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Concordia » Diario Junio
Fecha: 20/03/2025 01:30
Recapitulemos. Tras el golpe de Estado en Maidán, en 2014, el gobierno ucraniano, alentado y armado por la OTAN, decidió ocupar y someter a las repúblicas del Dombás, Járkov y Lugansk. Se inició entonces una guerra civil que costó 14.000 muertos civiles a los habitantes rusoparlantes, en una clara demostración de provocación a Rusia, alentada por la OTAN y la administración de Joe Biden. Las fuerzas ucranianas fueron derrotadas y se pidió un acuerdo de paz, clamando: «Estamos listos para la paz. Queremos negociar». Se firmaron los Acuerdos de Minsk I, que no fueron respetados por los ucranianos. Los bombardeos sobre la población civil se intensificaron y la guerra continuó. En 2015, nuevamente las tropas ucranianas fueron cercadas y derrotadas por los independentistas de Debáltsevo, y el gobierno de Zelensky volvió a clamar: «¡Alto a la guerra! Queremos la paz». Se construyó el Tratado de Minsk II, que tampoco fue honrado por Zelensky. Tanto es así que la entonces canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés François Hollande y el presidente ucraniano confesaron públicamente que nunca tuvieron la intención de cumplir los acuerdos, porque querían ganar tiempo para rearmar al ejército ucraniano. ¿Cómo, luego de estas traiciones, el presidente Putin no va a estar receloso en firmar un alto el fuego con semejantes personajes como Donald Trump, Zelensky y los lacayos de la OTAN? Ahora, como información de último momento, después de 1 hora y 30 minutos de conversación telefónica y en modo virtual, se dio a conocer que Putin acepta un alto el fuego por 30 días, con la condición de no atacar las estructuras energéticas de Rusia y Ucrania. Con relación a este tratado de 30 días, la parte rusa ha destacado una serie de puntos relativos a garantizar un control efectivo sobre el alto el fuego a lo largo de toda la línea de combate, la necesidad de detener las movilizaciones forzosas en Ucrania y el cese del rearme de este país. Rusia le advirtió a Trump sobre lo difícil de negociar con Ucrania, por los antecedentes mencionados al principio. El presidente ruso llamó la atención a su par de EE.UU. sobre los bárbaros crímenes terroristas cometidos por los combatientes ucranianos contra la población civil de Kursk. También le exigió el cese inmediato de la ayuda militar y tecnológica extranjera y del suministro de información de inteligencia a las fuerzas de Kiev. Lógicamente, este es un primer plazo que, si se cumple lo pactado, daría pie a otra ronda de negociaciones para la paz definitiva. Putin hace valer su condición de vencedor de una batalla a la que solo le falta ponerle la fecha de vencimiento. Solo que la OTAN, con sus lacayos serviles, principalmente del eje Reino Unido, Francia y Alemania, se propone recaudar 800.000 millones de euros para rearmarse con vistas a un futuro próximo, por temor a una invasión rusa. Totalmente absurdo. Esto solo trae ganancias para los fabricantes de armas, a costa de la población de Europa, y satisface a los industriales de la guerra, como el complejo industrial-militar (CIM) norteamericano. Por último, ¿saben por qué Donald Trump pedía piedad para los soldados ucranianos en Kursk, donde perdieron 60.000 hombres y todo su armamento? Porque, entre los hombres que quedaron atrapados en el cerco que les tendió Rusia, hay 30 oficiales de alta graduación de la OTAN, algo que estaba prohibido, al igual que la presencia de mercenarios extranjeros. Veremos cómo Trump resuelve el «problema» Zelensky, ya que Rusia no lo admite más como interlocutor, porque su mandato venció en mayo de 2024 y ahora es un gobernante de facto que sigue las órdenes del Reino Unido, donde fue formado por el MI5 de Gran Bretaña. Y sabe que, si se firma el tratado de paz definitivo, tiene «el boleto picado», como se dice ahora.
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