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» Diario Cordoba
Fecha: 17/03/2025 16:22
Es, desde hace cuatro años, el principal sospechoso de la desaparición de Ibrahima Diouf, un jornalero senegalés de 33 años, casado y padre de una niña, al que se tragó la tierra en Villacarrillo (Jaén) el 5 de enero de 2021, tras exigir condiciones de trabajo dignas al patrón para el que recogía aceitunas. Ahora la Guardia Civil acaba de detenerlo, según ha sabido el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica. Este lunes, los investigadores de la UCO y de la Comandancia de Jaén que han seguido los pasos a Ginés Vicente, el empresario agrícola para el que trabajaba Ibrahima, lo han arrestado como presunto responsable de la desaparición del temporero, cuyo cuerpo sigue sin encontrarse. La investigación, dirigida por el juzgado de instrucción 1 de Villacarrillo, está bajo secreto. Georradar, buzos y perros Su detención se produce dos años y medio después de que la Guardia Civil registrara, con ayuda de guías caninos y un georradar, varias casas y fincas del patrón, su garaje y otras propiedades de su familia, en la provincia de Jaén, en busca del cadáver del joven africano y de posibles indicios que pudieran arrojar luz sobre lo que le ocurrió. Los buzos del GEAS se adentraron en un pozo situado en el patio de la casa donde el empresario tenía alojados a Ibrahima y el resto de empleados. También inspeccionaron varias piscinas naturales de Mogón, una pedanía de Villacarrillo. Agencia ATLAS Fue un amigo de Ibrahima quien denunció su desaparición el 16 de enero de 2021. "El día que desapareció llovía a mares, el campo estaba enfangado y el patrón pidió a Ibrahima y al resto de la cuadrilla que fueran a la finca y recogieran la aceituna de todos modos. Él se negó a trabajar en esas condiciones y discutieron. Entonces, Ibrahima le dijo que se marchaba", explicó Abdou Bity a la Guardia Civil. No llegó al autobús Ibrahima contó a un amigo que estaba harto y que había comprado un billete de autobús para marcharse esa misma tarde a Cartaya (Huelva), donde otros compatriotas ya le esperaban para trabajar en la campaña de la fresa, pero la UCO ha descubierto que Ibrahima nunca llegó a subir en ese autobús. Antes de salir para la estación, el joven había quedado en casa con su patrón para que le pagara el sueldo que le debía por un mes de trabajo. "Pero después de estar con el jefe, se lo tragó la tierra", contó el amigo del desaparecido a este medio en septiembre de 2022. Otro jornalero desaparecido Ibrahima no es el primer jornalero que desaparece mientras trabajaba para Ginés Vicente y tras discutir con él por las malas condiciones de trabajo. Ocho años antes de que a Ibrahima se lo tragara la tierra, Tidiany Coulibaly, otro inmigrante llegado de Mali para hacer la temporada de la aceituna en la finca de Ginés Vicente, desapareció de la misma vivienda que el senegalés. Aquel 17 de diciembre de 2013, Coulibaly, de 22 años, había discutido con el empresario después de reclamarle un salario digno para él y para su cuadrilla, al igual que hizo Ibrahima antes de desaparecer. Unas orejeras Según daría por probado luego la Audiencia de Jaén, el patrón pagaba a Coulibaly y a sus compatriotas entre 20 y 30 euros diarios, es decir, muy por debajo del salario mínimo establecido en 50,36 euros. Además, el hombre, que descontaba del sueldo de sus empleados el precio del material que rompían durante su jornada laboral, tenía a varios empleados en situación irregular y sin dar de alta. Después de aquella discusión con el patrón, la familia y los amigos de Coulibaly no volvieron a saber de él y denunciaron su desaparición. La Guardia Civil detuvo a Ginés Vicente después de encontrar unas orejeras del jornalero con su ADN en 'La Moratilla', una finca de olivos de unas cuatro hectáreas que el empresario gestionaba a las afueras de la localidad jienense de Villanueva del Arzobispo y donde el temporero nunca había estado trabajando. En 2014, la Guardia Civil encontró las orejeras de Tidiany Coulibaly en la finca 'La Moratilla', a pesar de que el jornalero no trabajó nunca allí. / SUCESOS El teléfono móvil del patrón lo situaba en aquel terreno la mañana en que Coulibaly desapareció. Además, Elton, el perro de la Guardia Civil que participó en numerosas búsquedas de personas desaparecidas, como la de Diana Quer, marcó restos biológicos en un olivo de la finca que se encontraba a escasos metros del lugar donde hallaron las orejeras del joven africano. El empresario se sentó en el banquillo acusado de desaparición forzosa, dos delitos continuados contra los derechos de los trabajadores, dos delitos contra la Administración de Justicia, un delito de desobediencia a la autoridad, otro contra la salud pública (los agentes encontraron 330 gramos de marihuana en una de sus propiedades) y una falta por defraudación del fluido eléctrico en la casa donde alojaba a los temporeros. Coaccionó a dos testigos Antes de que se celebrara el juicio, en el que el fiscal pidió para Vicente 16 años de cárcel, mientras que la familia de Coulibaly solicitó una condena de 29 años, el empresario trató de "coaccionar a dos testigos", según la resolución judicial, para que mintieran en su declaración ante la Guardia Civil. Les pidió que dijeran que lo habían visto el día que desapareció su empleado, a la hora en que precisamente no tenía coartada. A cambio, según la sentencia de la Audiencia de Jaén, Vicente les prometió perdonarles una deuda. Finalmente, fue condenado a dos años y medio de cárcel por "explotar" a sus trabajadores. El tribunal consideró acreditado que los "engañó y abusó de ellos" aprovechando que se trataba de "inmigrantes extranjeros, algunos de ellos sin papeles, y que no conocían apenas nuestro idioma". La Audiencia de Jaén también consideró culpable a Ginés Vicente de un delito de obstrucción a la Justicia, pero, ante la falta de pruebas, lo absolvió de hacer desaparecer el joven. "Aquí el negro soy yo" Diez días antes de que el tribunal dictara sentencia, el empresario acusado se expresaba así en declaraciones a la revista Interviú: "Sé que me van a condenar, porque yo ya he sido condenado. Me han estigmatizado, con el matiz del negrito desmayado que acusa al empresario, ¿a quién van a escuchar? A la parte más noble por así decirlo". El hombre añadió: "Estos chavales me inspiran compasión, pero en el fondo nadie les obliga a estar aquí y serán nómadas o como quieran llamarlos, pero tienen dinero, porque no gastan y nosotros les damos hasta la ropa que llevan. Hay gente de los nuestros que lo está pasando mal y son incapaces de pedir un kilo de garbanzos, pero esta gente se pone mil veces en la cola para pedir". Por último, el empresario de Villacarrillo aseguraba que la Guardia Civil se había ensañado "con el más pobre": "aquí el negro soy yo".
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