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» El Ciudadano
Fecha: 20/03/2025 00:44
La administración estadounidense de Donald Trump pagaría al gobierno de Nayib Bukele al menos $6 millones de dólares para que El Salvador mantenga encarcelados a 238 venezolanos, acusador de pertenecer a la pandilla Tren de Aragua. Este acuerdo implicó el traslado de los detenidos al Centro de Confinamiento del Terrorismo, donde se prevé permanecerán al menos un año, o más si las autoridades deciden prorrogar el tiempo. El costo por detenido es de aproximadamente 25.000 dólares, lo que representa un 43% de descuento en comparación con los costos promedio de encarcelamiento en Estados Unidos, publicó el New York Post. La administración estadounidense considera que esta medida es una solución más económica para los contribuyentes, ya que el costo de mantener a estas personas en las cárceles estadounidenses sería significativamente mayor. El presidente salvadoreño Nayib Bukele implementó una política de tolerancia cero contra las pandillas, designándolas como organizaciones terroristas y construyendo en 2023 el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) para albergar a criminales de alta peligrosidad. Las condiciones en esta prisión son estrictas, sin tiempo al aire libre ni visitas familiares. ¿Cómo es la vida en la cárcel de máxima seguridad de El Salvador? El Cecot, ubicado en Tecoluca, es una de las prisiones más grandes y estrictas de Latinoamérica, y es el centro de la estrategia de Nayib Bukele para acabar con las pandillas en El Salvador. Está diseñada para albergar hasta 40.000 reclusos. Lo primero que llama la atención del Cecot es su imponente infraestructura. Rodeada por muros de concreto de 11 metros de altura y reforzada con alambrados electrificados, la prisión se asemeja más a una fortaleza que a un centro penitenciario convencional. La entrada principal, custodiada por múltiples retenes de seguridad, es el único punto de acceso, lo que garantiza un control absoluto sobre quienes ingresan y salen del predio. Dentro de sus muros, la vida de los reclusos es una rutina rigurosa. Las celdas, diseñadas para alojar a decenas de internos, están equipadas con literas metálicas sin colchones ni sábanas, lo que obliga a los presos a dormir sobre superficies duras y frías. Los sanitarios son compartidos y carecen de privacidad, con pozos abiertos y piletas de cemento. Los internos pasan la mayor parte del tiempo confinados en sus celdas, sin acceso a actividades recreativas ni educativas. Las conversaciones están estrictamente reguladas y requieren autorización previa. Cualquier infracción a esta norma puede resultar en aislamiento en celdas de castigo, que se caracterizan por su oscuridad y ausencia de mobiliario. La alimentación es básica y se limita a dos comidas diarias, servidas directamente en las celdas. Estas raciones suelen ser pocas y carecen de variedad. Además, los reclusos no tienen permitido recibir visitas de familiares o amigos, lo que incrementa su sensación de aislamiento. El personal penitenciario hace constantes inspecciones y mantiene una vigilancia permanente para prevenir cualquier intento de motín o escape. Los traslados internos se efectúan con los reclusos esposados de pies y manos, y siempre bajo estricta supervisión. Este enfoque ha generado críticas de organizaciones de derechos humanos, que han denunciado posibles violaciones al debido proceso y condiciones inhumanas de detención. Sin embargo, el gobierno de Nayib Bukele defiende el Cecot como una respuesta necesaria y efectiva para erradicar la violencia de las pandillas y garantizar la seguridad de su población.
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