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  • Córdoba: las lluvias traen alivio, pero los precios aprietan el cinturón de los productores

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 12/03/2025 18:02

    En la provincia de Córdoba, el corazón agrícola del país, las lluvias de las últimas semanas han sido como un bálsamo para los campos resecos tras meses de incertidumbre climática. Los cultivos de soja, maíz y trigo, pilares de la economía regional, respiran aliviados gracias a las precipitaciones que, aunque irregulares, han permitido recomponer las reservas hídricas en el suelo. Sin embargo, el alivio de los productores cordobeses es agridulce: mientras la naturaleza parece darles una tregua, los precios internacionales de las materias primas se desploman, golpeando la rentabilidad de una campaña que prometía ser histórica. Según datos recientes de la Bolsa de Cereales de Córdoba, las lluvias acumuladas en lo que va de marzo han superado los 100 milímetros en varias zonas del sudeste y norte provincial, como Marcos Juárez y Jesús María, regiones clave para la producción de granos. Este aporte hídrico llega en un momento crítico para la soja de segunda y el maíz tardío, que atraviesan etapas decisivas en la definición de sus rendimientos. “El agua cayó justo cuando los cultivos lo necesitaban. Si no llovía ahora, íbamos camino a perder millones de toneladas”, asegura Juan Morales, productor de General Deheza, con un dejo de alivio en la voz. El informe de la Bolsa destaca que, a pesar de las altas temperaturas de enero y febrero, que castigaron con olas de calor a gran parte del área agrícola, las lluvias recientes han moderado el estrés hídrico. Para el trigo, cuya siembra se aproxima en los próximos meses, las condiciones también pintan alentadoras: los perfiles de suelo empiezan a cargarse de humedad, un factor clave para encarar la campaña de invierno con optimismo. “El trigo 2025 podría tener un arranque espectacular si el clima sigue acompañando”, señala Sofía Ramírez, técnica del INTA Manfredi. Pero no todo es color de rosa en los campos cordobeses. Mientras las cosechadoras se preparan para entrar en acción, los productores miran con preocupación las pantallas donde se actualizan las cotizaciones del mercado de Chicago. Desde mayo de 2022, los precios de los principales commodities agrícolas han caído estrepitosamente: la soja perdió casi un 50% de su valor, el maíz ronda mínimos de tres años y el trigo no logra despegar. Este derrumbe, combinado con un dólar que no termina de estabilizarse en Argentina y costos internos que no aflojan, pone en jaque la ecuación económica del sector. “Vendemos a precios de remate y reponemos insumos a valores que no cierran. Entre retenciones, impuestos y el tipo de cambio, el margen se achica cada día más”, se queja Fernando Bazán, productor de Río Segundo. Bazán no exagera: según cálculos del INTA, en algunos casos hasta el 65% de la rentabilidad de un cultivo se lo lleva el fisco o se pierde en la brecha cambiaria. Los fertilizantes, el gasoil y las semillas, dolarizados en su mayoría, no han bajado al ritmo de los granos, dejando a muchos productores en una situación de “tijera” financiera. El panorama internacional no ayuda. La abundante oferta de granos desde Brasil y Estados Unidos, sumada a una demanda china que no termina de reactivarse, mantiene los precios en un piso difícil de remontar. “El mundo está nadando en soja y maíz, y nosotros pagamos el costo de esa sobreproducción”, explica Analía Torres, economista de la Bolsa de Comercio de Rosario. A esto se suma la incertidumbre por el clima en el hemisferio norte, que podría ajustar la oferta global, aunque los analistas no esperan una recuperación significativa en el corto plazo. En este contexto, las medidas del gobierno nacional, como la reducción de aranceles a herbicidas anunciada el año pasado, son vistas como un paliativo insuficiente. “Está bien que bajen costos, pero necesitamos una política integral: tipo de cambio competitivo, menos presión impositiva y señales claras para invertir”, reclama Bazán, reflejando el sentir de muchos en el campo cordobés. A pesar de las dificultades, la resiliencia del sector no flaquea. En Córdoba, la campaña 2024/25 sigue en marcha, con una proyección de 30,4 millones de toneladas entre soja, maíz, sorgo, girasol y maní, según la Bolsa de Cereales local. Las lluvias han evitado un desastre mayor, pero el desafío ahora es económico. Los productores saben que el clima puede ser un aliado o un enemigo, pero en este juego global de commodities, las reglas las pone el mercado. Y por ahora, ese mercado no está jugando a su favor. Mientras el sol se pone sobre los campos verdes de la provincia, el contraste es evidente: la tierra reverdece, pero las cuentas no cierran. En Córdoba, el agro sigue siendo el motor que no para, aunque esta vez, con el pie en el freno y la mirada puesta en un horizonte incierto.

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