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» Diario Cordoba
Fecha: 17/03/2025 16:37
Una posibilidad remota, una mosca blanca, como marca la expresión. Así de claro le dejaron a Ana y Antonio Jesús que sus posibilidades de ser padres de manera natural eran más que improbables. De Villanueva de Córdoba y Pozoblanco, respectivamente, conviven con una enfermedad como la Ataxia -la padece ella- que no incapacita para la gestación. Sin embargo, un estudio genético detectó la incompatibilidad de dos cromosomas que portaba él. Fue en diciembre de 2023 cuando conocieron ese diagnóstico, lo recuerdan porque compraron dos décimos de lotería -acabados en los números de esos cromosomas- pero seis meses después la vida hizo posible lo casi imposible. En julio de 2024 un corto retraso les hizo comprar un test de embarazo, por descartar algo que «teníamos descartado», pero el resultado fue inmediato y claro. «Compramos otros dos y el resultado volvió a ser el mismo», cuentan mirando a Hugo, que pide protagonismo porque ha llegado la hora de comer mientras sus padres cuentan su historia, una que dentro de unos años escuchara él. Después del test positivo sus planes siguieron, tocaba irse de vacaciones a Mallorca y cuando regresaron ya sí empezaron con las revisiones pertinentes y el control de propio embarazo. Mejor de lo que pensaban «Lo hablamos y muchas veces lo decimos, ha ido todo mejor de lo que pensamos», relata Ana. Ha hecho vida normal, algo más pesada en los últimos meses, a pesar de la reducción de movilidad que sufre por su enfermedad, algo que le llevó a escuchar en alguna consulta que lo mejor era no tener hijos. Pero eso no entraba en sus planes porque «siempre hemos tenido claro que queríamos ser padres». A pesar de esa decisión, se lo pintaron tan negro que el miedo apareció cuando vislumbraron esa posibilidad más cercana que nunca. Pero la felicidad pudo y puede cada día. Tenían tan claro su deseo que hicieron hasta cuatro veces el camino de la Virgen de Luna para que les concediera ese deseo. Y el deseo llegó cuando la única opción médica que le daban eran la reproducción asistida, pero con donante de semen o la adopción. Se impuso la naturaleza. Hoy, Hugo es el fruto del amor de Ana y Antonio, que no pueden evitar emocionarse cuando expresan lo que para ellos ha significado tenerlo entre sus brazos. «Es lo más bonito del mundo, una emoción difícil de calificar», coinciden los dos. Cuentan su historia casi al unísono, con las particularidades de cómo la ha vivido cada uno, pero con la fusión que supone estar sintiendo lo mismo. Los nervios, el miedo e incluso el sentarse a hablar por si algo se daba mal durante el parto. Se miran, dejan claro que esa conversación existió, pero que hoy Hugo, su hijo, es el que aleja cada uno de esos miedos, aunque consigo traiga otros. Mientras lo calma antes de que tome su biberón, Ana cuenta que tienen mucha ayuda para cuidar al pequeño. Su reducción de movilidad le impide afrontar ciertos cuidados, pero ahí está Antonio Jesús. Aluden ambos a lo fundamental que es su familia en estos momentos, sobre todo, los padres de ella porque viven en el mismo edificio. Hacen un tándem perfecto, como pareja y como padres, y ya piensan en los planes que seguirán haciendo, esta vez con uno más. Hugo, cuando crezca, sabrá que a sus progenitores no les frenó nada. Tampoco a la hora de luchar por lo que más querían, ser padres. Suscríbete para seguir leyendo
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