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» Elterritorio
Fecha: 15/03/2025 10:21
sábado 15 de marzo de 2025 | 6:00hs. Misiones como unidad geográfica tiene un perfil claro, producto de una construcción cultural de siglos, fácilmente identificable a partir de “la tierra roja y la selva verde”, las cataratas, los incontables saltos de agua, las reducciones jesuíticas, la fauna, la flora, un poco menos por la gastronomía, las expresiones culturales y la historia regional; sin embargo, a pesar del uso, el habla misionera no se valora como los mencionados; esta manera de expresarnos tan única, tan dinámica, en permanente construcción, sobrevive a la globalización lingüística. Tres grandes investigadores nos abrieron la puerta al maravilloso mundo de las “palabras nuestras”, el primero fue Guillermo Kaul Grünwald, nacido en Colonia Cerrito -provincia de Entre Ríos- el 16 de octubre de 1915, cursó estudios superiores en Buenos Aires, donde se graduó y se perfeccionó en Lingüística y Literatura con A. Alonso, Henríquez Ureña, Ricardo Rojas, J. A. Batisttesa, Leopoldo Lugones y J. Vasconcelos; trabajó como docente en la Universidad del Litoral y de Cuyo, dictó cursos en universidades de Italia, España, Estados Unidos, Chile y Bucarest; se desempeñó como delegado argentino en congresos mundiales y como miembro de instituciones internacionales; fundó con los primeros graduados del profesorado de Letras del Instituto Montoya, la Biblioteca Misiones y como Director de Cultura de Mendoza obsequió la Biblioteca homónima a la ciudad, fue asesor científico de la Universidad Nacional de Rosario e investigador del Conicet; también creó el Centro de Estudios Interdisciplinarios Mesopotámicos, con una biblioteca propia, cuyos textos forman parte de la similar que homenajea a Grünwald en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de Misiones. Autor de poemarios los ‘Yguasú four our River Paraná’, ‘Canto a mi rostro’, ‘Diálogo en la Sombra’, ‘1.5.3.0’ y ‘Hermano Ovidio’, como cuentista publicó los títulos ‘Ruta 101 - Cartas Misioneras’ y ‘Misiones. Telegramas detenidos’ entre tantos premiados y traducidos al inglés; en su faceta de investigador se ocupó de temas clásicos, literatura española y americana; entre nosotros, fue el primero - hasta donde sabemos - en abordar el tema lingüístico de Misiones y plasmar sus observaciones en el ‘Diccionario etimológico lingüístico de Misiones, ‘El idioma español’, ‘Penetración cultural del Brasil’ e ‘Historia de la literatura misionera’. Falleció en septiembre de 2002 en Mendoza Por su parte, Hugo Wenceslao Amable también se dedicó al fascinante tema del habla misionera; nació en 1925 en Paraná, Entre Ríos, se radicó en Oberá hacia 1958, fue un autor prolífico de poesía, relatos y ensayos. Entre sus textos más destacados y populares se encuentran ‘Las figuras del habla misionera’, ‘La mariposa de obsidiana’ y ‘Mis estilemas y otros poemas de tiempo incierto’; tuvo activa intervención en el escenario cultural misionero como trabajador de la palabra y gestor cultural, fue miembro de la Sociedad Argentina de Escritores filial Misiones, de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina, de la Sociedad Argentina de Lingüística, entre otros, también se desempeñó como Director General de Cultura de la Provincia y miembro de la Academia Argentina de Letras; falleció en Posadas en el año 2000. Este triángulo pionero se completa con Ana María Camblong, docente, doctora en letras, profesora emérita de la Universidad Nacional de Misiones, Presidenta de la Asociación Argentina de Semiótica, Directora del Programa de Semiótica Directora de la Maestría en Semiótica Discursiva, se especializó en políticas lingüísticas, principalmente en enseñanza de la “lengua oficial” en zonas rurales y de frontera y en alfabetización semiótica en las fronteras, con cursos destinados a docentes, formadores y graduados universitarios; autora de numerosas obras de consulta permanente. El microuniverso lingüístico misionero actual resulta del sincretismo de tantas culturas -cuyos portadores se establecieron en esta zona- sobre la base nativa sojuzgada se destaca en la manera de hablar que tenemos, la construcción gramatical que hacemos, la connotación semántica de términos y modismos; algunos irreproducibles para este tiempo histórico, otros en desuso y muchos son parte del día a día. Veamos algunos ejemplos: A pelarse, ajha potama, allá ité, areyado o aleyado, amarillento, angá, aña membuy, argel, arribada, bagallero, bagallo o bagayo, bagarto, baqueteado/a, beizudo, biracambota, boca né. buzarda, cachar, cachengue. cachí, cachí né, cagó fuego, cambá, cambá bolsa, canilla poí, capuera, caté, catingudo, caú, cué, chilo, chito, chamigo, chaque, chau tu plata, chipa (también amasada, cuerito, ple plé, batida, so’o, etcétera), chipaí, chipliqui, chor, chusca/o, colí, cotizada/o, crubica, cuelele, cuera, derasore, espor, fiaquento, guaina, guampa, guaú, gurisada, hueso pelao, incar, inflar camisa, ité, jakú, juira, judear, laceada, lambarí, lineada, llavear, lopaitema, mabala o mavala o mavale, manguear, mbagüirí, mbopa, mboyeré, mbareté, mejunje, ncha bola, ñembotay, ñemoique, neneco, ni ahí, ni me tinga, no hay lo que no hay, ñande yara, óita, oa-ta-ta, omanó, opama, ojoma, pachula, pancho/a, papudo, pasara/o, payé, pelegri, pichado/a, picho, picho dulce, picolé, pililí, pilín, piqui-í, pirú, playito, plaguear, polaco, polvadera, pombero, púa, puado, ratón, remedar, revirado, reviro, santoró, sapecar, sapuaité, sarambí, sombrero, tacurú, tareco, tarefa, tarefero, tatú, tatu né, tavirongo, tecoreí, tepotí, tereré, tené modo, tinga, tolongo/a, tongo, tongueada, ueeeeee, ueví, virolo, va pingá, wacala o guácala o huácala, waska o guasca, ya da ya, yaa, yaguá, yapú, yaré, yurú guazú, yurú palangana, zaguaá, zapuaité… por citar sólo algunas. Si a este glosario le sumamos la “ll”... cantamos bingo. ¡Hasta la semana que viene”
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