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  • Cristina Alberó: “Los buenos actores de teatro desaparecieron de la tele y la gente los extraña”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 16/03/2025 02:36

    Cristina Alberó En la mesa de las grandes heroínas de las telenovelas argentinas, Cristina Alberó tiene, sin dudas, su silla. Pero también, ostenta otro récord: según Wikipedia, su desnudo para la revista Playboy Argentina resultó ser la edición más vendida de esa publicación. Lejos de la nostalgia por aquellas tiras que triunfaban en la pantalla —y hoy brillan por su ausencia—, o el impacto que provocaron esas fotografías de 1992 (ni antes ni después hizo un desnudo), la actriz volverá a las tablas el próximo miércoles 19 de marzo a las 20 horas en la Sala Argentina del ahora llamado Palacio Libertad, ex CCK. El Ciclo de Teatro Argentino —que será totalmente gratuito— comenzará con Mateo, un clásico de Armando Discépolo, en formato de radioteatro. Y en las sucesivas la acompañan Alejandro Paker, Nacho Pérez Cortés, Luis Longhi, Valentina Podio y Miguel Ángel Rodríguez. En la dirección, se alternarán Marcelo Caballero y Eduardo Gondell (el debut con Mateo le corresponde a él). Y la narración estará a cargo de Gladys Traverso. El director Eduardo Gondell, Valentina Podio, Cristina Alberó, Miguel Ángel Rodriguez y Alejandro Paker, parte del ciclo del ex CCK “En este momento hacer teatro argentino, cosas que tengan que ver con nuestra cultura, es importante”, comienza Alberó en su charla con Teleshow. Y explica: “Lo vamos a hacer en formato de radioteatro. La gente se va a sentir muy impactada. En este momento todo se da como muy completo, no hay demasiado espacio para la imaginación y es lo que propone la radio y sobre todo el radioteatro, crear un espacio para la imaginación. Cerrás los ojos y te podés imaginar lo que quieras a partir del sonido, que resignifica los sentidos, no el oído”. Esas sensaciones la transportan a su niñez: “Cuando yo era chica vivíamos en Uruguay y Corrientes. Y el dormitorio que compartía con mi hermano daba a los fondos de un cine, creo que era el Libertador, y escuchábamos los sonidos de las películas, que muchas veces estaban habladas en otro idioma. El trabajo que nosotros hacíamos era imaginar lo que oíamos de acuerdo a la música y a los efectos sonoros. Y en mis comienzos como actriz, aunque durante mucho tiempo hice teleteatro, comencé con un repertorio de teatro argentino. Las novelas vinieron después”. La tapa de un álbum que Cristina (todavía sin el apellido Alberó), editó en Perú en su época de cantante —En realidad primero te conocieron como cantante. —Sí, claro. Yo cantaba como Cristina, a secas. Era artista de Odeón y me mandaron al Festival Internacional de la Canción en Trujillo, en Perú. Era menor de edad y fui con mi vieja. Se hizo en una plaza de toros. Y lo gané. Había como 12.000 personas. Lo que sucede con la canción es que de pronto tenés una gran cantidad de público enfrente. La Sala Argentina, que es donde vamos a hacer la obra, es grande. Pero cantar ante miles de personas es otra cosa. Es muy conmocionante. —¿Te agarraba pánico escénico? — En los pies me daba. Me ponía muy nerviosa. Caminaba de un lado para el otro. En esa época había una cantante francesa, Juliette Greco creo, que cantaba descalza. Y yo decía ‘debería cantar descalza también’. — ¿Qué pasó con la carrera de cantante? —Grabé discos. En ese momento, cuando gané el festival, creo que estaba en segundo lugar en ventas. Pero mientras estaba en Lima, donde me quedé haciendo algunos shows, pasó un distribuidor, Néstor Gaffet, y habló con mi vieja. En la Escala Musical, un programa de la época, ya me daban bocadillos, letra. Y él le dijo a mi mamá que yo podía hacer una novela que había comprado en Estados Unidos. Cuando volvimos a Buenos Aires me dice mi mamá ‘vamos a ver al señor’. Me mostró un libro que decía El ángel del barrio y yo dije ‘ay, qué linda la palabra ángel’. Me tomaron una prueba y ahí protagonicé El Ángel del barrio para Canal 11, donde me pusieron Alberó como apellido, y ahí empezó la cosa. La canción quedó un poco atrás. Igual hice algunos shows cantando. Y acá voy a cantar también. Tenemos un bandoneonista, Lucas Haladjian, y música de Mariano Cossa. Cristina Alberó fue protagonista de una época irrepetible de la televisión argentina —Fuiste parte de la de la época de oro de las telenovelas. ¿Por qué no se hacen más en Argentina? — Eso se lo tendrías que preguntar a los productores. Yo no tengo idea. En esa época, los que hacíamos novelas éramos mirados con un poquito de desprecio, pero los productores de teatro usaban la popularidad de las novelas para llevarte al teatro. Hace dos años hice La Ternura en el San Martín, nos juntaron con Antonio Grimau después de 40 años que protagonizamos el éxito de Trampa para un soñador y la gente estaba encantada. Una de las cosas lindas de este nuevo proyecto es que mucha gente nos pregunta por la calle ‘¿y qué pasó con tal? ¿y qué pasó con cuál?’ ‘¿por qué no hacen televisión?’ Y yo contesto lo mismo: a mí no me lo pregunten. Si a mí me llamaran haría televisión, pero no hago, ¿no? Los muy buenos actores de teatro de pronto desaparecieron de la televisión y la gente los extraña. —Brasil tiene una industria de la telenovela, Turquía también, y Argentina, que fue pionera, no tiene más. —Yo fui a Brasil, hice una intervención, un cameo de mi misma en la telenovela Ti ti ti en 1985. Llegué a Río, a O Globo. Acostumbrada al Canal 9, pensé que me darían un poco de ropa, zapatos. Y me metí en un vestuario que era inmenso, había lo que querías. Ellos tenían una industria de la televisión, y cuando empezaron llevaron a muchos directores del 13 y algunos iluminadores de Canal 7 con los que trabajé en algún momento. Ellos armaron una industria y nosotros la destruimos. La apertura de Trampa de un soñador, telenovela con Cristina Alberó y Antonio Grimau — Tuviste muchos galanes, ¿con cuál de ellos te identifican más? —Trabajé con muchos, pero sin duda con el que más trabajé fue con Grimau, a raíz de Trampa para un soñador, que duró 315 capítulos. El viernes terminamos un capítulo y el lunes arrancamos otra novela que duró 250 episodios. Hicimos una gira, fuimos a trabajar a Mar del Plata en el verano, fuimos contratados por los Estados Unidos. Yo me fui a hacer Las mariposas son libres al County Auditorium de Miami, un lugar fantástico con 2800 localidades. Y toda esa popularidad por la novela. —Por eso digo: Argentina dejó un lugar vacío ahí. —¡Y la cantidad de premios que obtuvo la televisión argentina! Siempre digo, hacíamos una televisión artesanal. Pero con grandes libros, grandes actores y grandes directores, que eran integrales. — Claro, las carencias siempre estuvieron, se cerraba una puerta y se movía la pared, pero tenían mucho éxito. — (se ríe) Bueno, eso que se movían las paredes lo usaba mucho Lunadei cuando hicimos El Gordo y el Flaco con Juan Carlos Mesa. Muchas veces arreglaba con los utileros para sorprendernos a Mesa y a mi. Otra cosa que ya no hay en la televisión: humor. — En las noveles hiciste heroínas, pero también villanas. ¿Qué rol elegís? — Las villanas, son mucho más divertidas. Una hermosa fue la que hice con Romina Yan. Tuve que aprender a tirar las cartas para ese papel. La tapa de Playboy que hizo Cristina Alberó — Hiciste Playboy. ¿Sabés que según Wikipedia fue la edición que más vendió de Playboy Argentina? — Sí, sí. — ¿Y qué te produce eso? — Una gran satisfacción. Fue muy graciosa la situación. Ellos buscaban cambiar la revista y poner gente que nunca se había desnudado. Mi caso, por ejemplo. A mí me habían ofrecido hacer una película donde había un desnudo, creo que fue Alejandro Doria el que me llamó, y le dije que no. No me animé. Pero cuando me llamaron de la revista me pareció un lindo desafío, porque nunca lo había hecho. Es más, después de eso, me volvieron a llamar para hacer un desnudo en otra revista y volví a decir que no. Una vez fue suficiente.También tuvo que ver que en esa época hacía mucho trabajo personal. Yo soy meditadora desde hace muchos años. Y entendí que somos seres con un alma que está dentro de un cuerpo. — ¿Cómo se concretó? — Recuerdo que el director de la revista me invitó a almorzar y me dijo ‘me dice la gente que vos no lo querés hacer’. Le dije yo lo voy a hacer. Lo gracioso es que estábamos haciendo El gordo y el flaco. Había arreglado con la editorial que no íbamos a decirlo para que fuera sorpresa. Le pedí a Juan Carlos Mesa que me sacara de un programa porque me quería ir unos días a Brasil. Y antes de irme le dije ‘Mirá, Juan, yo te tengo que decir la verdad, me voy a tomar unos días a Brasil, pero en realidad voy a hacer esto’. Y se asombró,‘Cristina, nooo’. Este. Y le expliqué que para mi significaba crecer en algún aspecto de mi vida. No me entendió mucho. Hice las fotos, me tomé dos o tres días, y cuando volví ya todos sabían lo de las fotos. Y el Gordo Mesa, que era un señor, una persona correcta, honesta y leal, me dijo ‘te confieso que yo me equivoqué, porque me encontré con Gustavo Yankelevich y me dijo ‘che, que pegada lo de Alberó’“. Y sí, fue una pegada y me ayudó a crecer, porque corté con algunos prejuicios. El mejor elogio lo tuve en Uruguay, porque allá también se agotó esa edición. Y me dijo ‘yo no vi una mujer desnuda, vi una mujer en libertad’. — ¿Así te sentiste vos? — Sí. Cristina Alberó — ¿De dónde tomaste la meditación para tu vida? — Yo siempre admiré a Los Beatles, y me llamó la atención cuando trajeron la meditación trascendental a Occidente. Me interesaba lo que ellos hacían. Alguien me acercó a la meditación trascendental y empecé a tomar conocimiento. También soy reikista. Mirá cómo me influía, que a esa producción de Playboy la felicitaron desde Playboy de Estados Unidos, porque hubo un hecho inusual para esa época. Era un desnudo en base a los cuatro elementos, y el quinto, que es la esencia, el alma. Fue la foto menos lograda, es cierto, es difícil fotografiar el alma. Hoy en día uno habla del elemento agua, del elemento tierra. Pero en ese momento era raro. En principio yo había propuesto hacer los grandes desnudos de de los pintores, pero se les hacía un poco caro porque me tenían que mandar a Europa, hacerlo con un fotógrafo de allá... — ...Y ya se habían gastado el presupuesto en vos, porque me imagino que te habrán pagado bien. — Claro que me pagaron bien, pero no era como para que se gastaran todo el presupuesto (risas).

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