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  • La historia de la rosarina que dejó la economía para dedicarse a la pastelería

    » La Capital

    Fecha: 12/03/2025 13:24

    Carolina dice que de chiquita era tan inquieta que su mamá tenía que inventarle actividades todo el tiempo para que se entretuviera. Un día pintaban dibujitos, otro armaban pulseritas, pero el juego que más le atraía era la pastelería. A ese alma inquieta también se le sumaba una faceta emprendedora muy temprana: todo lo que hacía, lo intentaba vender, incluso siendo una niña. Al terminar el colegio se anotó en la carrera de Economía en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). En paralelo, siguió cocinando en su casa y era la pastelera oficial de toda su familia y círculo de amigos, pero para ella era solo una distracción de los apuntes. Un día, hace 12 años, un amigo que tenía un kiosco cerca de la facultad le pidió que le hiciera tortas semanales para vender por porción a los estudiantes. Ahí, el recuerdo emprendedor que tenía de chica se encendió. Además de las tortas para su amigo, Carolina se animó a crear una página de Facebook profesional para llevar su producto más lejos . El boca en boca corrió rápido: “Me empezaron a hacer pedidos de varios colegios. Por ejemplo, había un grupo grande de 15 chicas que me reservaban tortas siempre para sus cumpleaños. A eso se fueron sumando las madres, tías, primos, de pronto tenía una clientela fija”, recuerda en diálogo con Negocios de La Capital . En el 2020, con la pandemia, se dio el gran quiebre en el proyecto. Sin poder rendir materias de la facultad y con gran cantidad de solicitudes de tortas por redes sociales, fue dejando que el hobby tomara el 100% de su tiempo. En esos días, además, un reconocido banco también la contactó para hacer vivos de Instagram una vez por semana presentando alguna de sus creaciones. Por el periodo de un mes, Carolina tuvo una llegada a un público de todo el país y su comunidad creció sin parar. Hoy tiene más de 160 mil seguidores en Instagram, donde gestiona los pedidos de sus 25 variedades de pasteles. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Caro Roncoli (@caroncoli.tortas) Con una cocina profesional montada en su casa, Carolina se dedica a la producción de tortas durante doce horas por día. Trabaja en equipo, puesto que su mamá, Estela Rosso, hace la logística y el contacto con los proveedores mientras que las finanzas están a cargo de su novio, Roberto Antoniz, a quien todos llaman Inky. Entiende que su gran diferencial es la abundancia de sus productos, con tortas que rinden para 20 personas o más. ¿El costo? Empiezan en $43.000 y llegan hasta $51.000 dependiendo el sabor. También ofrece tartas de 26 cm de diámetro desde $33.000, siendo la de pistacho y frambuesas la más costosa en $42.000. Por último, también tiene alfajores a $7300 la docena y macarrones que pueden ser lisos a $20.000 o con diseño a $25.000 las 12 unidades. El know how parisino en manos de Carolina Carolina aclara que no es pastelera de formación. Todo lo que aprendió fue por ver videos, probar recetas y reinterpretar tortas familiares: “Mi bisabuelo tenía panadería y creo que de ahí saqué este gen”, calcula. Pero otra de sus fuentes de inspiración son los viajes que hace por el mundo, pueden verse en sus redes destinos muy disímiles como Aruba, Estocolmo, Helsinki, Estonia, Ibiza, Mallorca, Punta Cana, Marruecos, entre muchos otros más. Justamente aprovechó la posibilidad que tenía de viajar para hacer un curso en París. “Quería que me enseñen cómo es la pastelería, no me quería apropiar de recetas de ellos. Precisaba más los aspectos técnicos de cómo se usa un pincel o una manga”. Esa experiencia además le hizo entender que los gustos son muy distintos, que mientras allá se estila menos relleno, aquí el contenido es mucho más abundante. thumbnail_image8 (1).jpg Carolina cuenta que su mamá, Estela, pinta todos los macarons temáticos y personalizados. Foto gentileza La receta para hacer crecer su negocio en el 2025 En algún futuro próximo, Carolina quiere abrir su local: “Tengo una demanda insatisfecha que no puedo cubrir, como son los pedidos de un día para el otro. Pienso que podría vender mucho más si tuviera un negocio físico”. En la actualidad, la emprendedora trabaja pedidos con 10 días de anticipación y no cobra ninguna seña previa. En general dice que no ha tenido muchos casos de personas que le hagan pedidos y luego no los retiran, pero las veces que ha sucedido las vende en cinco minutos vía Instagram. Otro de sus objetivos es retomar los workshops online para enseñarle a otros fanáticos de la pastelería a hacer alguna de sus delicias. Entre las enseñanzas que impartía antes de la pandemia en esas clases, estaban los macarrones o la “number cake”, tortas con formas de números que se utilizan en celebraciones de cumpleaños. Quiere que estos proyectos se den en el 2025, pero mientras piensa cómo equilibrar todos los aspectos de su negocio, se refugia en sus pasteles y en la creación de nuevas recetas.

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