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  • El crimen fue en el Congreso

    Concordia » Diario Junio

    Fecha: 16/03/2025 12:22

    El pelotón de verdugos, la Guardia Civil española, aquella que Federico presentía asesina ya en los albores de su poesía: «Los caballos negros son, las herraduras son negras, sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras. Con el alma de charol vienen por la carretera, jorobados y nocturnos, por donde animan ordenan silencios de goma oscura y miedos de fina arena. Pasan si quieren pasar, y ocultan en la cabeza una vaga astronomía de pistolas inconcretas.» (2) Los sayones ejecutaron a García Lorca bajo las cargas de rojo y homosexual. Ningún delito más que sus pensamientos, sentimientos y su maravillosa sensibilidad humana y social. Lo mismo que los nazis con los judíos, los gitanos, los homosexuales, los enfermos mentales, los comunistas y todos los que “degeneraban la raza superior”. Como Camps, que mataba “subversivos, no personas”. La dictadura cívico-militar ejerció el terror. Ese miedo hacía justificar, a través del horror, los secuestros y desapariciones. “Por algo será”, “algo habrá hecho”. Ahí nacen las ideas de la víctima inocente y de la víctima culpable. Espeluznante concepto que pretende evidenciar la responsabilidad de las víctimas en sus propias desgracias. Como si alguien mereciera ser torturado y asesinado. «Estamos en la tierra de nadie, pero es mía. Los inocentes son los culpables, dice su señoría, el Rey de Espadas.» (3) Esa repugnante falacia se expande. Una joven abusada, entonces, es culpable por la ropa que viste, por las altas horas de la noche en un lugar impropio. Es la misma falacia que esgrimió Bullrich. Cuando le preguntaron por el postazo que destrozó la cabeza de Pablo Grillo, respondió que el joven fotógrafo era un militante kirchnerista. Por algo será, algo habrá hecho. El delito no es ya la transgresión de la ley. El delito es, para la despreciable represora, su condición de ser militante, periodista, fotógrafo. Eso justificaría, en su pervertida mirada, el ataque criminal. Son graves afirmaciones. En cualquier democracia, esas declaraciones eyectan al funcionario, lo hacen blanco de juicio penal. Aquí hay demasiadas complicidades que protegen a un gobierno fascista y estrafalario. Sería un escándalo si no reivindicaran la dictadura. Igual da náuseas, igual es necesario no naturalizar, alborotarse, vocear, gritar. El objetivo del terror es quebrar las solidaridades para imponer la miseria planificada (4). La brutal represión del miércoles pretendió esa fractura. E imponer la insensata idea del golpe de Estado, estigmatizar a las víctimas de las políticas de hambre, allí donde solo se veía abuelos atrozmente golpeados, gaseados. Allí donde solo se divisaban niños vergonzosamente apresados. Cientos de heridos en una cacería infernal, sin garantías constitucionales. Y a Pablo Grillo encogido en el piso, en las llamas, arrollado, agónico del criminal disparo. Estas escenas se percibieron claramente. Igual que el apoyo y la fraternidad de las hinchadas, esa ternura, esa generosidad. La realidad se vislumbró sin sombras, sin dudas. Parecía que, como decía Piero, «Hay muy poco que contar, las cosas se cuentan solas, solo hay que saber mirar.» (5) Sin embargo, el descomunal aparato comunicacional, los trolls, las redes, convencieron a muchos del relato del golpe de Estado, de los “zurdos y los barras” e incluso de los octogenarios. Vaciadas en esos sujetos sujetados sus conciencias de cualquier atisbo de pensamiento crítico, son colonizadas para repetir el relato, escuchado aquí y allá, abrumadoramente, con la mentira que, si se miente y se miente, algo, o mucho, queda. La siniestra ministra amenaza con más palos para quienes solo piden pan. La represión salvaje aspira a destruir la camaradería, las adhesiones colectivas a las causas nobles y la manifestación del descontento. Creo, desde lo más hondo, que el tiro les saldrá por la culata, porque cuando la dignidad supera el miedo, cuando los sentimientos fraternos y solidarios tejen sus lazos, ya no hay vuelta atrás. Aunque los carros, aunque los gases y las balas de goma, ya no habrá vuelta atrás. Referencias

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