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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 12/03/2025 20:21
En los últimos años, el crecimiento de la población de carpinchos ha generado debate en distintas partes del país, sobre todo en zonas urbanizadas como Nordelta, donde su expansión descontrolada provocó conflictos con los residentes. Sin embargo, en Entre Ríos, donde el roedor autóctono tiene una presencia significativa, el enfoque es distinto: en lugar de la caza, las autoridades priorizan la reubicación y el control poblacional mediante estrategias sostenibles. Desde Despertar Entrerriano, dialogamos con Marcelo Sapetti, director de Recursos Naturales y Fiscalización de la provincia, quien explicó las medidas que se están implementando para evitar un crecimiento desmedido de la especie sin recurrir a métodos drásticos. Un control basado en la reubicación A diferencia de otras provincias donde se permite la caza deportiva para regular la cantidad de carpinchos, en Entre Ríos la estrategia principal es la reubicación en campos interesados en repoblar la especie. “El carpincho es una especie protegida. En algunas provincias se permite la caza como control poblacional, pero nosotros buscamos evitarlo. Lo que pedimos a los dueños de campos que ven un exceso de carpinchos es que hagan una exposición policial y presenten una nota formal a la dirección. A partir de ahí, enviamos personal a verificar si realmente hay daños en cultivos u otras afectaciones”, explicó Sapetti. Cuando se constata que la presencia del roedor está causando problemas, la primera acción es publicar un aviso para encontrar interesados en recibirlos. “Se capturan vivos en jaulas y se trasladan a los campos que los soliciten. Ya hemos realizado varias reintroducciones con éxito, pero seguimos necesitando más lugares dispuestos a recibirlos”, agregó el funcionario. Si bien la caza controlada es una opción legal en algunos casos extremos, desde la dirección buscan evitarla. “No estamos de acuerdo con la eliminación directa porque genera un fuerte impacto social. Preferimos siempre apostar por la reubicación y el manejo responsable de la fauna”, enfatizó. El caso del Lago Salto Grande: una convivencia riesgosa Uno de los puntos críticos del crecimiento de la población de carpinchos en la provincia es el Lago Salto Grande, en Concordia, donde la interacción con las personas se ha vuelto frecuente. Allí, los roedores se han adaptado a la presencia humana y es común verlos en las zonas de recreación, lo que genera preocupación por la seguridad tanto de los visitantes como de los propios animales. “En Salto Grande tenemos una concentración importante de carpinchos porque el entorno es ideal para su reproducción: abundante agua, vegetación y poca presión de predadores. El problema es que las personas se han acostumbrado a alimentarlos e interactuar con ellos, lo que aumenta los riesgos de accidentes”, advirtió Sapetti. Si bien el carpincho no es un animal agresivo, su tamaño y fuerza pueden representar un peligro, especialmente en caso de que se sientan acorralados o amenazados. Además, el hábito de alimentarlos modifica su comportamiento natural, volviéndolos más dependientes de los humanos y fomentando su acercamiento a áreas urbanas. Para mitigar esta situación, desde la Dirección de Recursos Naturales se están evaluando medidas de control, como la instalación de cartelería informativa y operativos de reubicación en zonas donde su presencia sea problemática. “Es clave que la gente entienda que el carpincho no es una mascota. No hay que alimentarlos ni incentivarlos a acercarse. Estamos trabajando en campañas de concientización porque la convivencia debe ser responsable”, señaló el funcionario. ¿Es una plaga o un crecimiento natural? El aumento de carpinchos en la provincia no responde a un fenómeno aislado. Según Sapetti, hay múltiples factores que han favorecido su expansión. “En Entre Ríos hay reservas y represas que albergan grandes poblaciones de carpinchos, pero están controladas porque tienen una distribución amplia y los recursos necesarios. Sin embargo, en los últimos años su número creció considerablemente, en parte porque la caza furtiva de otras especies cambió la dinámica del ecosistema”, explicó. Históricamente, el carpincho y el viracho eran cazados por su carne y cuero. No obstante, con la proliferación del ciervo y el chancho, considerados especies exóticas invasoras, los cazadores han puesto su atención en ellos, dejando a los autóctonos en paz. “Esto permitió que el carpincho tenga un crecimiento mucho más grande en los últimos tiempos”, aseguró Sapetti. La importancia de crear reservas privadas Más allá del control poblacional, desde la Dirección de Recursos Naturales se impulsa la creación de reservas dentro de los campos privados para garantizar la convivencia armónica con la fauna. “Muchos productores creen que proteger la fauna implica frenar su actividad productiva, pero no es así. Se pueden establecer reservas de uso múltiple que permitan resguardar especies sin afectar la producción. Es un cambio de mentalidad que estamos promoviendo”, destacó Sapetti. Además, en la provincia se están reforzando otras regulaciones ambientales, como la reglamentación de la pesca del dorado y el surubí, dos especies clave para el turismo. “La protección de los ecosistemas es un trabajo de largo plazo. Hay muchas cosas por hacer, pero vamos avanzando en cada aspecto”, concluyó el director. Fuente: Despertar Entrerriano
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