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» Diario Cordoba
Fecha: 19/03/2025 08:20
Confío en que entre la hora en la que escribo estas líneas y el momento en el que usted las lea no haya que lamentar daños materiales y, por supuesto, ninguna víctima debido a la crecida del Guadalquivir. Es lo mínimo. No voy a entrar, aunque quizá se debiera, en las causas de este sinvivir con el que el Padre Betis sacude a Córdoba de vez en cuando, «un río que está domesticado, pero no amansado», le escuché decir hace años a un responsable técnico de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). Y decía bien, porque la RAE recoge con el término «domesticar» el «acostumbrar a la vista y compañía del hombre al animal fiero y salvaje», que es la condición natural del río. Hace unas horas escuchaba críticas sobre cómo se gestiona el agua en la cuenca, en la que hemos pasado de una larga y feroz sequía a desembalsar a toda prisa. Pero es que no nos hacemos una idea de lo que ha llovido río arriba, a pesar de que en muchas zonas de Jaén y Granada (y eso hay que tenerlo en cuenta) aún no llegan desde que comenzó el año agrícola a los 300 litros por metro cuadrado de precipitaciones acumuladas. Esas comarcas aún no han salido de la sequía. En todo caso hay un dato lo dice todo: en las 24 horas desde las 8.00 del pasado lunes a ayer los 52 embalses de la cuenca vieron entrar la cifra récord de 572,67 hectómetros cúbicos (hm3). ¿Y qué significa eso? El problema es que estamos tan acostumbrados a hablar de hm3 que perdemos la referencia. Se trata del agua que cabría en una columna que se elevase 57,26 kilómetros desde una superficie igual al campo de juego del Bahrain Victorious Nuevo Arcángel (no me acostumbro aún al nombre) incluidas las gradas de los fondos norte y sur. ¿Lo visualizan? Son matemáticas puras y duras. «¡Pero eso es una barbaridad!¡Todo eso no cabe en Andalucía!», me dirán. Y es cierto, es una burrada. Lo que pasa es que Andalucía es muy grande también. De hecho, ese volumen de agua cabría cómodamente en el embalse de Iznájar, el segundo mayor de España, que tiene una capacidad de 920,2 hm3 y que ayer aún estaba al 27,24%. Pero en frente está el gasto que hacemos, y no por el agua potable, que supone una pequeñísima fracción de lo embalsado. ¿Saben que para confeccionar un pantalón vaquero se precisan más de diez metros cúbicos desde que se planta el algodón hasta que sale de fábrica, equivalentes a otras tantas toneladas de agua? ¿Que dos rebanadas de pan tienen una huella hídrica de 40,7 litros? ¿Que un kilo de ternera supone usar 15,4 m3 de agua?... Y todo eso en una comunidad autónoma con 8,7 millones de habitantes. Multipliquen el consumo y la huella hídrica de nuestra vida actual y le saldrá otra cifra astronómica. Así, quizá en estos cambios entre la sequía y las crecidas del Guadalquivir (y viceversa) el problema no sea tanto los embalses como qué uso le damos después al agua. Suscríbete para seguir leyendo
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