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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 16/03/2025 03:18
Luca Martin: “Me encantaría abrazar a mi yo de 15 años y decirle ‘créetela un poco, no pasa nada’” “Uno cuando se separa busca encontrar algo que le estaba faltando. En mi experiencia, estar de alguna forma cómodo conmigo mismo”, afirma Luca Martin, quien hace cuatro meses terminó una relación y aprendió a soltar inseguridades tanto en el teatro como en su vida privada. “Uno va creando paredes alrededor de las cosas que cree que son buenas o complicadas para uno mismo. Más cuando uno no se considera atractivo”, explica. Aceptar su propio valor fue un proceso. “Hay algo que aprendí en los últimos dos años, que no toda la gente con la que estuviste lo hizo por lástima. Tenés un atractivo, levantás a gente específica”, reflexiona el actor de 24 años. Hoy responde a todo y defiende sus ideales, pero tuvo que aprender a convivir con la exposición desde antes de nacer. “Todo el mundo cubría mi nacimiento como si fuese un tema de interés público”, recuerda el hijo de Nancy Dupláa y Matías Martin. “No encontré el diario de mi nacimiento, pero muchos de antes y después, y fotos mías con el plan: ‘¿Será el hijo de Pablo?’ Y sí, soy idéntico a Pablo Echarri. Soy re el hijo de Pablo Echarri. Genético, muchachos”, dice con humor sobre la polémica en torno a la separación de sus padres. Se considera parte de una generación “frágil” que expresa sin miedo sus emociones, y por eso es inflexible con los haters cuando atacan lo más sagrado para él: su familia. “Si venís a hablar mierda de mis viejos, te voy a bloquear”, sentencia con firmeza. Luca no se guarda nada y en esta charla con Infobae comparte incluso sus experiencias más íntimas, divertidas y vergonzosas, como cuando fue encontrado in fraganti viendo porno. Para él, hablar de sexo no es un tabú, sino algo natural que forma parte de su vida diaria. “Me encanta Sex, es un proceso y una experiencia que siempre quise hacer”, dice sobre la obra de José María Muscari. Su participación lo llevó a enfrentarse con sus miedos y a derribar prejuicios. “En Sex hablo de inseguridad. Tengo un monólogo sobre eso. Todos sufren de inseguridad de alguna manera, y fue difícil para mí aceptarlo”, cuenta sobre su experiencia en el espectáculo. La visita de Matías Martin a Sex, junto a Luca Martin y José María Muscari. —¿Cómo andas con Sex? —Me encanta. Es un proceso y una experiencia que siempre quise hacer. Me permite hacer teatro, cantar, hablar e interactuar con gente talentosa. Estoy muy contento. —Y cuando salís del teatro, ¿cómo salís? —Cansado. Es un show que requiere mucha energía. Tengo suerte de que el equipo con el que trabajo es divino y siempre salimos a tomar una cerveza y charlar. —Te separaste. —Hace cuatro meses. Uno cuando se separa busca encontrar algo que le estaba faltando. En mi experiencia, estar de alguna forma cómodo conmigo mismo. Creo que en combinación con Sex y haber abierto este espacio de poder salir más al mundo, estoy más cómodo. —¿Por donde pasaba esa incomodidad? —Uno va creando paredes alrededor de las cosas que cree que son buenas o complicadas para uno mismo. Más cuando no me considero atractivo. Hay algo que aprendí en los últimos dos años, que no toda la gente con la que estuviste lo hicieron por lástima. Tenés un atractivo, levantás a gente específica. —Nadie levanta a todo el mundo. —Es aprender un poco eso: relajarse, soltarse, darse cuenta. Si le gusto a alguien, es porque soy yo. Hay que disfrutar el momento en el que estás con alguien porque no dura para siempre. Luca con su papá, Matias Martin. —¿Trajo sufrimiento esta sensación en algún momento? —Si, obvio. En Sex hablo de inseguridad. Tengo un monólogo sobre eso. Todos sufren de inseguridad de alguna manera, y fue difícil para mí aceptarlo. Viene de lo que viviste en