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» Diario Cordoba
Fecha: 17/03/2025 15:58
El océano Ártico es la zona del planeta más afectada por el cambio climático. La pérdida de hielo no solo no toca fondo, sino que continúa creciendo a un ritmo insostenible. Tanto es así que durante este invierno ha alcanzado un nuevo mínimo histórico. Dentro del desastre, hay un punto que preocupa sobremanera a los expertos. O, mejor dicho, una línea, la que limita esta vasta extensión de agua con su vecino, el Atlántico. Distinguir dónde acaba uno y dónde empieza el otro es cada vez más complicado, un ‘detalle’ que es cuanto menos preocupante, porque impacta de lleno en la biodiversidad de ese territorio, pero también en el clima de todo el globo. Las aguas frías y dulces del Ártico son cada vez más calientes y saladas El primero en describir este fenómeno fue Igor Polyakov, científico del departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Alaska (EEUU). Él mismo lo bautizó como ‘atlantificación’, el término que hoy en día se usa para definir el problema. «Es una parte muy importante del cambio climático. Observamos los primeros efectos en el Ártico siberiano pero, después, debido al patrón de circulación, se extendieron por todo el océano. El derretimiento del hielo es un buen ejemplo de esto», explica a preguntas de PRENSA IBÉRICA. El Atlántico penetra con más sal ¿En qué consiste esta ‘atlantificación’? En resumen, el Ártico está sustituyendo las cualidades que lo definen por las propias del Atlántico. O dicho de otra forma, sus aguas frías y dulces son cada vez más cálidas y saladas. En sus orígenes, debido a los patrones de circulación de los océanos a nivel global, el agua fluía entre estos dos gigantes, pero los intercambios se producían en los niveles más profundos. La razón es que el agua ártica (a menos grados y con menor concentración de sal) flotaba, mientras que la atlántica, más salada, quedaba relegada a las zonas más profundas. Sin embargo, la progresiva desaparición del hielo lo ha ido cambiando todo: «La superficie se ha calentado y la barrera habitual entre estas capas se ha ido degradando», indica Polyakov. Es decir, en años recientes el Atlántico está enviando a las cuencas polares aguas más cálidas y con mayor salinidad que anteriormente. Reducción de la cobertura de hielo marino en el Ártico / ECMWF «Aunque el fenómeno se observa desde hace tiempo, varios estudios han revelado que en 2010 hubo una fuerte ‘atlantificación’. Un pico de intensidad, podríamos decir. Desde entonces, esta tendencia se está acelerando, especialmente en el mar de Barents, una de las regiones más afectadas», subraya Eva de Andrés, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM-CSIC). De Andrés enumera las razones que ponen en relieve la magnitud del problema. «El Ártico está cubierto de hielo gran parte del año y tiene una estructura en capas bien definida. Por desgracia, debido a la ‘atlantificación’, esa estratificación se debilita, favoreciendo que el calor llegue a la superficie, con consecuencias físicas importantes», asegura. Estas son, una vez más, la reducción del hielo marino, lo cual «hace que disminuya el albedo [capacidad de reflejar la luz solar] en esta región, lo que favorece la absorción solar incidente, que promueve un aumento de la temperatura, no solo oceánica, también atmosférica», dice. Imagen del casquete polar ártico / Agencias Y también se producen alteraciones en la circulación oceánica: «Debido a las diferencias de densidad entre el agua dulce y la salada, puede darse un incremento en la estratificación vertical y horizontal que inhiba procesos de mezcla tanto advectiva como difusiva, lo cual es vital para organismos pelágicos que sustentan los ecosistemas árticos», apunta). Es la pescadilla que se muerde la cola: el hielo actúa como una gran capa protectora que cubre estas gélidas aguas. Pero, si desaparece, estas se quedan totalmente a merced de los vientos, los mismos que vuelven este océano más dinámico. Por ello, la interacción entre las aguas es mayor y hay mayor probabilidad de que las atlánticas se aúpen hasta las zonas más próximas al exterior. Impacto sobre las especies Este proceso impacta de lleno en todos los niveles de la biodiversidad, desde el zooplancton y el fitoplancton hasta los depredadores superiores. Sin ir más lejos, las corrientes transportan nutrientes de los que dependen las plantas marinas para realizar la fotosíntesis. No se trata de meras suposiciones: un equipo de científicos destinado en la zona observó la presencia, hace unos meses, tres especies de peces (capelanes, bacalaíllas y túnidos) y una de calamar nunca vistos en latitudes tan elevadas, hasta 400 kilómetros más al norte de lo habitual. No es, ni mucho menos, el único ejemplo comprobado. Eva de Andrés menciona desde especies subárticas como el pequeño crustáceo Calanus finmarchicus, «un copépodo que encuentra cada vez condiciones más propicias en latitudes árticas, debido al adelanto del deshielo y