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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/03/2025 14:52
Marcela Kloosterboer y su relación con Gastón Gaudio (Video: La Noche Perfecta, El Trece) En el tenis, como en el amor, los detalles definen la victoria o la derrota. Y aquella jornada en Shanghái, mientras los reflectores del Masters brillaban sobre la figura de Gastón Gaudio, algo mucho más profundo se resquebrajaba lejos de la cancha. El romance que había unido a la actriz Marcela Kloosterboer y al ex número cinco del mundo, se desmoronaba en una sucesión de reproches, llamadas perdidas y silencios interminables. “Igual, que haya perdido es culpa de él. ¡Qué se haga cargo!”, sentenció la intérprete con una sonrisa filosa, durante su presentación en La Noche Perfecta, por El Trece. Este martes, en diálogo con Sebastián Wainraich recordó aquella noche de 2005 en la que su relación con el tenista se desmoronó al mismo ritmo que el deportista caía ante Roger Federer en la semifinal del reconocido torneo. En la charla, la actriz repasó el escándalo que marcó el final de su noviazgo con el campeón de Roland Garros. “Lo peor es que estaba en casa con una amiga viendo el partido y decía: ‘Ay, no. La puta madre’”, rememoró, al evocar el momento en que veía a su entonces pareja sucumbir con un histórico doble 6-0 ante el suizo. La historia, que había permanecido en el anecdotario del tenis y la farándula, volvió a cobrar vida con su versión de los hechos. Porque, aunque Gaudio se había encargado de narrarla con su propia mirada, ella todavía tenía algo que decir. Marcela Kloosterboer recordó lo vivido hace 20 años con Gastón Gaudio Era noviembre de 2005 y Gastón vivía uno de los momentos cumbre de su carrera. Instalado entre los ocho mejores del mundo, disfrutaba de un torneo reservado solo para la élite. Pero una llamada telefónica lo sacó de juego mucho antes de entrar a la cancha. La noche previa a su duelo contra Federer, el argentino dio una entrevista radial en la que un comentario desafortunado encendió la chispa. “Sí, acá te atienden como reyes”, bromeó cuando le preguntaron sobre la presencia de geishas en la ciudad. En Buenos Aires, Marcela escuchó la transmisión y no tardó en marcar su número. “Yo iba en el auto y lo escucho en la radio haciéndose el canchero desde China o Japón y diciendo: ‘Acá te traen la minita que quieras’. Y yo pensé: ‘¿Perdón?’”, relató la actriz. La discusión se extendió durante horas. Según el propio Gaudio, él trató de explicarle que todo había sido un malentendido, pero la tensión no cedía. “Celos estúpidos”, diría años después, minimizando el episodio. Lo cierto es que, a las cuatro de la madrugada, el desgaste emocional era total. “Tenía que jugar a las 11 de la mañana y eran las 3 y yo seguía con ella al teléfono. Eran las cuatro y me quedé mal, estaba angustiado”, reconoció el extenista en una entrevista con Andy Kusnetzoff. Gaudio y Federer, en la famosa semifinal del Masters de Shanghai Lo que pasó después ya es historia: un Gaudio desconectado, sin reacción, entregó uno de los partidos más humillantes de su carrera. Federer, impasible, lo aplastó en apenas 50 minutos. De hecho, fue la primera vez en un torneo de ATP que se llegó aun resultado tan contundente. Con los años, la historia de esa noche fue transformándose en una anécdota recurrente en la vida de Gaudio. Pero para Kloosterboer, la separación fue definitiva. Cuando Wainraich le preguntó si hubo reconciliación después de ese impasse, la respuesta de la actriz fue tajante: “No”. Para entonces, el amor ya era parte del pasado. “Me estaba yendo de luna de miel ese día, a la veterinaria a comprar comida para los perros, y escucho a Gastón hablando con Andy en la radio contando la anécdota. Y yo dije: ‘No fue así eso’”, recordó la actriz, que en ese momento ya estaba casada con Fernando Sieling, su actual esposo. Hoy, con el paso del tiempo, puede rememorar el episodio con cierta ligereza, aunque sin perder la ironía. Porque si bien Gaudio perdió aquella semifinal en la cancha, en el fondo, la verdadera derrota había ocurrido la noche anterior, con el teléfono en la mano y un amor que se le escapaba entre los dedos.
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