tu infancia y en la vida, pero lo importante es no dejar que eso te detenga. —Es muy interesante lo que contás, porque desde un lugar prejuicioso, uno podría pensar que con lo copados que son tu mamá y tu papá, eso pudo allanar ciertas inseguridades. —Todos somos criados de manera diferente. Los mejores papás del mundo también tienen sus momentos en los que te tienen que cagar a pedos porque te mandaste una cagada. Fui el primer hijo de una pareja que no estaba junta, tuvieron que aprender muchas cosas conmigo, y yo aprendí con ellos. Principalmente con situaciones de la infancia. Me acuerdo cómo era ser niño y no saber qué te gusta. Pero con el tiempo aprendí a relajarme con esas inseguridades sobre qué me pasa, qué quiero. Aprendí a decir: “viví lo que quieras vivir”. Si te querés enamorar, enamórate. Si querés salir con alguien, salí, no te detengas. El síndrome de ser bisexual, que a veces no sabés exactamente qué querés. —¿Te gusta hablar de sexo? —No me incomoda. Me relaja. —¿Hoy estás con ganas de qué? —Con ganas de no juzgarme, de estar con quien quiera estar. Que combine con quien pueda tener buen sexo y tiempo libre. No diría que lo estoy buscando, sino que lo estoy viviendo. No busco nada estricto, solo sentirme bien con alguien que también quiera sentirse bien. —Mencionaste que naciste en una casa con papás que estaban separados. ¿Jodió en algún momento eso? —No. La separación es lo mismo. Fue más por la tormenta mediática que te enterás después cuando vas creciendo. Todo el mundo cubría mi nacimiento como si fuese un tema de interés público. Recuerdo momentos donde los medios me parecieron desagradables, como cuando secuestraron al papá de mi padrastro. —Todos vamos a buscar el diario del día de nuestro nacimiento, pero en general no aparecemos. —Yo estoy. No encontré el diario de mi nacimiento, pero muchos de antes y después, y fotos mías con el plan: ¿Será el hijo de Pablo? Y sí, soy idéntico a Pablo Echarri. Soy re el hijo de Pablo Echarri. Genética, muchachos. —Banco mucho el “mi padrastro”, “madrastra” y en general tienen una connotación negativa. —Totalmente. Toda la vida lo dije cariñosamente. Disney distorsionó la palabra ‘padrastro’ y ‘madrastra’ y la aplicó mal. Yo le digo Pablo, Palito, a veces pa. Lo conozco desde que nací. Mi padre genético siempre será mi papá, me dará más lecciones y estará ahí, pero Pablo siempre estuvo también. Para mí, un padre es quien te ve en tu peor momento, llorando o enojado, y elige acompañarte. Me ayudó con matemática y a andar en bicicleta, igual que mi papá. —¿Y Natalia (Graziano) cuando estaba con tu papá? — Siempre la tengo en mi corazón a Nati. Tuve una onda más distante, porque somos diferentes. Yo soy más caótico, ella más ordenada. Siempre tuve la confianza de escucharnos y hablar. Me acuerdo vívidamente los viajes a Miami o Disney, que nos quedábamos charlando horas. —¿No quedó vínculo post separación? —Un hola, un besito. Feliz cumple, felicidades. Me escribió por Sex. Es divina. Luca con Nancy Dupláa y Pablo Echarri. —¿Cómo es el vínculo con tus hermanos? —Súper bueno. Con algunos me llevo menos porque los veo menos, pero con Morena y Alejo es diferente. Alejo es un charlatán, le encanta hablar de todo, la música, el rap, el cine y YouTube, así que con él hablo horas. Con Morena hablamos de política, le gusta que le muestre películas, así que siempre las vemos juntos. Con Julián comparto videojuegos y música, y con Mía, charlas y risas. Con todos me cago de risa. —¿Sos fan de tu mamá? —La amo a mi vieja. Es fundamental no solo porque es mi mamá, sino por todo lo que hace: me cuidó, me acompañó, me leía antes de dormir, me duchaba, me daba ropa y comida. Mi vieja fue una gran madre soltera, igual que mi papá fue un gran padre soltero. Ambos estaban infelices románticamente, pero decidieron seguir cuidándome, porque soy el amor más grande de sus