y dejemos entrar toda su vida renovada, su luz, su belleza y su esperanza. En la ventana de un enfermo, un camionero, una oficina, una escuela, una residencia, un bar, un tren. En los ojos de un niño y en los besos de los enamorados. Nos llama con su fiesta de pájaros, de ríos y de flores, de nubes siempre nuevas; de paisajes siempre en plenitud hacia la inmensidad de sus horizontes. Es la vida, que siempre se renueva. Está por encima del dolor, por encima de la oscuridad, de las zozobras y los miedos. Ella siempre llega; sólo tenemos que afirmarnos en la inocencia y esperarla, porque ella siempre siempre llega. La primavera de un nuevo año y de cada amanecer. Ella nos llama con sus lluvias de abril y sus cielos rosas, lilas y azules. Brilla en la hierba, en los pétalos de las flores, en cada gota de rocío que sabe a amanecer de junio. Cuando su brisa pasa, sentimos su caricia en nuestro pelo, nuestros ojos y nuestro corazón. Han venido nuevos niños al mundo. Sus manecitas tiernas buscan nuestras manos. Por los campos, hay un continuo pálpito de renacer. Por más que sigamos en nuestro ajetreo, la primavera nos regala su ternura. Mirad las yemas en los árboles de las avenidas. Mirad en los naranjos los nuevos brotes de un verde que es pura inocencia entre su azahar. Oíd, entre el fragor de los coches, el canto del verderón, el canto de la tórtola, del jilguero, el gorrión. Ya están los ruiseñores preparando sus nidos por las alamedas de nuestro Guadalquivir, y las golondrinas, y las cigüeñas. En las campiñas se aparean las perdices, las totovías, las codornices, las alondras. Mirad las libélulas entre las espadañas y los juncos. Mirad la luna en la transparencia de la noche. Un año más, las estrellas dibujan sus caminos sobre el mar y las montañas. No podemos permanecer ajenos a esta fiesta. Es para nosotros los humanos. ¡Qué soledad la del universo si no nos tuviera para disfrutar de su belleza! La belleza en la inmensidad y en lo minúsculo, en las grandes galaxias y en el diseño de una célula. ¿No oís el laboreo incesante en las colmenas? Uno y otro grano de polen; una y otra y otra gota de miel. El humilde topo en su madriguera. El hociquillo del ratón de campo. La señora coneja con sus crías. Y las viñas, los olivos, los trigales. Y los veneros, los arroyos, la nieve que se transmuta en agua cristalina. ¡Qué sería del manantial si no existiese la sed! ¡Qué sería de la oscuridad si no viviesen los colores! Mirad el sol por las calles, por las fuentes. Y la sonrisa de una madre recién hecha madre, su pecho, sus caricias, su cobijo.
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