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» Diario Cordoba
Fecha: 12/03/2025 20:44
-En esta gira presenta a fondo el álbum ‘Caldo espírito’, que lanzó en octubre de 2023. ¿Un título en italiano y gallego? -'Caldo' es como la pócima del druida, pero yo quise jugar con la idea de caliente en italiano, y del espíritu en gallego. Es un título que me define, y me gusta mezclar idiomas. La calidez para confrontar la hostilidad social que siento, entendiendo las canciones como algo que te da cobijo. Y el espíritu, porque la sociedad cada vez es más materialista. -Es su quinto álbum, aunque antes hay otros cinco como Deluxe, cuando empezó cantando en inglés. En los 90 sentía que eso era lo que me correspondía, lo que molaba. Craso error. -Y ha ido evolucionando desde un pop muy anglosajón a un imaginario más autóctono y con vistas a Latinoamérica. -Tuve una época de fascinación por lo ‘anglo’, porque con mis padres crecí escuchando música africana, balcánica, latinoamericana, portuguesa, cantautores catalanes, franceses… Me hice ‘mod’ como un modo de reivindicar mi personalidad. Pero luego volví a la música de mis padres, la mal llamada ‘world music’. Aunque soy muy popero. -En lo suyo flota una mística relacionada con la diáspora gallega a ultramar. ¿Un poco peliculera? -Sí, eso está idealizado en Galicia, pero es algo que me pertenece. Mis padres vivieron entre la República Dominicana y La Coruña muchos años, y yo me fui a Buenos Aires. Oía esas historias de los indianos que volvían con sus trajes blancos y sus sombreros Panamá. Luego te das cuenta de que el exilio, aunque sea autoinducido, tiene su parte dura. Empecé a escribir canciones en gallego en Buenos Aires. Me entró una morriña. -Pasó por Brasil. -El idioma acerca mucho. Ya de pequeño, los tropicalistas y el disco ‘La fusa’ me entraron bien. En la música latinoamericana, empecé con Brasil y luego me abrí al merengue. Este último disco lo grabamos un venezolano, un brasileño, un coruñés y un barcelonés, Campi (Carles Campón), con un ingeniero uruguayo. Una mezcla bastante cachonda. Pero me gusta acercarme a los estilos de un modo torpe. No me gusta cuando suena a ejercicio de estilo. He venido a jugar. -Vuelve a Barcelona en una gira de salas, usted, que es un artista casi especializado en festivales. -Se podría decir, sí. No hacía una gira puramente de salas desde hace más de una década. Es una vuelta a algo primigenio, y hay algo que reivindicar: la cercanía, hacer un bolo de dos horas a tu gusto, poder tocar esas canciones más raras… Tocamos el nuevo disco entero, 11 temas. -Los festivales, los ‘macro’, generan mucho debate y se habla de ellos a veces como una perversión del sistema. -No sé por qué. No digo que no haya perversiones, como inflar los cachés, pero generalizar es injusto. Hay festivales hechos con mucho amor y otros hechos a lo bruto, a vender cervezas. -Y se insiste en esa burbuja que nunca explota. -No lo sé, a lo mejor no es tal burbuja. Tocar en salas y luego, en verano, en festivales es complementario. Lo que no podemos hacer es pensar que todo el mundo sea melómano, que sepa mucho de música, porque eso siempre va a ser algo minoritario. -Hoy se lleva lo de envolver los discos con un relato muy pensado. Esa cosecha de álbumes que aluden a la salud mental, los trastornos alimenticios, la ansiedad… -Sí, qué casualidad que tu disco vaya justo de lo que está de moda hablar como una problemática social. Habrá gente en la que sí coincida, pero a veces huele a chamusquina. Yo improviso mucho. No diré que yo sea un 'punkie', pero 'Atlántico' era la antítesis de lo que se podía esperar en 2012. Soy un artesano de la música. Espero vivir de ella, mejor o peor según la época, pero pensando a medio-largo plazo. -Le ha ido bien, sin vivir un ‘boom’, un pelotazo. -He tenido algunas puntas de suerte, pero nada es por casualidad. Cuando empecé como Xoel López, lo que hice no era lo que se esperaba y me acostumbré a labrar mi propio camino. Un lugar intermedio, cómodo, ni mucho ni poco. -Se dice mucho que ya no hay clase media en la música, pero usted es un ejemplo de esa franja. -Yo me considero clase media, casi de libro. No estoy como cuando sacaba 300 copias de ‘singles’ de vinilo con un sello ‘indie’, y tampoco he sido Estopa ni nada similar. Pero la vida que tengo es fruto de un equilibrio que cuesta sudor y lágrimas. Si puedes ir por la calle tranquilo y sobrevivir de la música, eso es un lujo.
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