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» La Capital
Fecha: 18/03/2025 04:20
Una pareja fue condenada por la Justicia federal en un juicio abreviado por administrar una incipiente cocina de cocaína en un monoambiente de Puerto Norte . Maximiliano Adrián Ortigoza aceptó 4 años y medio de cárcel y Keila Jazmín Santos Lenz acordó tres años de prisión condicional como partícipe secundaria. La condena fue resuelta por el juez federal de Garantías Marcelo Bailaque, quien homologó un acuerdo pleno entre la defensa de los imputados y los fiscales coadyuvantes Franco Benetti y Santiago Cruz Alberdi, de la Oficina de Narcocriminalidad del Area de Casos Complejos de la Unidad Fiscal Rosario. El proceso penal, según destaca el sitio web del Ministerio Público Fiscal (MPF) fiscales.gob.ar, se realizó bajo el sistema acusatorio que rige en la Justicia federal rosarina desde hace casi un año. Ortigoza y Santos Lenz fueron condenados por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización y como coautores de encubrimiento. Y el hombre también fue condenado por una tentativa de cohecho activo ya que intentó sobornar con entre cinco y diez millones de pesos a los policías que lo detuvieron . La mujer también fue sentenciada por el uso de papeles falsos de un auto robado que fue hallado en su domicilio. Anónimo La investigación que terminó con Ortigoza tras las rejas comenzó con un mensaje anónimo recibido en la comisaría 9ª que señalaba al hombre como vendedor y distribuidor de drogas con captura activa. La pesquisa fue iniciada por la Fiscalía provincial que llegó a verificar un pedido de captura contra el hombre del Juzgado Federal de Villa María, Córdoba. Luego la Policía de Investigaciones (PDI) de Santa Fe constató que Ortigoza vivía con Santos Lenz y una hija de un año en departamento de alquiler temporario, en un décimo piso de un condominio de Carballo al 500, en Puerto Norte. Allí fueron a detenerlo minutos antes de las 13 del 1º de octubre del año pasado. Cuando el sospechoso advirtió la presencia policial intentó escapar, pero fue apresado. En el acta los policías plasmaron que Ortigoza intentó sobornarlos con diez millones de pesos a cambio de su liberación, oferta que luego se redujo a cinco millones. En tal sentido, indicaron los fiscales, “insistió varias veces con «solucionar esto» y pidió permiso para hacer un llamado telefónicco para que le bajaran el dinero”. Horas más tarde los uniformados volvieron al edificio para allanar el departamento donde vivía Ortigoza. Su mujer fue sorprendida junto con una amiga —luego sobreseída— mientras salía del edificio con una valija y bolsas en las que se hallaron prendas de vestir y objetos personales, además de una bandeja metalizada con dos kilos de cocaína y otra con bolsa con más de 400 gramos. Santos Lenz quedó detenida pero le dictaron prisión domiciliaria para poder cuidar a su hija. Para estirar La PDI requisó el departamento y se encontraron “24 gramos de cocaína, un canasto con dinero, dos ollas metalizadas con sustancia blanquecina húmeda adherida al fondo, una bandeja negra con restos del mismo material, una cuchara, y elementos de corte y estiramiento de estupefacientes (clonazepam, bicarbonato de sodio, acetona) y de fraccionamiento, como bolsas plásticas y precintos”. A partir de los hallazgos el caso quedó en manos del fuero federal. Los fiscales Benetti y Alberdi resaltaron que había indicios “serios y concordantes” en cuanto a su participación en la distribución y venta de drogas. Y en ese sentido indicaron que “Ortigoza y Santos Lenz realizaban tareas, o al menos lo pretendían, de estiramiento de cocaína para luego distribuirla”. Asimismo, explicaron que si bien en el departamento se encontraron solo 24 gramos de cocaína, el contexto llevaba a excluir la posibilidad de que la sustancia pudiera ser destinada a consumo personal. En tal sentido remarcaron la presunción que era droga que no habína podido descartar o distribuir antes del allanamiento. Esa teoría fue reforzada con chats entre Ortigoza y su pareja que abundaban sobre la temática narco. “Recién apreté una parte y me falta toda la otra de él (por un tercero), y picar todo”. “Estoy trabajando como perro, lleva tiempo y es para tener plata. Es un proceso que quede bien, sabés como estoy trabajando a full”. “Le puse 600 de corte”. “Esto se aprieta no una sola vez, como seis, siete veces por tanda, porque lo que queda suelto se aprieta de vuelta, es así, todo un tema”. “Tengo que separarle todo esto para que arranque a trabajar”, decían algunos de los mensajes. Mensajes con "Samu" Entre esos mensajes, relacionados con sustancia de corte y estiramiento halladas en las ollas, se concluyó “de manera inequívoca que llevaban adelante tareas de comercialización de estupefacientes”. Para acusar a la mujer, además, los fiscales expusieron mensajes entre ella y un contacto identificado como “Samu” que resultó ser Samuel Miqueas Medina, el yerno de Ariel “Guille” Cantero asesinado casualmente horas después de la detención de Ortigoza, crimen que no tiene vinculación con este caso según afirmaron los fiscales. En uno de esos mensajes Santos Lenz le avisó a Samu que Ortigoza había sido detenido y desde entonces intercambiaron 121 mensajes que fueron borrados. Santos Lenz, además, fue incriminada por otros mensajes con otra gente con la cual también hablaba de venta de drogas, conversaciones referidas a “la del delfín” o “yo estoy comprando la 777” y “no me importa de quien sea, compro igual mientras haya precio”. Para los fiscales, “no queda lugar a dudas que ‘Delfín’ y ‘777’ son referencias a los distintos sellos de los panes de cocaína que comúnmente aparecen en secuestros y escuchas de este tipo de causas judiciales”.
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