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» Diario Cordoba
Fecha: 16/03/2025 08:22
Después del acuerdo europeo para incrementar el gasto en defensa, como consecuencia de la decisión de Donald Trump de poner fin a la guerra de Ucrania sin importar los daños colaterales y de advertir a Europa que su Administración se desentiende de las necesidades de seguridad de Europa, Pedro Sánchez convocó a la Moncloa a los representantes de los grupos parlamentarios, a excepción de los de los partidos integrantes del gobierno de coalición y de Vox, con el objetivo de abordar la estrategia española de seguridad y defensa. Sánchez se ha comprometido a asumir este compromiso, que implicará destinar a defensa en primera instancia el 2% del PIB y acelerar el plazo de cumplimiento, ya que inicialmente ese nivel de gasto no estaba previsto hasta 2029. Es una intención que choca tanto con el posicionamiento de su socio de Gobierno como con los de otros miembros de la mayoría de investidura tales como Podemos o EH Bildu que, junto con Sumar, votaron en el Parlamento Europeo en contra del rearme de la Unión, alineándose con Vox y las extremas derechas húngara y francesa. El PP, en cambio, que sí apoya el plan de rearme a nivel europeo, se ha mostrado predispuesto a avalar la iniciativa de Sánchez, en consonancia con su posición europea, pero le afea la falta de concreción así como que esquive la discusión en el Parlamento, crítica a la que se han sumado otros partidos. Y efectivamente, más allá de la propuesta genérica de incrementar el gasto en defensa, que además ya se queda corto porque tanto la Comisión Europea como la OTAN hablan del 3%, es necesario concretar en qué se quiere gastar y para ello es preciso definir qué se entiende por gasto en defensa. Hasta ahora ese concepto incluye el mantenimiento y equipamiento de las Fuerzas Armadas, los costes de personal, la formación y las misiones nacionales e internacionales, pero en el actual contexto hay que adoptar una visión más amplia, tal y como defienden los ministros de economía y finanzas de la UE y como ha hecho el propio Sánchez. Aunque esa visión ampliada no debe ser un subterfugio para el doble lenguaje que promete con ambigüedades pero no compromete. Un recurso que quizá sirve para justificar públicamente pactos domésticos incómodos pero con el que no se puede viajar a Europa. A su vez hay que aclarar cómo se financiará ese incremento del gasto, algo que ni siquiera está claro a nivel europeo. La reorientación de la política de defensa que exige la situación actual no debe hacerse por la mínima y con la oposición el primer partido en el Congreso (por otra parte, no parece tampoco que haya los mimbres para hacerlo), sino con el máximo consenso, para lo cual es necesario que PSOE y PP colaboren en esta política que excede el ámbito doméstico, como ya lo hacen a nivel europeo. Al PP hay que reclamarle el sentido de Estado que ayer exhibieron algunos nacionalistas periféricos (Junts, PNV y CC). Y al PSOE hay exigirle respeto institucional, en vez de parapetarse en La Moncloa con reuniones de media hora que no acercan posiciones y solo le sirven para ganar tiempo. También que presente su propuesta donde corresponde, en las Cortes, por mucho que ello suponga quedar nuevamente expuesto, y que evite aumentar el gasto sin contar con el Parlamento. Asimismo, hay que reclamar a los partidos a su izquierda que dejen de abonar falsas dicotomías entre Estado de bienestar y defensa. Porque sin un Estado seguro, que es lo que ahora está en juego, no habrá bienestar.
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