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Concordia » Diario Junio
Fecha: 15/03/2025 13:22
De golpe, en un giro copernicano, Donald Trump aceptó reunirse nuevamente con Zelensky, luego de la bochornosa escena del Salón Oval, y misteriosamente accedió al plan diseñado por Inglaterra y Francia a través del presidente ilegal ucraniano, que actúa como testaferro de la OTAN. Dicho plan plantea el ofrecimiento de un alto el fuego con la concesión del retiro de las tropas de Ucrania de la región de Kurk, en una supuesta demostración de buena voluntad. Falso de toda falsedad. Primero, quien está a punto de perder la guerra absolutamente es Ucrania, por lo que no puede poner condiciones a quien ha demostrado ser el dueño de la situación: Rusia. Segundo, Kiev no suspenderá la ley marcial para convocar elecciones, como lo pide Rusia en caso de llegar a un alto el fuego, ni detendrá la campaña de movilización de nuevos soldados por parte de Zelensky. Está demostrado que la OTAN, a través de Zelensky, quiere obligar a Rusia a continuar la guerra porque así lo exigen las élites globalistas. Donald Trump, cínicamente, expresa que ahora la «pelota» está del lado de Rusia. Si realmente quisiera un alto el fuego, no hubiese atacado con 320 drones zonas de población civil en territorio ruso. A esto, Putin no lo perdonará. Y, de paso, ha manifestado que los prisioneros en la batalla de Kurk, que son mercenarios, serán tratados como terroristas por los crímenes cometidos en suelo ruso contra poblaciones civiles. La situación es tan tensa que hasta Donald Trump le ha pedido «piedad» a Putin por los soldados ucranianos. Es irónico que el «pacifista» Trump pida piedad cuando no la tiene con su «socio» criminal, el Estado de Israel, en el genocidio de Gaza, ni con los innumerables crímenes cometidos por el «imperio» estadounidense a lo largo de sus más de doscientos años de existencia. Pero lo absurdo es que, con esta acción, quieren hacer aparecer a Rusia como el «malo» de la película al no aceptar los términos del armisticio que ponen en peligro su existencia. Rusia no caerá en la trampa de Trump y Zelensky porque ya fue traicionada tres veces: primero, en los acuerdos de Minsk en 2014, cuya violación fue reconocida por Angela Merkel y François Hollande, lo que permitió a Europa y EE.UU. rearmar a Ucrania; luego, con la traición de los acuerdos de Estambul en 2022. Ahora es obvio que lo que quiere Zelensky es un alto el fuego para pedirle a EE.UU. que reanude las comunicaciones satelitales para los sistemas de misiles y recibir más armas para continuar la contienda. Sabe que, si se firma la paz en los términos que quiere Rusia, él está políticamente «muerto». Rusia avanza con fuerza demoledora en Kurk y ya ha recuperado el 86 % del territorio ocupado ilegalmente por Ucrania, a un costo de 60.000 vidas ucranianas. Rusia tiene el sartén por el mango y Putin será quien ponga las condiciones de una paz definitiva. Todo esto se ha motorizado por la nueva militarización de Europa, que agita el «fantasma de Rusia» con sus supuestas aspiraciones imperialistas. Totalmente falso. Europa es soberbia y no quiere admitir la derrota, mientras hace padecer a su pueblo una crisis económica como no se veía en mucho tiempo. Pero ¿qué se podía esperar de un continente que cedió progresivamente su soberanía al aceptar la «ocupación» militar de la OTAN bajo el mando de EE.UU.? Después de que la OTAN operara impunemente durante casi ocho décadas como el brazo ejecutor de las agresiones estadounidenses en el mundo, y como proveedor de armamento y entrenamiento del régimen de Kiev, ahora EE.UU. le exige a los europeos que se endeuden para financiar lo que queda de la guerra. Ya no se habla del pacto entre Putin y Trump; ahora se pacta con el Demonio. No basta con entregar la soberanía, también hay que pagar para que otro se haga cargo de ella. Esta historia de mentiras y traiciones ya no engañará más a Putin. Trump está desaforado tanto interna como externamente. No consigue sus objetivos económicos ni con la guerra de los aranceles, ya que México y Canadá le han hecho probar su propio veneno. Esto no es más que un nuevo capítulo de la guerra de los globalistas de las élites por quedarse con las «reglas del nuevo orden», enfrentándose a las naciones que defienden su soberanía.
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