vidas. Los respeto mucho como gente del medio, a mi vieja como artista y a mi viejo como periodista. —¿Cuál fue el peor dolor de cabeza que les diste? —Todos los momentos que tuve que lidiar con cosas de la escuela. Principalmente llevarme materias y tener que estudiar. Yo aparte de tener dislexia y un déficit de atención bastante grande, tengo un problema muy grande con los números. El tema era volver y que me ayudara Pablo. Él tampoco entendía un carajo. Estábamos los dos frustrados con los cuadernos de matemática, él enojado conmigo y yo con él, tipo un ida y vuelta de “pero ¿cómo es?”, “no sé, no sé”. Dos boludos. Mi vieja seguro se comió unos grandes dolores de cabeza también. —Nunca te metiste en ninguna picante en la adolescencia. ¿Te agarraste a trompadas? —No que sepan mis viejos. Me agarré a tirones con algún que otro ex. Un desacuerdo con alguien medio agresivamente. —¿Sos difícil? —Soy bastante difícil. Y más que difícil, no suelto. No voy a dejar que me digas algo y yo quede como el boludo que te lo dejó pasar. Si alguien te dice algo que no te gusta, se lo tenés que decir. —No era una situación de boliche de agarrarte a piñas. —Tuve discusiones, pero nunca a las piñas. Alguna situación con homofóbicos sutiles. Estás con alguien y decis “che, este tipo no para de tirar comentarios”, y ahí soy el que empieza el pleito. Sabés que te están buscando cuando te tiran el “¿Cómo qué me pasa?”. —De esa relación que tuvo un final, o una situación difícil, pudiste salir a tiempo. —Sí. No fue una relación. Luca Martin en Desayuno Américano. —¿En Sex conociste a alguien en el público? —Tuve alguna que otra experiencia con alguien del público. Me escriben después. Una chica en un momento me encaró, fue gracioso. Me dice: “Estoy casada pero solo hace un mes”. Si no me decía que estaba casada capaz me interesaba, pero era como que no, perdóname, pero no. Me vas a hacer sentir feo en el alma. Cero códigos tenés que tener para hacer algo así, creo yo. —¿Qué le pareció Sex a tu papá? —Se divirtió mucho. Entró con sorpresa total, sentándose justo cuando empezó el show. Llegó en el momento perfecto y vio toda la locura, la rareza. Salió sin parar de hablar, se acordó de los monólogos. Eso me hizo muy feliz. —Hay algo del respeto artístico ahí, ¿no? —Total. Nunca lo había visto, obviamente por el prejuicio. De hecho, Jose (Muscari) le preguntó: “¿Qué pensás que es, el prejuicio?” Y mi viejo, sabiamente, le dijo: “La gente no sabe a veces qué es. Lee Sex y puede ser cualquier cosa”. La gente piensa que es como un striptease. Es diferente. No solo la música y la vibra del lugar, sino nosotros, los performers. —Es una experiencia. —Queremos mostrar que acá estamos todos representados. Somos gays, bisexuales, hetero o lo que quieras ser. Todos los cuerpos valen. También dejamos la lección de las locuras del porno, porque nuestra generación está criada por el porno. El sexo es para disfrutarse. —Con consentimiento todo. —La base de una buena experiencia sexual es el consentimiento. Que todos estemos de acuerdo y queramos jugar. —Me dijiste recién que son una generación criada por el porno. ¿Te encontraron tus viejos en alguna situación? —Sí. Qué vergüenza. Sexual nunca. Una vez estaba en la cama con una chica, besitos y tapados viendo una película. Mi vieja entra y toca la puerta pensando que estoy solo, haciendo una voz cómica que hace a veces en plan mamá, y yo digo: “Mamá, estoy con alguien”. “Perdón, perdón”, se escucha del otro lado. Ya está. Nos reímos los dos. —Ella imaginó una situación mucho más avanzada. —Ella se habrá imaginado una pintura horrible. Después le conté. —¿Esa fue la única? —De sexo, sí. Me han descubierto viendo porno en algún momento, pero me parece que a todos los pibes de mi generación los han agarrado mínimo una vez. Una vez me descubrieron en mi cuarto con la laptop. No me acuerdo cuántos