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» Diario Cordoba
Fecha: 20/03/2025 03:55
Dos ojos como dos soles enmarcados en unas pestañas de muñeca tamaño XXL, un rostro aniñado regado de pecas y un corte de pelo a lo chico bastaron para que el ‘Daily Express’ coronara a Twiggy como “la cara de Reino Unido” en 1966, el año en el que una completa desconocida de orígenes humildes, la pequeña de tres hermanas de una familia 'working class', se convirtió contra todo pronóstico en la modelo estrella del Swinging London. Su historia, la más conocida y también la que menos (una madre bipolar, su primer y muy posesivo novio, un matrimonio destrozado por el alcohol, un siniestro encuentro con Phil Spector que acabó con disparos) se cuenta por primera vez y con todo lujo de detalles en el documental ‘Twiggy’, dirigido por Sadie Frost, que inaugura hoy el festival de documentales de moda Moritz Feed Dog. Twiggy está en Barcelona de visita para presentarlo y se siente “feliz”, confiesa, “como una turista más” en la ciudad. “Anoche fuimos a un tablao en las Ramblas y aluciné con la bailaora de flamenco y lo que hacía con sus manos. ¡Nunca había visto a nadie bailar con tanta pasión, como si estuviera enfadada! Me encantó”, explica entusiasmada, sin aires de estrella pese al icono que sigue siendo. Frost corrobora esa cercanía: “El éxito y la fama suelen cambiar a la gente, pero ella sigue siendo generosa, amable, muy sencilla y humilde, pese a lo talentosa y poderosa que es. Por eso quería hacer el documental, porque cuando tienes cierto nivel de fama, la gente tiene curiosidad por tu vida íntima y es delicado contar bien tu historia”, explica Frost, que hace tres años dirigió otro estupendo documental sobre Mary Quant. Al igual que Twiggy, Frost, también actriz y empresaria de moda, está acostumbrada a lidiar con el interés que sienten los tabloides por su vida privada por sus matrimonios con Gary Kemp, ex miembro de Spandau Ballet, y Jude Law. La exmodelo Twiggy. / EPC “Twiggy era una mujer joven y hermosa y esa combinación suele ser objeto de misoginia. El documental refleja cómo los hombres intentaban oprimir a las mujeres y lo difícil que era tener una carrera exitosa porque ellos solo hablaban de tu apariencia, aunque acabases de ganar un Globo de Oro. Quería mostrar eso porque muchas mujeres de hoy no entienden cómo debían ser las mujeres de entonces. Además de hermosa, Twiggy era y es muchas cosas más”, apunta. El fenómeno Twiggy fue algo parecido a los Beatles y la minifalda en los 60: la viva imagen del terremoto juvenil de la época, el sarampión de rebeldía que contagió primero Inglaterra y después Europa y Estados Unidos. Con la particularidad que ella tenía solo 15 años cuando fue descubierta, era demasiado bajita para ser modelo y su delgadez y androginia no encajaban en los cánones de la época. ¿Dónde estaban sus curvas?, se preguntaban extrañados los analistas masculinos de la época. “Me preguntaban por mis tetas. Un reportero me preguntó una vez si el pecho estaba ‘in’ o ‘out’. Yo le contesté que nunca había estado muy ‘out’”, recuerda la ex modelo entre carcajadas. Twiggy confiesa que nunca habría tenido el valor de ir a una agencia y preguntar: "¿Puedo ser modelo?". “No me parecía a las modelos de entonces. Me veía muy diferente". / EPC El documental repasa otros momentos incómodos, situaciones que hoy solo podrían calificarse como sexistas, como cuando, recién desembarcada en Nueva York en plena fiebre de la British Invasion, Woody Allen le pregunta en una entrevista televisada por sus filósofos favoritos. “Es increíble que fuera tan cruel. Yo tenía 17 años y era muy poco sofisticada. Me daba vergüenza hacer esa entrevista en público. Me sentí muy avergonzada. Esperaba que me preguntara ‘¿De dónde viene tu nombre? ¿Qué comes? ¿Qué opinas de Nueva York?, lo habitual. Cuando me preguntó por mi filósofo favorito, pensé: "¡Dios mío, qué vergüenza!". No conocía a ninguno. Fue horrible. Entré en pánico. Pero cuando lo veo ahora, solo pienso: "¡Qué cruel!". Twiggy confiesa que nunca habría tenido el valor de ir a una agencia y preguntar: "¿Puedo ser modelo?". “No me parecía a las modelos de entonces. Me veía muy diferente. Fui la más conocida en aquella época por provenir de una familia de clase trabajadora. Pero eso nunca me importó porque tuve una infancia muy feliz, mi padre era mi roca y al ser la más pequeña, era la mimada”, explica. “Era demasiado pequeña, demasiado delgada. No podías ser modelo sin llegar al menos a 1,73 m. Yo medía 1,68 m. Así que cuando me hice famosa, empezaron a contratar a chicas más pequeñas. Pero hoy la mayoría siguen siendo muy altas”, explica. Frost coincide en que ser distinto y destacar es mucho más difícil hoy. “Antes había un poco más de espacio para ser diferente”, opina. Tampoco es muy optimista sobre la posibilidad de que surja otra Twiggy u otra Kate Moss, la última vez que una modelo con acento ‘cockney’ se convirtió en una super estrella mundial. “Lo curioso es que mucha gente de la generación de los 90 que triunfó, modelos, actores, estilistas, músicos, sí tenían orígenes humildes, como Twiggy. Hoy ocupan su puesto su generación de hijos, nacidos entre 1996 y 2005, los llamados nepo babies, que me parece una expresión horrible. Sería interesante preguntarle a algunas agencias de modelos: ¿qué las clases sociales representan a las personas en sus catálogos? Dicen que el sistema de clases ha cambiado en Inglaterra, pero en realidad sigue siendo bastante fuerte”.
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