al aumento de la productividad», hasta organismos gelatinosos como Aglantha digitale, «una hidromedusa cuya abundancia en las aguas epipelágicas del Ártico europeo que está disminuyendo de manera constante». Se acuerda también de las especies boreales, cuya expansión se está viendo favorecida por el transporte de plásticos flotantes, y de las aves, que ven cómo desaparecen progresivamente sus presas habituales. El Ártico sufre un acelerado deshielo / Agencias Capítulo aparte merece el oso polar, uno de los grandes emblemas de estos territorios remotos. Que su población no hace más que decrecer ya está más que certificado y la causa de esto está clara: el hambre. La falta de hielo hace que la temporada de caza se acorte, justo lo contrario de lo que ocurre con los periodos de hibernación. Por ende, la reproducción cae y la supervivencia de los cachorros, también. En parte es debido a que las madres producen menos leche y las crías no engordan lo suficiente para superar sus primeros meses en el mundo. Los datos apuntan a que las camadas han menguado un 11 por ciento en apenas 40 años. El oso polar, en peligro: las madres producen menos leche y las crías no engordan lo suficiente Como afirma Polyakov, la voluntad de los gobiernos internacionales para poner en marcha decisiones encaminadas a la reducción de emisiones contaminantes es clave para vislumbrar una cierta esperanza respecto al océano Ártico. Y, entre tanto, hay iniciativas que podrían paliar una situación que cada año es un poco más preocupante que el anterior. «Aunque no se puede revertir el proceso, sí se pueden tomar medidas para proteger la biodiversidad afectada, como establecer áreas marinas protegidas, reducir la presión pesquera sobre especies vulnerables y mejorar la regulación del tráfico marítimo para minimizar los impactos», concluye De Andrés, que remarca la urgencia de «reducir nuestras necesidades energéticas tanto a nivel individual como colectivo». Al final, ese es el quid de la cuestión. …………….. ENTREVISTA. Patrizia Ziveri, oceanógrafa. «La pérdida de hielo marino hace que el mar absorba más calor» Patrizia Ziveri / UAB Durante agosto y septiembre de 2024, el buque de investigación oceanográfica ‘Sarmiento de Gamboa’ recorrió la distancia que separa Vigo de Reikiavik (Islandia) para ver qué estaba ocurriendo en el territorio en el que limitan el Atlántico Norte y el Ártico Sur. Entre otras zonas, pasaron por las Azores y Svalbard. La científica jefe de la campaña, Patrizia Ziveri, oceanógrafa del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de Barcelona (ICTA-UAB), explica lo que aprendieron tras la travesía. -¿Por qué está ocurriendo esta ‘atlantificación’ del Ártico? -Es el aumento de la temperatura del aire y las corrientes oceánicas que llevan agua caliente desde el Atlántico y está causado por una serie de factores interconectados. Primero, el calentamiento global, que da como resultado el derretimiento de los glaciares. La pérdida de hielo marino expone una mayor parte de la superficie del océano a la luz solar, lo que conlleva más absorción de calor. Las aguas más cálidas y salinas del Atlántico se extienden hacia el norte. La barrera entre la capa superficial de agua dulce del Ártico y las aguas más profundas del Atlántico se está degradando, lo que permite una mayor mezcla. Los cambios locales y regionales en los procesos atmosféricos y las propiedades oceánicas tienen implicaciones en la comprensión y la predicción de los sistemas climáticos de la Tierra. Y surgen de un Ártico cambiante. -¿Hay margen para frenar este fenómeno? -Es una causa directa del cambio climático y del calentamiento global. La acción principal es reducir sus causas que son, principalmente, las emisiones de gases de efecto invernadero. -¿Cómo afecta a la biodiversidad? -En general, las zonas de latitudes altas son zonas extremas desde el punto de vista ambiental y la biodiversidad es baja. En una primera fase, la ‘atlantificación’ puede provocar un aumento de biodiversidad, debido a la invasión de nuevas especies que suelen vivir más al sur. En una etapa posterior, es posible que se dé un cambio en la productividad y la competencia ecológica. -¿Cuáles fueron las principales conclusiones de la expedición de BIOCAL? -Estudiamos los efectos del plancton, los calcificadores y la biodiversidad. Comprender el mecanismo de producción y disolución del carbonato de calcio producido por cocolitóforos y otras especies de plancton en la superficie del océano es crucial para predecir con precisión la capacidad futura de los océanos para capturar el CO2 atmosférico y mitigar el cambio climático. Las primeras evidencias revelan cómo la ‘atlantificación’ está alterando las propiedades del agua y los ecosistemas pelágicos en diversas latitudes. El estudio en regiones subtropicales y polares proporcionó una imagen completa de cómo el cambio climático está remodelando la biogeografía de las principales especies calcificantes.
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