años tenía, pero era chico. Mi única solución fue cerrar la computadora en plan de hombre sospechoso. —Qué momento. —Me acuerdo de morirme de vergüenza por un mes. Mi vieja me dijo todo mal. Al día siguiente, Pablo me dijo: “No da, loco, no está bien”. Y después no pasó nada. No podés usar la computadora un mes o un par de semanas. Hoy en día sería imposible de hacer como castigo. Antes era más normal. No había cagada a pedos, era como “estamos decepcionados, no enojados”. —¿Qué edad tenías vos? —Diez, once. Un chico. No es que estás viendo porno para masturbarte, lo ves porque es como: “¿Qué es esto? No lo entiendo”. —Ahí automáticamente tu mamá le dijo a Pablo: “Andá a resolver esta situación”. —Al día siguiente tenía una fiesta de disfraces. Pablo me dice: “Escuchame…”. Mi viejo después me cagó a pedos en casa. Luca Martin en Infobae con Tatiana Schapiro (Candela Teicheira) —¿Quién es más cabrón, tu mamá o tu papá? ¿O Pablo? —No, Pablo es más cabrón. Me lo pegó, pero ni siquiera cabrón de pelotudeces. En plan de algo social, importante. Somos de enojarnos de la misma manera. Lo bueno es que siempre tiene esa capacidad en su ira, como un monje. —¿Qué te pasa a vos cuando atacan a alguno? —Nunca voy a estar a favor de los medios o figuras hablando cosas negativas de alguien que me importe, como mi vieja o mi mejor amigo. Tengo un tema con la integridad de la gente que quiero. No tengo los mejores valores, pero si me importas de verdad y estás hablando mierda de esta persona, me voy a enojar. —¿Y el hate en las redes hacia ellos? —Está dado. Yo bloqueo mucho. Si venís a hablarme mierda de mis viejos, te voy a bloquear, porque no estás hablando de mi. Soy un egocéntrico total. Si me vas a atacar en redes, atacame a mí. Yo soy duro, pero atacarme con mis viejos... —¿Duele como hijo cuando a ellos los bardean? —Para este punto no. Cuando era chico un poco porque no lo entendés. —¿El ego ayudó para sostenerse siendo hijo de gente tan famosos? —El ego siempre fue parte de todos, un hermano deforme del orgullo, como el monstruo de Frankenstein. Sirvió para creermela más. El ego está acá, no hace falta que lo pises cada vez que te dicen algo malo, cada vez que pensás un mal pensamiento, elevalo un poco y créetela. Cuando sos chico te golpeas más a vos mismo por las cosas que hacés mal, o las cosas que la gente dice a tu familia o tus viejos. Yo siempre fui más de autocastigarme. El ego siempre fue como un perrito un poco dando vueltas. Y recién ahora es parte de mí. —Ahora se amigaron. —Ahora ya está. Es el clip de Rocketman donde Elton John se abraza a su yo de chico. Todos necesitamos ese momento. Me encantaría abrazar a mi yo de 15, 16 años y decirle: “Créetela un poco, no pasa nada”. Veo videos de esa edad y pienso: “No estaba tan gordo, no estaba tan feo, no hablaba tan mal”. —¿La pasaste mal en ese momento? —Es terrible cómo uno la pasa peor en la cabeza que en el exterior. El bullying no fue algo que sufrí después de la primaria, solo al principio de la secundaria. Si hablás bien, podés caer bien. Yo supe expresarme con quienes sentía que podían ser bullies. Hoy soy amigo de algunos, y me dicen: “La verdad, estaba en cualquiera”. —Recien me contaste situaciones en donde vienen a patotear, o hay como una situación de discriminación. —Eso no es bullying. Eso es un discriminador. —Y la adolescencia. —Solo tuve una experiencia de homofobia en mi vida. Hay gente incómoda con tu sexualidad, que se la pasa hablando de “che esta mina tal cosa, esta mina tal otra”. Decís cinco o seis veces que te gustan los hombres, que sos bisexual y “cómo te gusta decir que sos puto”. Con las barbaridades que dijo el presidente, algunos amigos se pusieron a favor de eso. Yo los corto. —¿Angustia, enoja? —Siento todo lo negativo que se puede sentir, principalmente porque vengo de una generación más frágil, acostumbrada a hablar de sus