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  • «Afganistán es una verdadera cárcel para las mujeres»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 13/03/2025 04:06

    Khadija Amin es una periodista afgana de 31 años que en cuestión de horas fue expulsada de su trabajo, recibió amenazas de muerte y, pocos días después, se vio obligada a exiliarse en España. Todo esto ocurrió mientras presenciaba cómo un régimen que reduce a las mujeres a poco más que objetos llegaba al poder, ante la pasividad de la comunidad internacional. Ahora, Khadija combina su labor como reportera con charlas en institutos, universidades y otros espacios, como la que ofrecerá hoy en la Universidad Politécnica de Belmez. A través de su voz, trata de recordarnos que el régimen talibán sigue destruyendo su país, especialmente a las mujeres. Khadija llega a la entrevista visiblemente cansada. «Llevo tres charlas hoy y estamos en Ramadán», se justifica. Pero en su tono hay algo más profundo. Al hablar sobre la situación actual de su país, mantiene una firmeza que solo se quiebra al mencionar a su familia, mientras conjuga una palabra que define su vida: «luchar». -Nació bajo dominio talibán, casada a los 19 años y divorciada después, periodista en un país en guerra y ahora exiliada. Su vida es una constante lucha, ¿cómo está? -Honestamente, estoy pasando unos días muy duros por los problemas que hay en mi país, pero hay que seguir luchando. Afganistán está en una situación horrible y personalmente me ha afectado todo mucho estos últimos días. Ayer tuve que parar en el trabajo porque estaba con un ataque de ansiedad. -¿Qué le cuentan las mujeres con las que mantiene contacto sobre la situación en su país? -Afganistán se ha convertido en una verdadera cárcel para las mujeres, el único derecho que tienen es el de respirar, nada más. El regreso de los talibanes demostró de inmediato el odio que tienen a las mujeres. Al margen de lo que se pueda pensar, no han cambiado respecto a 2001. Ponen restricciones que la gente no puede ni concebir. Por ejemplo, se obliga a cerrar las ventanas de las casas para que las vecinas no se vean entre sí. Estoy ayudando a que muchas de ellas salgan del país, pero es complicado, deniegan muchas salidas. A las mujeres se les está recluyendo y aislando por ser mujer, pero estamos luchando. La activista Khadija Amin. / Alba Vigaray -¿Qué recuerda de su infancia bajo mandato talibán? -Estudiaba en clases clandestinas porque no nos dejaban aprender. Jugaba con el burka y pensaba que era algo normal. Conforme fui creciendo me fui dando cuenta de cosas, como que las mujeres no podían salir solas. Eso duró cinco años, ahora vamos por cuatro. Ojalá se acaba pronto, pero la comunidad internacional nos ha abandonado. En Afganistán a las mujeres se les está recluyendo y aislando por ser mujer, pero estamos luchando. -¿Hay alguna diferencia entre aquellos y estos talibanes? -No, no la hay. Ahora únicamente podemos estudiar hasta sexto de primaria. Las escuelas y las universidades están cerradas para las mujeres. Hasta 2021 había un poco de libertad y derechos, pero desde el 15 de agosto hemos perdido todo. Las mujeres que están allí siguen luchando dentro de su casa. -¿Cómo vivió el proceso de divorcio? -Fue muy duro. Era una mujer maltratada y tenía que dar el paso. No había podido estudiar ni trabajar y en nuestra sociedad no se acepta a las mujeres maltratadas. En el proceso, perdí la custodia de mis hijos. En cuestión de horas, los soldados que me defendían ahora me amenazaban -Tras esto, decidió estudiar periodismo ¿por qué esa carrera? -Hice periodismo porque quería que todas las mujeres tuvieran derechos y era la manera que veía de luchar. Al margen de ser mujer, el trabajo allí era muy complicado, había muchos atentados en Kabul y muchos de mis compañeros periodistas fueron asesinados. Pero seguíamos estudiando y trabajando. Teníamos una vida normal, iba por la mañana a la universidad y después al trabajo. -¿Cómo vivió el regreso de los talibanes? ¿Se lo esperaba? -Yo no estaba preparada. Aquel 15 de agosto fui por la mañana a presentar las noticias de las nueve y a las doce me obligaron a dejar mi trabajo. Fue un cambio brutal. Estaba en shock. Los soldados que hace horas me defendían hoy me amenazaban. -¿Tuvo miedo? -Sí, esos días tenía mucho miedo, sobre todo cuando salía de la casa hacia el trabajo. -Y tuvo que exiliarse. -Tras el regreso de los talibanes estaba junto a otras mujeres buscando maneras de ayudarnos entre nosotras y hablaba en medios de comunicación internacionales. Un día me llamó una periodista española que me dijo ‘queremos ayudarte para que salgas de Afganistán y salvarte la vida’. Casi no me dio tiempo a preparar la maleta ni a despedir a mis familiares. Cogí una bandera de mi país y poco más. No fue una decisión, me obligaron a salir de mi país. Dos mujeres con burka en Kandahar (Afganistán). / EFE -¿Qué mensaje le gustaría dar a las mujeres que aún siguen allí peleando por sus derechos? -Fundamentalmente, que tengan esperanza. -Y usted, ¿la tiene? -Es difícil con todo lo que está pasando, pero hay que tener esperanza. Si no, la vida no vale para nada. Suscríbete para seguir leyendo

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