sentimientos y de cómo se siente. Creo que si no tenés miedo a lo que viene, sos ignorante. Me deprime, preocupa, asusta, y me obliga a cuidar a personas que amo, como gente trans, bi o que no tiene género en su documento. Yo soy una persona que ama tanto a las mujeres como a los hombres, pero la guerra no es solo sobre mí, es sobre todos. Veo gente poco empática. Seguir los estereotipos de una vida “normal”, casarse, tener hijos, jugar al fútbol, se ha vuelto “cool”. —¿Sentís que esto es algo que está pasando en el mundo? ¿O en Argentina? —El mundo está en esta. Cada ciertos años, el mundo progresa, las personas cambian. Los hijos se convierten en los gobernantes y, con el tiempo, los hijos de esos hijos creen que lo que sus padres creían es una mierda porque es anticuado. Odiar es fácil. Amar, cuidar, ayudar, acompañar. Todas esas cosas toman un esfuerzo terrible. Y mi generación es vaga ante todas las cosas. —De repente se están cuestionando derechos adquiridos. —¿Porque una mujer trans en realidad es un hombre disfrazado como de un hombre que entra a un baño de mujeres para violar mujeres? Siguen con el mismo argumento de hace 20 años. Es como preguntar, ¿y si me autopercibo una abeja, puedo? Lo que me pasa con estos comentarios del presidente es, ¿bajo la lógica de quién, se puede decir que un violador prefiere disfrazarse de mujer y entrar a un baño de mujer que ir a violar como lo hizo toda la vida? ¿Sabes cuál es el enemigo número uno de los violadores? Un cartel con una mujer dibujada. El presidente no tiene humanidad ni amigos. —Alguna vez le pregunté a tu mamá y a Pablo, por Morena y por vos, qué pasaba si ideológicamente estaban enfrentados. Si fueran macristas... —No soy kirchnerista, sé que hablo muy como de izquierda. El problema con la derecha actual es que se volvió ultra derecha, y por ende la izquierda se va al centro. La gente como yo, que fue siempre de extrema izquierda, alejándome del kirchnerismo, Bregman y de cualquier político del país, se da cuenta de que el cambio ideológico está en el individualismo. Ahora es sobre mí. Cualquier político que le prometa a la gente, “vos sos el héroe, el protagonista, tenés la libertad de hacer lo que quieras”, va a ganar. Es mentira decir que solo quiero lo mejor para los demás; también quiero lo mejor para mí. Soy humano, vivo bajo el capitalismo. —¿Discutís con tus papás de política? —No, discutir no. Me gusta mucho hablar de política. Obviamente modero más mi discurso con quien sea que esté. Trato de no ser tan agresivo. —¿Cómo la pasás en el panelismo? ¿Cómo fue el paso por Desayuno Americano? —Me gusta más el panelismo de radio. Aunque hoy en día siempre hay cámaras, prefiero el formato de radio. Me divertí con Pamela, fue un honor, sabiendo que han estado personas más capaces que yo en esa mesa. Trabajar con Vilouta fue muy divertido, lo quiero mucho. —Lei un título en una nota tuya que decías que no llegás a fin de mes. —No llego a fin de mes. Al 90% de la gente de mi edad le está pasando eso. Yo tengo suerte. Tengo mucha ayuda de mis viejos, tanto social como económica. A veces digo que es un rescate, como una “Carrefoureada”, para llegar a fin de mes. Me endeudo con todo lo demás, y cuando me pagan, pago mis deudas. Pero no me gusta pedir ayuda, especialmente cuando tengo trabajo. No soy millonario, solo gano para mantenerme. —¿Te puedo ver panelista de un programa de espectáculos? —Seguro. A este punto no le diría que no a nada. Me gusta la oportunidad de expresarme. —¿Nos encontramos en Sex? —Nos encontramos en Sex. En ese mundo extraño. Entrar a ese mundo me sorprendió, porque lo veía con prejuicio, con miedo, pensando: “¿qué carajo voy a hacer acá? Soy un oso polar”. Al ver los otros cuerpos, te agarra inseguridad. Pero unos amigos me dijeron: “Basta, loco, ya estás ahí, créetelo”.
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